Asaja Alicante confirma que los productores de la Montaña y la Marina Baixa prevén pérdidas de entre el 15 y el 20% como consecuencia de un episodio de lluvias
Valencia Fruits. Redacción.
El infrecuente episodio de lluvias que vive la provincia de Alicante desde hace 18 días deja pluviometrías que oscilan entre los 150 litros que han caído en el Campo de Elche, la Vega Baja o el Vinalopó y los más de 900 litros descargados en la Montaña. El agua ha permitido que los regantes no abran el grifo en todo el mes, el lavado de frutos y hojas y la humidificación del suelo. El temporal ha dado una tregua al campo en su año más difícil, pero le ha pasado la factura a los productores de la Marina Baixa y la Montaña: el exceso de agua raja nísperos y pone en peligro el 30% de la cereza.
En la zona de secano de la Montaña, con 510 litros en Llíber, 700 en Alcalalí y Parcent y 800-900 en Gorga, Castell de Castells o la Vall d’Ebo, el temporal ha descargado prácticamente las lluvias de un año en el mes de marzo. “Hacía mucha falta para la campaña de uva, porque hubiera sido baja sin la lluvia. Al olivo y lo que queda de almendro les beneficia, pero a la cereza la ha pillado en flor”, apunta José Juan Reus, vicepresidente de Asaja Alicante. “Mil litros es prácticamente lo que cae aquí en un año”, subraya.
El temporal ha privado a los cerezos de la polinización de las abejas y les ha traído plagas de monilia, un hongo que echa a perder sus flores. “Los que están en zona temprana pueden haberse perdido en un 50%. Hay que esperar a que florezcan los tardíos en 10 o 15 días para valorar toda la campaña”, afirma Hilario Calabuig, presidente de la IGP Cerezas de la Montaña de Alicante y socio de Asaja.
Mucha agua para el níspero
En la Marina Baixa, donde han caído entre 600 y 640 litros en Callosa d’en Sarrià, la lluvia ha causado daños a la primera partida de níspero. “Ha roto el que se estaba a punto de cosechar. No es comercial, va al suelo directamente”, lamenta Rafael Gregori, vocal de este sector. Las parcelas de zona temprana pueden perder en torno a un 15 o 20% de la producción por el repentino aumento de tamaño provocado por el agua, que rompe la piel del fruto. Por contra, “beneficia mucho a las zonas tardías porque traerán muy buenos calibres”, explica el especialista en nísperos de Asaja Alicante.
Tregua en todo el Vinalopó
Con olivo, viña y hortalizas de invierno, los cultivos del Alto Vinalopó combinan secanos y regadíos a los que el temporal “ha sentado estupendamente” a pesar de su irregularidad, en palabras de Vicente Navarro, socio de Asaja Alicante de Villena. “La lluvia refresca la viña y es buenísima para el olivo, pero si continúa quizá ya sea impertinente”, opina el agricultor villenero. El temporal concede una tregua a una zona sometida a un gran estrés hídrico y político por la inoperancia del Júcar-Vinalopó. “Pero la sequía continúa, esto un beneficio puntual”, señala.
En el Medio Vinalopó los pluviómetros han captado entre 150 y 200 litros durante el temporal. Volumen pequeño en comparación con otras comarcas al que Pedro Rubira, vocal de Uva de Mesa, no encuentra reparo. “Es maravillosa para la uva de mesa, un gran ahorro en la formación de bulbos. Hemos evitado entre cuatro y cinco riegos en variedades tempranas”, asegura el miembro de la junta directiva de Asaja Alicante.
Pedro Valero, secretario general y portavoz de Granada del Campo de Elche, mantiene el relato de sus compañeros cauce arriba. “En la zona han caído 140 litros en todo el episodio. Sin daños, buena lluvia para el arbolado y los granados, que cogen humedad, y mejora la calidad de las hortalizas de invierno. El único problema ha sido las dificultades para entrar a trabajar y alguna plaga de caracol”, apunta el directivo de la organización.
En la Vega Baja
“Entre 150 y 180 litros y ni una escorrentía, todo calado en el suelo. Ahora tiene que dejar de llover y hacer sol”. Es el resumen que hace el productor de cítricos y presidente de la organización, José Vicente Andreu, de este episodio de lluvias. Para Andreu, el temporal augura una buena cosecha de primavera, donde las alcachofas producirán el segundo colmo. Además, la lluvia “quita estrés” a los enfrentamientos con el Ministerio y otras administraciones por la sustitución del trasvase Tajo-Segura por el agua desalinizada a precios desorbitados con la que se pretende solventar el déficit hídrico de la provincia. “Nos ha asegurado el agua para el resto del año. Estábamos en una situación en la que los embalses del Segura iba para abajo y ahora se invierte el ciclo”, apunta el dirigente agrario.
Pérdidas de 11 millones
La Unió por su parte también ha elaborado un informe sobre las lluvias persistentes que han afectado al campo valenciano a lo largo de las últimas dos semanas, y el balance resultante es de unas pérdidas directas superiores a los 11,2 millones de euros en cultivos de cerca de 25.000 hectáreas, además de daños en infraestructuras agrarias difíciles de calcular. No obstante, en general, las lluvias han resultado bastante beneficiosas para el sector agrario, salvo en algunas zonas y producciones.
Aunque las lluvias se han repartido por todo el territorio, las mayores acumulaciones se han centrado en el interior del norte de Alicante y sur de Valencia, y algunas zonas de Castellón, concretamente en las comarcas del Comtat, l’Alcoià, Marina Alta, Safor, Vall d’Albaida, Ribera Alta o la Plana Baixa. Aparte de las precipitaciones acumuladas, el principal causante de los daños es la gran cantidad de días en los que no ha salido el sol y ha habido humedad constante.
Los daños se han dado así por una combinación de lluvias, exceso de humedad, viento y cielos cubiertos y tanto en cultivos de regadío como de secano. Entre las principales se encuentran en los cítricos pendientes de recolectar con el 29%, seguidos por la fruta de verano (melocotones, albaricoques y ciruelos) con el 26%, almendros con el 21%, olivos con el 15%, cereza con el 5% y hortalizas con el 4%. A los daños directos en cultivos hay que sumar los desperfectos en infraestructuras. La gran cantidad de lluvia recogida en algunas zonas ha dañado infraestructuras agrarias, sobre todo en caminos rurales donde algunos incluso han desaparecido, o en márgenes de piedra que no han podido soportar el exceso de agua y han acabado cayendo.
La Unió destaca como efectos positivos de este episodio de lluvias el ahorro de riegos y de energía, la recarga y recuperación de los acuíferos que aseguran la continuidad del riego en los pozos, el llenado de embalses que nos asegura una reserva de agua muy importante y un alivio para alejarnos del periodo de sequía en el que estábamos inmersos. En algunas zonas se aseguran reservas para más de dos años. Las lluvias han limpiado también las sales acumuladas en las raíces de los árboles, han supuesto una gran mejora de los pastos para la ganadería extensiva y para el cultivo del cereal han sido clave para salvarlos tras venir de un invierno cálido y sin lluvias.
En el efecto contrario las lluvias persistentes han provocado daños por inundación en las parcelas situadas en las zonas más hondas, con pérdida de producción y, si se alarga en el tiempo, problemas de asfixia radicular en cultivos leñosos o perdida de cultivos hortícolas.
La combinación de lluvias y ausencia de días soleados ha conllevado un exceso de humedad que ha provocado y provocará con toda seguridad problemas fitosanitarios (aumento de enfermedades fúngicas), falta de cuajado o caída de flor, fruta pequeña y depreciación comercial por afecciones en la piel en determinadas producciones como por ejemplo cítricos. Durante este mes de marzo ha habido días con episodios de fuertes rachas de viento que han provocado fundamentalmente caída de fruta, flor y brotes, pero también daños importantes por rameado.
Aparte de los daños causados en los cultivos por estos efectos o la combinación de ellos, preocupa que podrían incrementarse, si tal y como indican las previsiones, a lo largo de los próximos días se produce una caída de las temperaturas que perjudique las brotaciones más recientes. Este problema será más acentuado en las comarcas de interior.