Los satélites Sentinel del Programa Copernicus ofrecen imágenes de alta resolución y se pueden utilizar para definir usos agrícolas y monitorizar los cultivos
El programa europeo Copernicus, de observación de la Tierra, impulsará a medio plazo el desarrollo de empresas tecnológicas que prestan servicios a la agricultura y ayudará al crecimiento del sector de las aplicaciones, según la técnico de “Espacio y Retornos Tecnológicos” del CDTI, Mónica López.
Copernicus es una constelación de satélites, es decir, consta de seis familias de los conocidos como “Sentinel” formada, cada una, por uno o varios satélites y son los “Sentinel-2” los que “ofrecen información muy útil para el sector agrario”, especialmente relevantes para la agricultura de precisión, apunta López.
La portavoz del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) destaca, en una entrevista con Efeagro, que el “acceso libre y gratuito” de todos los datos recabados por Copernicus, crea “nuevas oportunidades de negocio” y “abre la puerta a todo un campo de aplicaciones para el sector agrario”.
Este programa cuenta además con una serie de infraestructuras de medición en tierra (sensores) que proporcionan datos para “calibrar, verificar y complementar” la información de los satélites, así como un procesamiento posterior de los datos para que un usuario experto pueda trabajar sobre ellas.
En este caso “las empresas tecnológicas pueden dar valor añadido y crear productos específicos” para el agro, ya que los dos “Sentinel-2” (A y B) son los satélites ópticos de la constelación y ofrecen imágenes de alta resolución y se pueden utilizar para “definir usos agrícolas y monitorizar los cultivos”.
Con la programación de algoritmos y el procesamiento adecuado de estos datos se pueden desarrollar aplicaciones específicas para usos concretos, porque “el agricultor, en muchas ocasiones, no quiere recibir una imagen, sino un producto que le ayude a optimizar su trabajo y en la toma de decisiones”. Las empresas que se dedican a desarrollar este tipo de productos “tienen un gran potencial en el uso de imágenes de Copernicus”, asegura convencida.
Mónica López, también ingeniera agrónoma, con un máster en teledetección y sistemas de información geográfica, precisa que “aunque el uso de imágenes ópticas (a través de cámaras multiespectrales de alta resolución) está más extendido en aplicaciones agrícolas, las imágenes radar del “Sentinel-1” también se utilizan en este campo”.
Éstas tienen un valor añadido frente a las ópticas, explica, ya que pueden tomar imágenes de la superficie de la Tierra incluso en días nublados y de día o de noche. De esta forma, “son un buen complemento a las primeras”, ya que con la combinación de los “Sentinel-1” y los “Sentinel-2” ofrecen una frecuencia de observación terrestre de entre 2 y 3 días.
López recalca que las imágenes y datos proporcionados permiten, por ejemplo, ver las necesidades de fertilización, fitosanitarios o agua y ayudar a organizar las labores desde la siembra hasta la recolección.
Con esta información, “el agricultor puede optimizar los recursos que debe usar durante el desarrollo del cultivo, detectar enfermedades en etapas tempranas, predecir el rendimiento del cultivo y poder tomar las decisiones correspondientes con el consecuente ahorro de costes”.
Es evidente que el agricultor no va a poder “interpretar” los datos que arroja el Copernicus, que tienen que ser analizadas por usuarios expertos, incide López. Sin embargo, la información que proporciona “es un elemento esencial para que las empresas tecnológicas que prestan servicios al sector agrario desarrollen productos específicos de gran utilidad” para agricultores, cooperativas u otras empresas del sector como de fertilizantes, de seguros agrarios…
Copernicus está liderado por la Comisión Europea, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (Eumetsat, por sus siglas en inglés); España participa en el programa a través del CDTI.
Las aplicaciones del Copernicus están dirigidas al cambio climático y medio ambiente (seguridad marítima, agricultura, gestión de catástrofes, planificación urbana e infraestructuras) y a la ayuda de autoridades civiles en situaciones de emergencia (terremotos, incendios forestales o inundaciones).