La citricultura valenciana debate sobre la reestructuración del sector

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Productores, cooperativas y comercio privado analizan soluciones estructurales ante la crisis citrícola

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Organizaciones agrarias, cooperativas y comercio privado analizaron soluciones para el sector citrícola. / Óscar Orzanco

La necesidad de reestructurar y vertebrar la citricultura valenciana para mantener su viabilidad ha calado hondo en el conjunto del sector tras la profunda herida que está dejando la campaña 2018/19. En este contexto de crisis, dirigentes de organizaciones agrarias, cooperativas y comercio privado analizaron la semana pasada, en una jornada organizada por Levante-EMV y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), los problemas coyunturales que han derivado en una temporada desastrosa y debatieron las medidas estructurales necesarias para mantener en el futuro la rentabilidad de una actividad generadora de ingresos y empleo en la Comunitat Valenciana.

En el encuentro, celebrado bajo el título de la ‘La crisis de la naranja’, participaron el presidente del Comité de Gestión de Cítricos, Manuel Arrufat; los dirigentes de AVA-Asaja y la Unió de Llauradors, Cristóbal Aguado y Carles Peris; y el director técnico y responsable del sector de cítricos de Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunitat Valenciana, Enrique Bellés.

En una campaña caracterizada por el hundimiento de los precios, los ponentes de la jornada confluyeron en la necesidad de adoptar medidas estructurales para afrontar con garantías los retos a los que se enfrenta la citricultura de la Comunitat Valenciana. Planificar, vertebrar, concentrar oferta, son términos que debe ir aplicando el sector para remontar esta situación. Y en este sentido coincidieron en la necesidad de reactivar Intercitrus, para contar con una interprofesional fuerte que vertebre al sector y defienda sus intereses.

Los representantes del sector abogaron por una interprofesional citrícola que gestione acciones de promoción, sirva para planificar la campaña comercial con todos sus instrumentos a su alcance y se convierta en un auténtico lobby que negocia en nombre de los citricultores con las administraciones, sobre todo en la UE.

Manuel Arrufat, presidente del CGC, y actual presidente de Intercitrus, puntualizó en este sentido que se han intensificado las reuniones para reactivarla. “Queremos una interprofesional fuerte, pero no se pueden pedir resultados a corto plazo. Intercitrus es una herramienta muy potente pero no es la solución inmediata a todos los problemas. Es un instrumento que puede ayudar al sector, pero a medio y largo plazo”, explicó el dirigente.

En la misma línea se pronunció Enrique Bellés, que considera injustas las críticas que se están vertiendo sobre una interprofesional que “lleva varios años latente y se está intentando reflotar realizando los trámites administrativos pertinentes para que esté en pleno funcionamiento la próxima campaña”.

En la jornada también se abordaron problemas de la citricultura valenciana como el minifundismo, las organizaciones de productores, la renovación varietal, la reciprocidad fitosanitaria o el papel de la gran distribución en el comercio de cítricos.

La Comunitat Valenciana cuenta con una superficie de 165.000 hectáreas destinadas al cultivo de cítricos, un total de 65.000 explotaciones, y un gran hándicap: el minifundismo. Los citricultores valencianos entran en competencia con producciones de otras zonas, incluso dentro de España, con explotaciones de mayor dimensión en las que los costes de producción son menores. Esta legislatura la Generalitat Valenciana ha aprobado por consenso la Ley de Estructuras Agrarias y el sector espera que se destine un presupuesto digno para desarrollar esta normativa y contar con explotaciones modernas y de mayor extensión para ganar rentabilidad.

En cuanto al papel de las organizaciones de productores, solo el 34% de los citricultores comercializa su cosecha a través de estas entidades. Las OP’s son una de las grandes apuestas de la UE y el Ministerio de Agricultura insiste en que todas las ayudas se regulan por esta vía. Sobre este tema, los representantes del sector insisten en que habría que analizar si este modelo funciona y aporta resultados económicos satisfactorios a los citricultores.

Enrique Bellés apuntó al respecto que “habrá que analizar porque la mitad de las organizaciones de productores de Europa las tenemos en España. Quizás hemos creado unas organizaciones débiles donde primaba el objetivo de pertenecer a estas entidades, pero sin potenciar que estén bien dimensionadas y estructuradas, dependan de menos agentes, y que parte del valor añadido llegue a los agricultores”.

Respecto a la innovación varietal, el sector reclamó que necesita variedades nuevas, específicas, que se adapten al suelo y el clima de la Comunitat Valenciana, y que sean diferentes. Y en este sentido, demandan una transformación profunda del IVIA para convertirlo en un centro puntero de investigación. Actualmente, las variedades con mayor rentabilidad en el mercado no son ninguna española y esto repercute en la rentabilidad del sector, que debe pagar unos derechos por planta elevados.

El sector citrícola valenciano también exige reciprocidad en los controles fitosanitarios a la fruta procedente de países terceros. “Necesitamos que la administración se implique. Y quizás el tema más importante es la protección de nuestro vergel citrícola y nuestras ventajas competitivas. Todos estamos de acuerdo en que lo más importante es que no entren plagas porque en nuestra exportación trabajamos en bio y con residuo cero, y necesitamos que nuestro producto esté lo más sano posible con el mínimo de tratamientos. Esta es nuestra ventaja competitiva en Europa para diferenciarnos. Por eso somos muy exigentes en el tema de la reciprocidad”, apuntó Manuel Arrufat.

Para Carles Peris, la línea de reciprocidad, laboral y fitosanitaria, es fundamental para competir con países terceros. “Hay que recalcar, ante la opinión pública y Bruselas, los costes que está acarreando no hacer bien las cosas en los controles aduaneros. La entrada de plagas conlleva grandes inversiones públicas y de los productores para hacerles frente”, explicó el secretario general de La Unió.

Por su parte, Cristóbal Aguado apostilló sobre este tema que “el caballo de Troya en Europa del sector citrícola es Holanda. Los cítricos tienen una autopista abierta por los puertos holandeses”.

La distribución

Sobre el papel de la distribución, todos los ponentes reconocieron su poder para imponer sus condiciones en el mercado debido a su gran concentración frente a la atomización de la oferta. Para Manuel Arrufat, “la distribución es muy egoísta, quiere bueno, bonito y barato. Quiere fruta que aguante en los lineales, que sea sabrosa, y la procedencia importa, pero no tanto. La distribución se preocupa por su negocio y no por nosotros. O somos capaces de ofrecer un producto innovador y atractivo para ellos, o con el mismo producto que los demás caeremos en precios. Al final quien manda es el consumidor. Si ponemos en el mercado un producto diferenciado, el consumidor lo demandará y la distribución lo comprará”.

Enrique Bellés señaló que no es partidario de demonizar a la gran distribución ya que “es un actor indispensable y necesario en este negocio. Pero nosotros tener que realizar nuestros deberes para lograr un equilibrio y equiparar fuerzas. Ahora mismo tienen capacidad para imponer sus condiciones, y si no hacemos nada, seguirán teniendo este poder. El precio se fija en el eslabón de la gran distribución y nuestro papel es ser capaces de acortar esas ventajas para negociar mejor colectivamente”.

Por su parte, Cristóbal Aguado confirmó que “hoy quien manda en Europa es la gran distribución y marcan los precios. Y además son el gran lobby económico y político en todo el mercado europeo. Hay que organizarse y hacer frente a la gran distribución sentándola a la mesa, que sean transparentes, y que su compromiso social con la fruta europea sea verdadero”.

Carles Peris apuntó que, en la línea de la gran distribución, “hay que trabajar para aliarnos con el consumidor y que sea capaz de comprender los valores de sostenibilidad, de seguridad alimentaria, del producto valenciano o europeo. Y ofrecer algo diferente. Hay que intentar generar una vinculación fuerte con los consumidores europeos en la que valoren nuestros sistemas productivos”.

Una tormenta perfecta

Los ponentes de la jornada coincidieron en su análisis sobre el cúmulo de causas que han derivado en la profunda crisis de la campaña 2018/19. El elevado volumen de cosecha, el retraso en el inicio de la temporada, los bajos calibres por cuestiones climáticas, las lluvias tempranas y las elevadas temperaturas que provocaron que la fruta perdiera sabor, y el calor en Europa que ha mermado el consumo, han condicionado el devenir del ejercicio. Todos estos factores, unidos al incremento de la competencia de países terceros, han desencadenado una tormenta perfecta con fuertes caídas de precios.

No obstante, Enrique Bellés señaló que en el desarrollo de esta campaña existen elementos diferenciadores y, además de la crisis de precios, que ya se vivido en otros ejercicios, “se ha quedado fruta sin recolectar en el campo”.

Para Cristóbal Aguado, “este año la crisis esencialmente es de los agricultores. Esta campaña, desde que se conoció el aforo, y se vio que superábamos un volumen de 8.000.000 de toneladas, debían haber saltado todas las alarmas para prevenir lo que se avecinaba. El resultado ha sido la caída de precios en origen y, en definitiva, una campaña perdida para el sector productor agrario”.

Sobre el análisis de la temporada, Carles Peris señaló que “todas las campañas en las que se supera un volumen de 7.500.000 toneladas de cosecha, incluso antes del acuerdo con Sudáfrica, han presentado dificultades para defender un precio digno para el productor en los mercados tradicionales. El 92% de nuestras exportaciones se concentran en destinos europeos, y hay momentos en los que la oferta es muy superior a la demanda. Por lo tanto, creo que la línea de futuro es intentar facilitar al sector citrícola español la llegada a nuevos mercados para descongestionar los destinos tradicionales”.

Por poner un contrapunto positivo a esta negativa campaña, Manuel Arrufat indicó que, al menos, “este año se ha concienciado a la opinión pública sobre la problemática que viven los cítricos”.

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