Mercosur, la gota que colma el vaso

DECCO PEPITA

Una vez más, concesiones a nuestros competidores, en un sector cada vez más herido con el de los cítricos, hacen perder la ilusión por luchar

Mercosur

El acuerdo contempla la total liberalización de la importación de zumo de naranja, sin contrapartida alguna. / Archivo

Aunque esperado, se trata de un tema indignante. Una vez más, y ya son muchas, son los cítricos los paganos de los beneficios que se llevan otros. Una vez más, concesiones a nuestros competidores, en un sector cada vez más herido, hacen perder la ilusión por luchar en generar prosperidad económica y toda una serie de beneficios sociales. Y es que en esta ocasión, el protagonismo de un nuevo ataque a los intereses de la citricultura española hay que buscarlo en los nuestros, y más concretamente en los más altos dirigentes políticos españoles.

Seguro que todos los lectores habrán adivinado que me estoy refiriendo al anunciado acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Mercosur. Y es que la cosa, como se dice por tierras gallegas, tiene retranca. ¿Y por qué? por tres razones muy claras: en primer lugar, el acuerdo contempla la liberalización total, sin contrapartida alguna, de la importación de zumo de naranja. En segundo lugar, porque es el presidente de mi país el impulsor principal de este acuerdo que tanto nos perjudica, en el seno de la Unión Europea. En tercer lugar, porque existen una serie de socios comunitarios que sí que han puesto condiciones para dar su aprobación, exigiendo una serie de cautelas en productos sensibles, y entre los que observamos con estupor, que no se encuentra España en el caso de los cítricos.

Desde un punto de vista de los grandes números, la Unión Europea es el primer socio comercial de Mercosur, con inversiones en aquel grupo de países por valor de 381.000 millones de euros, mientras que las de Mercosur en la UE alcanzan la cifra de 52.000 millones en 2017. Es un hecho relevante que la Unión Europea tiene un balance comercial global positivo en sus relaciones con Mercosur, al contrario de lo que ocurre en materia agraria. En 2018, la Unión Europea exportó a Mercosur productos agrarios por valor de 2.289 millones de euros (el 5,1% del total de productos exportados a nivel general), mientras que las exportaciones alcanzaron la cifra de 18.205 millones de euros (el 49% de las importaciones de esa procedencia). Ambas cifras, dan como resultado, un desfase a favor de Mercosur de 18.205 millones de euros.

Según reza en la página web del gobierno de la República Argentina, Mercosur es el “Mercado Común del Sur”, así como un proceso de integración regional instituido inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. A fin de cuentas se trata de un mercado potencial de 260 millones de consumidores, que sí que es cierto que se abre para toda una serie de productos industriales y de servicios, y porque no decirlos, para algunos productos agrarios, con más suerte. Pero también es cierto que los países más reticentes a la firma del acuerdo han limitado la exportación desde Mercosur a Europa, a cantidades concretas sin aranceles, al haber introducido contingentes.

En el caso de los cítricos, me permitirán la expresión, el acuerdo ha sido a pelo. Ah, eso sí, los aranceles no se eliminan de repente, si no que se irán reduciendo en un periodo de diez años, hasta que al final del periodo transitorio desaparezcan totalmente. Con ello se supone que nos tendremos que ir adecuando al nuevo escenario. Así como otros países sí que han podido introducir contingentes arancelarios para sus productos agrícolas sensibles, es decir, cantidades concretas que se beneficiarán de la reducción arancelaria, en el caso de los cítricos y otras frutas y hortalizas, esta posibilidad, aunque sea como mal menor, no se le ha ocurrido a nadie. Quizás porque Brasil ya ostenta el 90% de las importaciones de zumo comunitario, puede que haya dado que pensar a algunos, que si ya está dentro, aquí se puede ceder.

Ese pensamiento no hace más que aflorar un total desconocimiento de este sector. Tan solo en España, del orden de un millón de toneladas, y en algunas campañas, incluso más, tiene como destino la transformación. Con ello se consigue eliminar de la comercialización en fresco aquella fruta de peor aptitud comercial, y que de aparecer por los distintos circuitos de venta en fresco, no hacen más que lastrar el mercado. Por otra parte, la industria viene pagando unas cantidades económicas en el entorno de los costes derivados de la recolección y acarreo de la fruta, por lo que se consigue, o al menos se intenta, que la fruta no apta para el mercado en fresco no suponga tan solo costes.

Pero el que no se conforma es porque no quiere. A decir verdad, el acuerdo contempla una cláusula, según la cual, todas las importaciones comunitarias desde Mercosur tendrán que cumplir con la normativa comunitaria en materia de seguridad alimentaria, es decir, de las personas. Pero las pretensiones iniciales de Bruselas van más allá, pues el acuerdo alcanzado reza que “las autoridades europeas podrán actuar para proteger la salud humana, animal, vegetal o medioambiental frente a riesgos incluso si los análisis científicos no son concluyentes”. Parece que se ha aprendido algo del modo de actuar de nuestros colegas sudafricanos, y Bruselas se quiere curar en salud. Al menos cara a la galería, pues deja la puerta abierta a legislar, más allá de los aranceles, en el plano de las normas sanitarias y fitosanitarias.

Para el sector de los cítricos, esto no es más que palabrería, y si no, falsa retórica. Tan solo hay que ver cómo Bruselas ha retorcido la normativa en materia fitosanitaria, incluso cuando le ha estado asistiendo la razón. Lo ocurrido con las importaciones de cítricos procedentes de Sudáfrica, ya ampliamente difundido desde esta tribuna, es un claro ejemplo de ello. La última decisión a este respecto, y que deja a las claras a qué juega Bruselas, es su intención de no inclusión del hongo “Phlyllosticta citricarpa”, causante del CBS, (Citrus Black Spot), o Mancha negra de los cítricos en la lista de plagas de cuarentena que serán consideradas como “prioritarias” por la UE. No lo incluye cuando sí puede hacerlo, y cuando está constatada su virulencia en aquellas regiones productivas donde se ha detectado.

Desde la otra parte negociadora, las repuestas también han sido de todo tipo. Así, el ministro argentino de Producción y Trabajo, Dante Sica, manifestaba en la edición del día 30 de junio del diario de aquel país, La Nación, que tras el acuerdo con la Unión Europea, su gobierno buscará una mayor competitividad de sus sectores productivos, y que para ello, se impulsará un plan de reformas con ese objetivo. Parece una posición inteligente el hecho de tratar de modernizar la actividad económica, haciendo de la necesidad virtud, e invirtiendo en futuro. Las primeras medidas propuestas van en la línea de reducir la presión fiscal y lo costes logísticos, además de mejorar los temas laborales.

Por nuestra parte, el comisario de Agricultura de la Unión Europea, el irlandés Phil Hogan, persona que no cabe duda que últimamente está mostrando un especial interés por enterarse de qué es lo que les ocurre a los cítricos, ha admitido que el acuerdo “presenta retos para los agricultores europeos y que la Comisión está lista para ayudarles a superarlos”. La Comisión puede, pero no sé si el sector los podrá superar. No cabe duda que estas son las únicas declaraciones que cabe esperar del señor Hogan después de lo acordado para los cítricos, pero también es cierto que el escepticismo sobre sus intenciones es total. Todo esto no sería necesario, y tener que quedar una vez más evidencia, de haberse negociado un acuerdo justo para los cítricos.

Y es que por más cosas que nos digan, ya es difícil que nos podamos creer nada. La respuesta de Bruselas a la última crisis del sector fue más que indolente; en las negociaciones del Marco Financiero Plurianual del próximo periodo operativo se está proponiendo una disminución del presupuesto de la PAC; la respuesta de Bruselas al veto ruso impuesto por Vladimir Putin a las frutas y hortalizas procedentes de la Unión Europea fue raquítica, en primera instancia, y nula a continuación; las compensaciones, consecuencia de las facilidades ofrecidas a competidores tan directos como Sudáfrica o los países productores del área mediterránea, brillaron por su ausencia. Incluso fue peor, pues supuso la indignación de los tecnócratas comunitarios cuando se solicitaron.

El tema es difícil, pero no imposible. Sabemos que cuando en Bruselas se pone una letra en un papel es bastante difícil cambiar siquiera un acento, pero también es cierto que la firma definitiva del acuerdo con Mercosur todavía tiene que superar una serie de fielatos como es el caso del nuevo Parlamento Europeo. No cabe duda que para un sector con problemas, un mensaje como el que se lanza desde este acuerdo no aporta nada positivo. En este sentido, no se entiende como el presidente de mi gobierno ha promovido un acuerdo que le perjudica en tal medida. Por todo lo dicho, el sector cuanto menos se merece una explicación por parte del presidente Sánchez, pues es nuestra intención solicitarla.

(*) Cirilo Arnandis es presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries