El investigador José Luis Nieves-Aldrey analiza el problema de esta plaga que “ha venido para quedarse”

El investigador científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del CSIC, José Luis Nieves-Aldrey.
La avispilla del castaño es un gran “problema sanitario para los bosques y cultivos de castaño”, que se ha extendido como una “mancha de aceite” y avanza de manera imparable. Pero la suelta masiva de su parasitoide “no es la panacea” para terminar con la plaga y acotar sus daños. Así lo defiende el investigador científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del CSIC, José Luis Nieves-Aldrey, quien recuerda en una entrevista con Efeagro que el “Dryocosmus kuriphilus” es una plaga que “ha venido para quedarse”; una especie alóctona (originario de otro país) que se expande rápidamente.
Experto entomólogo, Nieves-Aldrey explica que la especie “Torymus sinensis” es la única que “ataca específicamente la avispilla”. Pero hasta que no estén todos los estudios de impacto ambiental (a finales del 2018 o principios de 2019), no es prudente autorizar la suelta masiva como reclama el sector. Ya que algunos ven “inminente una reducción en la producción de la castaña en un momento en el que el precio es competitivo”.
Aunque comprende su inquietud, el “Torymus sinensis” es una especie alóctona, como la avispilla. Y, por ello, insiste en que hay que estar seguros de que no afecta a especies autóctonas.
El parasitoide “es otra avispita; un tipo especial de parásito que vive sobre las larvas —se las come— de la avispilla del castaño. Por lo que disminuye su población, la plaga y su incidencia” sobre los castañares. Sin embargo, el investigador hace hincapié en que no es “soltarlo e inmediatamente tener resultados de control de la plaga“.
Una suelta masiva “no es la panacea” porque las experiencias de otros países apuntan a que el “Torymus sinensis” tarda hasta 7 años en implantarse. Y el control de las poblaciones de la plaga, en “límites razonables”, va “poco a poco”. Además, la avispilla “nunca desaparece completamente”, destaca. También señala que la suelta es costosa e infructuosa si no hay una “gran infestación”; puesto que el “Torymus sinensis” muere si no hay “Dryocosmus kuriphilus”.
Según el experto, el Ministerio de Agricultura (Mapama) ha autorizado esta primavera, por tercera vez, la suelta experimental del parasitoide. Se ha procedido a soltar un mayor número de dosis y se han ampliado las zonas de suelta en Galicia, Andalucía y Asturias.
En su opinión, una introducción masiva “genera incertidumbres que hay que despejar para estar seguros de que no afecta a otras comunidades de avispas de las agallas autóctonas y sus parasitoides; que viven en los robles y comparten hábitat con los castañares”.
Los estudios preliminares apuntan que los riesgos de su introducción son “bajos y asumibles”. Tanto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); como del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de Churriana (Málaga). Así como de la Estación Fitopatológica de Areeiro (EFA), en Pontevedra.
Pero “hay que ser cautos y analizar todas las variables” y estar seguros de que tampoco hay riesgos de hibridación o de atracción de otras especies. Y, aunque todo indica que “el riesgo es bajo”, es preciso disipar cualquier duda”.
Sobre la posibilidad de que la plaga cause pérdidas de producción de hasta el 80%, cree que es una “cifra muy alta como estimación generalizada”. La plaga “ha entrado hace poco en España. Y aún no se puede cuantificar con suficiente realismo cuál es realmente la pérdida de producción”.
En 2012 se detectó este insecto por primera vez en España. Desde entonces se ha encontrado en: Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Euskadi, Galicia y Navarra.