¿Existen posibilidades de expansión de una nueva generación de frutas exóticas?

AGROPONIENTE FA

El maracuyá, el litchi y el longan se postulan como cultivos emergentes con posibilidades de desarrollo en los próximos años en el territorio nacional

El consumo de litchi es bajo en España, pero en Europa tiene mucho espacio para crecer y nuestro país contaría con grandes ventajas para su comercialización. / ARCHIVO

Óscar Orzanco. Paiporta.

Gracias a la eclosión de cultivos como el aguacate, y, en menor medida, el mango, la chirimoya o el níspero, España se ha convertido en el primer productor y el tercer suministrador de frutas tropicales de la UE. El mayor trabajo para alcanzar el liderazgo en este segundo terreno —como proveedor continental— pasa por ampliar la oferta. Y con este aspecto de fondo, la Fundación Grupo Cajamar y la Asociación de Productores de Aguacates (Asoproa) organizaron el pasado 3 de junio una jornada en la que arrojaron luz sobre las posibilidades de expansión —en Andalucía y Comunidad Valenciana— de una nueva generación de frutas exóticas: pitaya, papaya, maracuyá, guayaba, litchi, longan, kumquat o caviar cítrico.

Gracias a la eclosión de cultivos como el aguacate, y, en menor medida, el mango, la chirimoya o el níspero, España se ha convertido en el primer productor y el tercer suministrador de frutas tropicales de la UE

En aguacate, Andalucía es protagonista —con Málaga a la cabeza (65% de área plantada) y Granada como segunda— pero con Valencia como alternativa (16,5%). Esas dos provincias andaluzas también encabezan la producción de mango, y Granada acapara casi la totalidad de fincas de chirimoya. El cuarto tropical ‘maduro’ es el níspero, que en un 67% se cultiva en Alicante.

Frente a esta oferta, creciente y más consolidada, existe un grupo de frutas exóticas que ya están despertando interés y podrían tener potencial en las zonas más templadas de estas dos comunidades. En este contexto, Virginia Pinillos Villatoro, profesora de Producción Vegetal y Fruticultura de la Universidad de Almería, analizó en su conferencia ‘Potencial de nuevas especies tropicales y exóticas en la Comunidad Valenciana’ algunas frutas exóticas que podrían cultivarse en esta zona productora y en Andalucía para incrementar la oferta actual.

El grupo operativo regional de Andalucía GOexotika ha desarrollado gran parte de estas investigaciones  

Gran parte de las investigaciones en esta línea se han desarrollado en el marco del grupo operativo regional de Andalucía GOexotika, en el que han participado expertos de la Universidad de Almería, Coexphal, la Estación Experimental Cajamar ‘Las Palmerillas’, Plataforma Tierra y el Centro Tecnológico Tecnova. “El objetivo ha sido impulsar y profesionalizar el sector productivo de cultivos de frutales exóticos en Andalucía, pero los resultados serían también válidos para la Comunidad Valenciana porque son zonas parecidas en cuanto a clima. La meta es mejorar la rentabilidad y la productividad de las frutas exóticas y subtropicales más habituales y fomentar la implantación de nuevos cultivos”, señaló Virginia Pinillos.

El proyecto empezó con un estudio prospectivo del sector y un análisis de mercado, que identificó una serie de especies con las que trabajar. Y a partir de ellas, se ha realizado un trabajo bibliográfico para recoger técnicas de cultivo y posibles necesidades para su desarrollo. En el proceso de selección se establecieron varios niveles. Por un lado, las especies consolidadas entre las que se encuentran el aguacate, el níspero, la chirimoya y el mango. Y en otro nivel los cultivos emergentes o con potencial. En este apartado se sitúan la papaya, la pitahaya, el maracuyá, el litchi y el longan, o la guayaba, la carambola, el physalis y el kumquat. 

En maracuyá, las variedades más interesantes y que ofrecen más posibilidades de implantación en España son el maracuyá morado o gulupa, el maracuyá dulce y el maracuyá morado híbrido

Maracuyá, litchi y longan

La profesora de Producción Vegetal y Fruticultura de la Universidad de Almería, Virginia Pinillos, centró su conferencia fundamentalmente en tres cultivos emergentes: el maracuyá o fruta de la pasión, el litchi y el longan.

El maracuyá pertenece al género passiflora, que comprende más de 500 especies, muchas de las cuales son nativas de regiones tropicales y subtropicales, y algunas de ellas tienen un fruto que es comestible. Todas son especies trepadoras y para su cultivo se necesita una estructura de apoyo. “Son cultivos muy interesantes porque tienen una rápida entrada en producción. Entre los 5 y 8 meses desde el trasplante ya comenzarían las primeras cosechas. Pueden tener varias floraciones y cosechas al año, dependiendo de la zona productiva”, indicó Virginia Pinillos.

Actualmente los principales productores de maracuyá son Brasil, Colombia y Ecuador, también se cultiva en el sudeste asiático, y aquí en España ya se ha empezado a producir y comercializar en la costa de Andalucía y Murcia. “En la Comunidad Valenciana también sería posible cultivarlo”, apostilló la profesora de la Universidad de Almería.

No obstante, hay distintas especies de maracuyá. El principal es el maracuyá amarillo, seguido del morado, también denominado gulupa en algunas regiones, la granadilla, el maracuyá dulce, y también existen híbridos. Se trata de especies tropicales, aunque se adaptan a los climas subtropicales, y también son de interés para las zonas templadas-cálidas o zonas libres de heladas. La temperatura óptima de crecimiento se sitúa, en general, entre 15 y 25 grados, y algo importante es que requieren de un fotoperiodo mínimo, de alrededor de 11 horas, dependiendo de cada especie, para florecer y producir. Y también necesitan una temperatura mínima para florecer. “Por ello, no todas las especies de maracuyá son interesantes para nuestras zonas templadas”, afirmó Virginia Pinillos.

El maracuyá amarillo es la especie más producida en el mundo y está adaptada a zonas tropicales, porque sus temperaturas óptimas de crecimiento se sitúan entre 23 y 25 grados, y sufre con temperaturas elevadas. Requiere una temperatura de más de 15 grados para que haya floración. Por otra parte, la temperatura óptima para la granadilla es ligeramente más baja, pero también necesita un alto grado de humedad relativa para el cuajado. 

En el maracuyá morado, la temperatura óptima ya baja ligeramente, y ente 15 y 22 grados ya estaría en su rango óptimo. No obstante, esta especie puede soportar en producción temperaturas mínimas que ronden los 10 grados. Las humedades relativas son similares, entre 60-70.

Otra especie interesante es el maracuyá dulce, que tiene un rango de temperatura óptima mayor, desde el valor más bajo hasta el más alto. Y no sería tan limitante en cuanto a humedades relativas como otras especies. Otra característica importante es que necesita un fotoperiodo ligeramente más bajo. Se adaptaría mejora a las zonas templadas españolas, en las que durante una parte del año tienen un fotoperiodo más corto. 

Existen también especies híbridas, y en esta categoría se encuadra el maracuyá morado híbrido. “Por las experiencias que se han desarrollado en la Estación Experimental Cajamar ‘Las Palmerillas’, el maracuyá amarillo y la granadilla quedan descartados porque no se han comportado bien en los ensayos realizados en invernadero. Las variedades más interesantes, y que ofrecen más posibilidades de implantación en determinadas zonas españolas, son el maracuyá morado o gulupa, el maracuyá dulce y el maracuyá morado híbrido”, expuso Virginia Pinillos.

La producción de maracuyá morado va destinada fundamentalmente al consumo en fresco, un aspecto que lo diferencia, por ejemplo, del amarillo, que sería más apropiado para zumo. Esta variedad puede alcanzar unos rendimientos de entre 20 y 30 toneladas por hectárea, ofrece frutos de entre 40 y 76 gramos y es una especie autocompatible, no se necesita que haya polinización cruzada entre diferentes plantas, pero requiere vectores de polinización. Cuando se planta en invernadero, hay que introducir insectos polinizadores, pero se ha comprobado que con abejorros se consigue una buena polinización y una óptima producción. El fruto es de buena calidad, aunque quizás es algo pequeño. El mayor problema que puede tener la gulupa es durante el verano, por las altas temperaturas y la humedad relativa más baja en los invernaderos.

El maracuyá dulce se confirma como otra especie con gran potencial. Especie para consumo en fresco, garantiza altas producciones, de aproximadamente 30 toneladas por hectárea. Los frutos son de entre 200 y 300 gramos, con forma aperada de color amarillo-anaranjado. Uno de sus inconvenientes es que requiere polinización cruzada. “Una ventaja de esta especie es que es un producto nuevo para el mercado europeo. El fruto es muy apreciado, pero su vida postcosecha es corta”, apuntó la profesora en su ponencia. En cuanto al maracuyá morado híbrido, sería más resistente al frío. Se ha comprobado que en condiciones de invernadero en la zona de Almería se ha adaptado mejor a condiciones de temperaturas más bajas y ha sido más productivo. Es bastante rústico, vigoroso, también es autocompatible, y el tamaño de los frutos, de color morado y con calidad, es algo mayor que el de la gulupa. “Esta especie podría funcionar bastante bien cultivado bajo malla o, incluso, al aire libre”, apuntó Virginia Pinillos. 

Manejo de cultivo

Este tipo de cultivos se desarrollan casi siempre sobre una estructura de apoyo. En algunos casos se ha realizado en parral, pero han funcionado mejor en espaldera. La poda de fructificación es esencial para conseguir una mayor producción, controlar el tamaño de la planta y provocar la formación de nuevos brotes fructíferos. Una vez que se cumple un fotoperiodo adecuado, comienza la floración y se pueden obtener al menos dos cosechas anuales, pero es necesario podar adecuadamente.

En el manejo del cultivo, hay tener cuidado la polinización, dependiendo de la especie y la variedad con la que estemos tratando. Y en cuanto a las necesidades de riego, en los primeros ensayos se ha determinado que se necesitan unos 3000 m³ por hectárea en cada ciclo en condiciones de invernadero.

El maracuyá es un fruto no climatérico y, en general, se recolecta muy cercano a la plena madurez. “El mejor signo indicativo es cuando los frutos caen al suelo, e incluso se recogen directamente desde el suelo, pero sería aconsejable determinar el punto óptimo de recolección para cada variedad y para cada zona. Esto sería un factor importante porque mejoraría la calidad y la comercialización posterior”, explicó Virginia Pinillos. 

En cuanto a la protección del cultivo, las distintas especies de maracuyá tienen en las principales zonas productoras una elevada presión de plagas y enfermedades, sobre todo muchas virosis, y son las principales limitantes para su producción. En este sentido, la profesora de Producción Vegetal y Fruticultura de la Universidad de Almería apuntó que “actualmente en la Comunidad Valenciana hay pocos problemas, aunque quizás en el futuro aumenten. Básicamente, en cuanto a plagas, se encuentran afectaciones por la mosca de la fruta y daños por trips, Pero es verdad que en condiciones de invernadero, sobre todo para las virosis, esto supone una gran una ventaja. Debido a las virosis, en la zona de origen incluso se plantea ir hacia cultivos anuales, no mantenerlos mucho tiempo porque es la única manera de continuar con la producción. Cada campaña se comienza de nuevo. En la Comunidad Valenciana, hasta ahora, se pueden mantener durante más de 10 años”.

El litchi y el longan son dos especies adaptadas a zonas de veranos cálidos, largos y lluviosos, e inviernos cortos, secos y relativamente fríos, y o frecen mejor producción en zonas subtropicales

Litchi y longan

Virginia Pinillos analizó en su ponencia dos producciones que considera interesantes: el litchi y el longan. Se trata de dos especies de origen tropical adaptadas a zonas de veranos cálidos, largos y lluviosos, e inviernos cortos, secos y relativamente fríos. Ofrecen mejor producción en zonas subtropicales.

“Son dos frutos con un consumo bajo en España, pero en Europa tienen su mercado, su demanda y mucho espacio para crecer. China, Tailandia y Vietnam son los principales países productores de litchi y longan, y su producción en España contaría con grandes ventajas para su comercialización en Europa”, especificó Pinillos.

Tanto litchi como longan son especies muy parecidas, y se cultivan ya, sobre todo el litchi, en la costa de Málaga y Granada. Y en cuanto a requerimientos climáticos son muy parecidos a los del aguacate o los cítricos, con lo cual también podían implantarse en la Comunidad Valenciana, y convertirse en una alternativa para el productor. 

Su mayor inconveniente es que son especies que presentan alternancia, y habrá que buscar variedades menos alternantes y mejorar el manejo del cultivo para disminuir esta tendencia. Hay variedades que se han mostrado adecuadas en la costa de Málaga y se ha comprobado su adaptación. Kwai May Pink, Salathiel, Wai-Chee y Bengal en litchi; y Chom-poo, Bie-Khiew y Khoala en la especie logan. “Es muy importante seleccionar las variedades adecuadas, porque los primeros intentos de cultivar litchi que se realizaron en la costa de Málaga fallaron precisamente por elegir una variedad que no se adaptaba. En cuanto a longan es una especie bastante interesante. Actualmente, apenas hay plantaciones comerciales, pero es un cultivo que, por ejemplo, presenta menos alternancia que el litchi, es más productivo y su fruto tiene una vida postcosecha más larga” apostilló Virginia Pinillos. 

En guayaba, en Granada y la Comunidad Valenciana ya se cultiva algo, pero es necesario una mejor selección varietal ya que actualmente los agricultores cogen la semilla y eligen la que más les gusta

Guayaba

En Granada y la Comunidad Valenciana ya se cultiva algo de guayaba, “pero habría que realizar un esfuerzo en seleccionar variedades adecuadas. Toda la propagación prácticamente se hace por semilla, y semilla no certificada. Es decir, los agricultores cogen la semilla y eligen la que más les gusta. Sin embargo, hay variedades seleccionadas en otros países, de otros orígenes, sobre todo brasileñas. En la zona de la costa de Málaga la clasificación se reduce a la guayaba de fresa y la guayaba de limón por el color de la fruta. Pero existen muchas tipologías de fruto que podrían ser interesantes y se podrían adaptarlas a nuestras zonas”, explicó la profesora de la Universidad de Almería. 

En cuanto a técnicas de cultivo, en la guayaba es muy importante la poda de fructificación. “Produce en brotes y, depende de cómo manejemos la poda, determinaremos la época de cosecha. La época de cosecha de la guayaba se extiende desde el inicio del otoño hasta la llegada de la primavera. Uno de los principales problemas de esta especie son las plagas y en algunos casos, para el control de la mosca, se requiere el embolsado del fruto”, concluyó Virginia Pinillos.

Acceso a la noticia en las páginas 10-11 del dossier de Tropicales en el ejemplar de Valencia Fruits. 

Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.