Entrevista al Vicepresidente tercero de AVA-Asaja y responsable de AVA-Asaja Castellón, José Vicente Guinot

José Vicente Guinot afirma que, a pesar de su retroceso productivo, la Clemenules sigue siendo un símbolo de la citricultura castellonense. / AVA CASTELLÓN
Nerea Rodriguez. Redacción.
La provincia de Castellón afronta una campaña con menor producción, un aumento de plagas difíciles de controlar y un modelo productivo en transformación. José Vicente Guinot, subraya la necesidad de una agricultura profesional y estructurada, capaz de adaptarse a los cambios del mercado. Advierte además a las administraciones sobre la urgencia de medidas concretas y de apoyo real al sector. En su opinión, sólo con compromiso político, inversión tecnológica y precios justos se podrá garantizar la viabilidad y el futuro de la citricultura castellonense.
Valencia Fruits. Castellón afronta una campaña con una de las producciones más bajas de los últimos años con un retroceso acusado en clementinas. ¿Cómo ha afectado esta situación a la provincia, que históricamente ha sido el corazón citrícola de la Comunitat Valenciana?
José Vicente Guinot. Iniciamos la campaña con cierto adelanto y con precios, según variedades, similares a los del año pasado o incluso con incrementos de entre un 20 y un 25%, compensando el déficit previsto por las adversidades meteorológicas, especialmente el granizo en el sur de la provincia.
Desde AVA-Asaja Castellón estimamos unas 540.000 toneladas, una reducción de alrededor del 10%. Esperábamos que la tendencia positiva del arranque se mantuviera, pero ahora observamos un parón en las compras difícil de justificar.
En cualquier caso, esta campaña sigue siendo una oportunidad para que los citricultores defiendan precios dignos.
VF. Castellón es conocida como la “capital mundial” de la Clemenules. ¿Qué ha pasado para que la joya del campo castellonense haya perdido tanto terreno?
JVG. La Clemenules sigue siendo un símbolo de la citricultura castellonense, pero concentra gran producción en un periodo muy corto. Por eso, muchos citricultores han optado por diversificar y escalonar la recolección, dando protagonismo a otras variedades y, en algunos casos, a cultivos alternativos como el aguacate. Aun así, la Clemenules mantiene un papel relevante y su calidad sigue siendo un referente de buen cítrico.
VF. ¿Qué peso ha tenido el factor clima en este retroceso de la Clemenules?
JVG. Los problemas meteorológicos, cada vez más frecuentes —granizadas fuera de época y lluvias torrenciales— han llevado a muchos citricultores a diversificar y no depender de una sola variedad, cuya cosecha se concentra en apenas mes y medio. Alargar la campaña y variar cultivos es una apuesta inteligente para proteger la producción y defender la rentabilidad global de las explotaciones.
VF. Hace apenas una década, Castellón contaba con centenares de empresas citrícolas, cooperativas fuertes y una asociación exportadora —Asociex— que presumía de músculo en ferias internacionales. Hoy el mapa es otro: cierres, fusiones y fondos de inversión comprando tierras. ¿Qué reflexión le merece esta transformación tan drástica del tejido empresarial?
JVG. Afortunadamente, en la provincia de Castellón seguimos contando con empresas citrícolas importantes y con una asociación exportadora como Asociex, que continúa activa y con peso en el sector. Pero es cierto que el panorama ha cambiado, y mucho.
Lo que estamos viendo es un reflejo más de la situación que atraviesa la agricultura en general, y el sector citrícola en particular, a escala global. Los grandes grupos de distribución y las multinacionales con presencia en el sector primario tienen cada vez mayor capacidad de actuación e influencia en múltiples ámbitos, y eso acaba condicionando también la economía agraria, no sólo local, sino mundial.
Nuestro tejido empresarial no es ajeno a esta realidad y, por tanto, debe adaptarse a la evolución global que está experimentando el sector.
VF. ¿Hasta qué punto los fondos de inversión y grandes grupos están reconfigurando el futuro del campo castellonense? ¿Pueden ser una tabla de salvación o, por el contrario, suponen la pérdida definitiva del control por parte de los agricultores?
JVG. Es evidente que la configuración empresarial del sector agrícola en Castellón está cambiando. También lo es que los fondos de inversión están llegando a la provincia, y que, lógicamente, no pueden tener el mismo apego al territorio que los comercios tradicionales que conocíamos. Eso puede generar cierta sensación de distancia entre el agricultor y quien le compra la naranja o la mandarina.
En cualquier caso, lo verdaderamente importante es que los contratos de compra-venta se formalicen correctamente, que los periodos de recolección sean los adecuados, que se respeten los plazos de pago y, por supuesto, que el precio de compra de nuestros cítricos sea justo.
Si se cumplen estas condiciones, el citricultor no tendrá problema: siempre ha demostrado una gran capacidad de adaptación a los cambios, y este será uno más que sabrá afrontar con la misma determinación.
VF. En su última entrevista, advertía de los altos costes de producción y de la falta de herramientas fitosanitarias eficaces. ¿Cómo se afronta una campaña con menos fruta, más plagas y menos medios para combatirlas?
JVG. No es una situación nueva: afrontamos otra campaña con más plagas, más dificultades y menos herramientas para combatirlas.
Cada vez llegan más plagas foráneas y resulta más complicado controlar tanto las nuevas amenazas como las tradicionales. Las materias activas actuales son menos eficaces y las resistencias aumentan. En Castellón, por ejemplo, los ácaros que antes se controlaban correctamente llevan varias campañas generando problemas serios.
Si la administración no autoriza materias activas adecuadas, permite alternancia o aprueba excepciones, el problema será cada vez más difícil de resolver. Esa es la realidad.
VF. La falta de infraestructuras hídricas es otro de los problemas históricos. ¿Qué inversiones o políticas serían prioritarias para garantizar el agua en una provincia como Castellón?
JVG. Castellón carece de grandes ríos o pantanos, y sufre periodos cortos de lluvias intensas seguidos de largas sequías, una situación que condiciona la agricultura y la ganadería.
Desde AVA-Asaja Castellón proponemos crear una red de pequeños embalses y balsas de regulación que permitan almacenar el agua de esas lluvias para usarla en sequía. Además, ayudarían a regular caudales y evitar daños en episodios de tormentas. Sería una solución muy beneficiosa para toda la provincia..
VF. La falta de relevo generacional es otro desafío evidente. ¿Qué medidas urgentes deberían aplicarse para revertir este envejecimiento del campo?
JVG. Para que los jóvenes apuesten por el sector agrario deben tener la seguridad de que una explotación puede ser rentable y permitir vivir dignamente. La rentabilidad es la clave.
Es fundamental gestionar las explotaciones de forma profesional, incorporar tecnología y alcanzar una dimensión adecuada, porque el sector evoluciona en esa dirección.
También es imprescindible que las administraciones actúen: la UE debe revisar los acuerdos con países terceros y la política de materias activas; a nivel nacional, impulsar un plan hidrológico y más inversión en investigación; y en el ámbito autonómico, aprobar una Ley de Estructuras Agrarias y un plan integral para la citricultura valenciana, con un mapa varietal actualizado y medidas contra el minifundismo.
VF. Castellón parece vivir una lenta decadencia entre el abandono de campos, la falta de rentabilidad y la pérdida de identidad agraria. ¿Todavía hay tiempo de revertir ese declive o estamos asistiendo al final de una era?
JVG. La Comunitat Valenciana encabeza las cifras de abandono de tierras, con unas 170.000 hectáreas fuera de producción, muchas de ellas en Castellón. Aun así, creo firmemente que todavía hay tiempo para revertir la situación. Si no lo pensara, no seguiría dedicado al sector agrario ni a una organización como AVA-Asaja.
Es cierto que atravesamos un periodo de grandes cambios en el modelo productivo: persisten el minifundismo, las explotaciones a tiempo parcial y las de carácter más familiar que empresarial. Pero podemos reconducir el rumbo si recuperamos tierras abandonadas, facilitamos su puesta en valor y avanzamos hacia una agricultura más profesional y estructurada.
Castellón siempre ha sido una tierra emprendedora y capaz de adaptarse. No veo por qué esta vez tendría que ser diferente.
VF. Para acabar, ¿qué le diría a los agricultores castellonenses que siguen resistiendo, a pesar de todo? ¿Y qué mensaje lanzaría a las administraciones que aún no han entendido la magnitud del problema?
JVG. Debemos ser positivos respecto al futuro de nuestra citricultura. El modelo productivo cambiará, pero forma parte de la evolución natural del sector. Lo importante es entender esos cambios, anticipar hacia dónde van los mercados y saber adaptarse.
Habrá que apostar por variedades y cultivos adecuados, gestionar con profesionalidad y aprovechar las nuevas tecnologías, que permitirán reducir costes, optimizar recursos y mejorar la rentabilidad.
A las administraciones les pediría que apuesten de verdad por el sector. No bastan las palabras ni los gestos: la agricultura es vital —como se demostró durante la pandemia— y Europa no puede depender de países terceros. Es hora de dejar de lado las batallas partidistas y atender las necesidades reales del campo.
Si la Administración cumple con su papel y los agricultores mantienen una visión profesional, nuestra agricultura tiene futuro.
Acceso al entrevista en la página 30 del dossier de Cítricos en el ejemplar de Valencia Fruits.
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