Negocian ampliar intercambio multilateral de semillas a más cultivos

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Los países firmantes del “tratado de las semillas” negocian en Roma si ampliar el intercambio de esos recursos a más cultivos dentro del sistema multilateral vigente o generar pagos por el uso de información genética

Con esta negociación se pretende frenar la pérdida de biodiversidad.

Esas son algunas de las opciones que están encima de la mesa para mejorar el acceso y la distribución de beneficios por la utilización de recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura, tal y como fija un acuerdo internacional que lleva en vigor 15 años.

La directora general adjunta de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Maria Helena Semedo dio  la bienvenida a los representantes de los 146 miembros del tratado, reunidos en la sede de la agencia, y les advirtió de la “alarmante” pérdida de biodiversidad en el mundo.

“Hay que hacer más por optimizar la diversidad de cultivos que todavía se conserva en los bancos de semillas y diversificar nuestras dietas, yendo más allá de los alimentos básicos e invirtiendo más en la investigación de frutas, verduras y cultivos poco utilizados”, afirmó Semedo, que animó a reconfigurar el tratado.

En su reunión, los gobiernos analizarán una propuesta de Suiza para abrir los intercambios multilaterales a todos los recursos genéticos de las plantas que sirven para la alimentación y la agricultura.

Actualmente el tratado establece un sistema mundial para que agricultores, mejoradores de plantas y científicos puedan acceder a los materiales de 64 cultivos esenciales.

Hasta la fecha se han intercambiado más de 2,4 millones de muestras de semillas mediante ese mecanismo.

Lo que no se ha logrado, según los críticos, es otro fundamento del tratado, el de que los usuarios como las empresas que utilicen esas semillas en la mejora de las plantas o en la biotecnología compartan los beneficios obtenidos con las zonas de donde proceden tales materiales.

Con vistas a atraer más dinero al fondo de distribución de beneficios, financiado básicamente con donaciones de países y que por ahora ha apoyado a un millón de personas en países en desarrollo, las partes del tratado también tienen previsto analizar la “información digital sobre secuencias”.

Esto significaría que los usuarios paguen también por los datos genéticos de las plantas cuando, por ejemplo, emplean nuevas tecnologías avanzadas de edición genética, aunque la propuesta no ha sido bien recibida por países desarrollados.

Mientras, los investigadores siguen avanzando en asuntos como el intercambio seguro de semillas y sin peligro de plagas, colaborando con las autoridades y elaborando directrices para acelerar los trámites, explicó en un acto Michael Abberton, del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, por sus siglas en inglés).

El Consorcio de Centros Internacionales de Investigación Agraria (CGIAR) detalló que desde 2007 han recopilado más de 5 millones de muestras de semillas y distribuido parte del material por los distintos continentes, sobre todo a programas nacionales y universidades, y en menor medida a empresas, agricultores y particulares.