Egipto, líder de nuevo

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Egipto supera a España en las exportaciones de naranja

Egipto

Desde 2016, el sector citrícola egipcio se ha rediseñado para obtener una producción dirigida a los mercados internacionales. / Archivo

Cirilio Arnandis. Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries

Allá por el mes de enero de 2019, desde esta misma tribuna, tuve ocasión de publicar un artículo cuyo título era: “Ya no somos los primeros. ¡Pero lo seremos!”. Hacía referencia al hecho estadístico que indicaba que un país ribereño del mar Mediterráneo, Egipto, había superado a España en volumen de exportación en el caso de las naranjas, motivo por el cual, nuestro país era destronado como líder mundial en la comercialización de ese producto. En concreto, en aquel artículo se indicaba lo siguiente: “Un hecho cierto es que España ha pasado de representar el 70% del suministro de cítricos a la UE en el 2012, al 60% en el 2017. Además, España ya no es el principal exportador de naranjas del mundo, cediendo ese primer puesto, ese lugar de privilegio, a Egipto”.

Lo que en principio podría parecer tan solo un dato suelto, o meramente anecdótico en el verano de 2017, se vuelve a producir en 2019, tal como comprobamos si buceamos en los datos de fin de cierre de la campaña. Ello ha provocado que, durante esta semana, se haya podido leer la noticia en distintos medios de comunicación, con titulares del tipo “Egipto destrona a España”. Esto reafirma que el hecho ya no tiene nada de anecdótico, sino más bien, empieza a tomar un carácter preocupante. Así, según el “Informe de Comercio Exterior de los Cítricos”, elaborado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en la campaña 2018/2019, España exportó un total de 1,7 millones de toneladas, mientras que según informan las autoridades agrarias egipcias, el valor de sus exportaciones se fue hasta los 1,8 millones de toneladas.

Como no podría ser de otra manera, las autoridades del país ribereño del Mediterráneo no han tardado en airear la noticia. Así, en un comunicado de prensa, su ministro de Agricultura explicaba cómo ahora su país está en primera posición, superando a España en las exportaciones de naranjas, para continuar afirmando que “nuestros agricultores quieren plantar más, visto el éxito en la expansión”. En esta misma línea de incremento de la producción, se enmarcan las últimas declaraciones del ministro de Agricultura, Pesca Marítima, Desarrollo Rural, Agua y Bosques de nuestro vecino país, Marruecos, como consecuencia de la puesta en valor del “Plan Marruecos Verde”, tantas veces ya anunciado, pero que cada vez se constata como una realidad más evidente y tangible. Por tanto, no solo hay que centrar el tiro en Sudáfrica, ya que las amenazas para los cítricos españoles son múltiples y variadas, y no tienen un único origen.

En un somero análisis de la producción citrícola egipcia, bien se habría podido decir hace unos pocos años que, además de las condiciones climáticas adversas, la mayoría de sus plantaciones están en el desierto, existiendo otras limitaciones de producción atendiendo a que muchos huertos son viejos y contienen árboles de 50 años; falta de conocimiento de un sistema de abonado de los árboles adecuado; uso de métodos de riego por inundación que en algunos casos impactan negativamente la producción; falta de un sistema de manejo integrado de cultivos para mejorar la calidad. Pero desde el año 2016, ha habido un esfuerzo con apoyo público para superar estas limitaciones, reemplazando los huertos viejos y de baja productividad, mejorando las técnicas de riego, aplicando nuevos programas en el manejo de nutrientes y reduciendo las pérdidas postcosecha. En definitiva, se ha rediseñado una producción dirigida a los mercados internacionales.

En la campaña 2018/2019, España exportó un total de 1,7 millones de toneladas, mientras que según las autoridades agrarias egipcias, el valor de sus exportaciones alcanzó los 1,8 millones de toneladas

Es muy probable que toda esta reestructuración emprendida por el país de los faraones lo sea, incluso con fondos procedentes de Europa, eso sí, siempre con el ánimo de mejorar el nivel de vida de los de allí, aunque a veces no se piense en los de aquí. Lo que es cierto es que la expansión citrícola egipcia se da en la ribera del Nilo, con agua abundante y barata cuando no gratuita, y que se trata básicamente de tierras ganadas al desierto. No sé si transformar las arenas del desierto es un atentado ecológico, o por el contrario, se trata de enriquecer un suelo yermo, vaya usted a saber, pero lo que sí que es cierto es que la capacidad de transformación de estos suelos es aparentemente ilimitada. Paradojas de la vida, seguro que hay quien entenderá que este es el equivalente africano del “Pacto Verde Europeo”.

Más allá de lo analizado, la gran baza a favor de Egipto son sus costes y sus precios. Y no es que lo diga yo, pues según datos ofrecidos por USDA, el equivalente norteamericano de nuestro Ministerio de Agricultura, en el último informe sobre el sector citrícola egipcio se exponen datos concretos. Según esta fuente, en diciembre de 2019, el precio de producción de las naranjas navel es de 2-3 libras egipcias por kilogramo, es decir, entre 11 y 16 céntimos de euro por kilo. Estos costes permiten poder ofrecer un valor, en base al mismo informe, del precio promedio al consumidor de estas naranjas por 7-8 libras turcas por kilo, es decir, que puede existir fruta puesta a disposición del consumidor con un coste inferior a los 40 céntimos de euro por kilo. Por si fuera poco, el precio de compra lo determinan todos los años los miembros del comité de cítricos del “Consejo de Exportaciones Agropecuarias”, que se reúnen antes del inicio de la cosecha. Se ve que allí no existe autoridad sobre materia de Competencia.

Además de sus aspectos sociales, la debilidad de la moneda egipcia es otro factor de competitividad. La libra del país africano cayó con mucha fuerza en 2016 debido a una devaluación de la divisa en el marco de una reestructuración de la deuda y un posterior rescate del Fondo Monetario Internacional de 11.000 millones. Su situación geográfica le facilita el acceso al mercado ruso, ahora cerrado para los europeos, así como una mejor disposición competitiva en los mercados de Oriente Medio, A fin de cuentas, la suma de las exportaciones a Rusia, Arabia Saudí y China, representan el 43% de sus exportaciones globales. Algunos aspectos curiosos es ver que, mientras Egipto es capaz de exportar a China más de 200.000 toneladas, España tan solo exporta del orden de 9.000 toneladas de naranjas. Otro elemento curioso es ver cómo en esta estadística, se habla de exportaciones de naranjas egipcias a Holanda, y no al total de la Unión Europea. ¿Por qué será?

No solo hay que centrar el tiro en Sudáfrica, ya que las amenazas para los cítricos españoles son múltiples y variadas, y no tienen un único origen. Ahí están los ejemplos de Marruecos o Egipto

El principal mercado de los cítricos españoles es el de la Unión Europea. De igual manera, es este el lugar donde quieren también, y de modo prioritario, vender otros países terceros productores de cítricos, pues es un mercado con un alto nivel de vida de los consumidores y con un sistema de garantías jurídicas excelente. Esto mismo también puede ocurrir en mercados como el norteamericano o el nipón, pero ya sabemos cómo se las gastan estos países, no ya con los aranceles, caso de Donad Trump, si no en las exigencias en el plano fitosanitario, cuestión esta mucho más liviana por lo que respecta a la normativa comunitaria. Si bien es cierto que Europa es exigente en cuestiones relativas a la seguridad alimentaria, no lo es tanto en el ámbito fitosanitario, y si no tan solo hay que ver cómo cada vez hay más problemas provenientes del exterior en nuestras explotaciones.

Mientras Europa impone un “Pacto Verde” que supone mayores costes para los productores europeos, otros países terceros, productores de cítricos, ven en este Plan europeo una oportunidad para transformar más superficie e incrementar su producción, en este caso citrícola. Bruselas es consciente de que para obtener respuesta eficiente en el ámbito del cambio climático, de nada vale una exigencia medioambiental tan solo para suelo europeo, si no se es capaz de hacer extensivas las mismas exigencias a terceros países. Y esto solo puede llevarse a cabo, exigiendo a los de allí, lo mismo que a los de aquí, para aquellos que quieren vender aquí. Escrito está, pero ya sabemos cómo son estas cosas. Salvo que se emita un mensaje claro al resto de suministradores, revisando los tratados de acceso a Europa, firmados en momentos y circunstancias muy distintas a las actuales, ya vemos la respuesta a la política europea.

En la campaña 2014/2015, Egipto exportó a Europa un total de 193.000 toneladas de naranjas, lo que suponía un 21% de las importaciones comunitarias. Cinco campañas después, ha exportado un volumen de 312.000 toneladas, lo que equivale a un crecimiento del 62%, suponiendo un 27% de las importaciones comunitarias. Los números lo dicen todo. Y es que mientras Bruselas no adopte una auténtica política de exigencia de lo que escribe, y en donde la reciprocidad, en todos los ámbitos, sea una realidad constatable, lo único que se conseguirá es el crecimiento de los de fuera. Una Política Agrícola Común (PAC) con más exigencias, pero con menos dinero, suena mal, pero que además sirva para que crezcan tus competidores, todavía suena peor.

Cirilio Arnandis. Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries