Francisco Rodríguez Mulero: “Ejercer el liderazgo”

Bayer cítricos
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Francisco Rodríguez Mulero, Secretario Autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana, destaca en este artículo la posición de liderazgo a nivel mundial que ocupa la citricultura española en general y la valenciana en particular

“A pesar de las dificultades crecientes, seguimos siendo líderes en exportación”. / RF

Francisco Rodríguez Mulero, Secretario Autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana.

No descubro ningún secreto al afirmar que la citricultura española, en general, y la valenciana, en particular, ocupan una posición de liderazgo a nivel mundial, especialmente en el apartado relativo a la exportación, donde ostentamos una hegemonía indiscutible, aunque en términos absolutos de producción seamos el sexto país del mundo. La fuerza, prestigio y renombre de nuestras naranjas y mandarinas guardan una estrecha relación, como es lógico, con su propia historia, puesto que estas tierras fue- ron pioneras en el cultivo de los cítricos y aún lo fue más la vocación comercial que de inmediato llevó aparejado su paulatino desarrollo.

En plena autarquía franquista las naranjas españolas se convirtieron durante algún tiempo en la única fuente de divisas de este país y los que somos veteranos en estas lides hemos disfrutado a menudo con el rico anecdotario de las andanzas de los primeros exportadores cuando lograban vender su mercancía en Europa hablando lenguas desconocidas que apenas chapurreaban. Mucho han cambiado los tiempos desde entonces. Ya no estamos solos en los mercados, la competencia —tan a menudo desleal— que ejercen los terceros países es cada día más feroz, las reglas del juego y los condicionantes del negocio no son los de antaño y, con todo y con eso, a pesar de las dificultades crecientes, seguimos siendo líderes en exportación.

“Resulta tan evidente como necesario acometer una apuesta decidida por la creación de unidades productivas rentables que propicien una agrupación ordenada de la oferta”

Tal circunstancia, en la compleja coyuntura actual, indica que las bases de nuestra citricultura son sólidas y que contamos con un núcleo de empresas punteras altamente profesionalizadas. Pero esa solvencia competitiva tampoco puede llevarnos a engaño o a pensar que nos encontramos en una situación idílica, porque no es así. Las amenazas son múltiples y de naturaleza variada: acuerdos comerciales desfavorables, plagas y también insuficiencias en las estructuras productivas que afectan de forma muy negativa a la rentabilidad de los agricultores en su condición de eslabón más débil de la cadena de valor.

En realidad, lo que quiero decir es que si somos líderes —como de hecho lo somos— y queremos seguir siéndolo por mucho tiempo debemos comportarnos como tales, debemos creérnoslo de verdad y tomar la iniciativa; sin complejos, sin manías, sin coartadas autocomplacientes. De algún modo, es preciso rescatar aquel espíritu emprendedor, aquel rapto de valor y genialidad que tuvieron aquellos visionarios a los que aludía al principio y que los llevó a conquistar el mundo armados con una naranja. Creían en lo que estaban haciendo y el tiempo les ha dado la razón.

Ellos supieron adaptarse a las condiciones de su época y a sus herederos —en el campo, en el almacén, en los mercados— les corresponde ahora ser capaces de responder a los retos y exigencias que plantea el siglo XXI. Se trata de un legado muy valioso que es necesario preservar, porque no olvidemos que a fecha de hoy la citricultura sigue siendo uno de los principales motores económicos de la Comunitat Valenciana y no solo por el valor intrínseco que representa en sí misma, sino también por el efecto multiplicador que tiene sobre otras industrias y actividades afines.

“Para continuar ejerciendo ese liderazgo es preciso acometer determinadas reformas y llevar a cabo ciertos ajustes, porque, si no lo hacemos, otros lo harán por nosotros”

Hablaba unas líneas más arriba de las amenazas que acechan el liderazgo de nuestros cítricos y, atendiendo sobre todo a mi condición de secretario autonómico de Agricultura de la Generalitat Valenciana, me veo en la obligación de señalar el que es, con toda probabilidad, uno de sus principales talones de Aquiles. Me estoy refiriendo, evidentemente, a una estructura de la superficie productiva atomizada en exceso y que lastra, por eso mismo, la capacidad competitiva de sus propietarios, condenados como están a afrontar los elevados gastos que conlleva el minifundio exacerbado sin que ese desembolso encuentre después, y por lo común, una justa compensación en los precios que suelen pagarse en un contexto de mercado complejo y cambiante.

Por tanto, resulta tan evidente como necesario acometer una apuesta decidida por la creación de unidades productivas rentables que propicien una agrupación ordenada de la oferta y para poder lograrlo el sector cuenta con un instrumento, ampliamente avalado por organizaciones agrarias y grupos políticos, como es la ley de estructuras agrarias. Pero no es ese, bien lo sé, el único frente que tiene abierto la citricultura de cara a garantizarse un futuro competitivo. Otros campos de actuación resultan igualmente cruciales a la hora de defender y reafirmar nuestro liderazgo. Así, la mejora del enorme potencial que conservamos pasa también por el necesario fortalecimiento de los órganos de representación común del sector —Intercitrus, sin ir más lejos—, por dinamizar y adecuar los canales de comercialización y por tener una presencia protagónica en los lobbies nacionales e internacionales a fin de poder influir en la toma de decisiones.

En este sentido, confieso que me produjo una gran satisfacción contemplar la unidad sectorial que presidió sin fisuras el primer corte de la naranja valenciana celebrado hace unas semanas, un acto de valor simbólico que debe trascender su indudable fuerza representativa para convertirse en hechos, en acuerdos, en acciones que redunden en el beneficio de todo un colectivo cuyos elementos se encuentran íntimamente entrelazados y cuyo éxito final depende, en última instancia, del buen funcionamiento de todos ellos.

La capacidad y el buen hacer de este sector están de sobra acreditados y, por si alguien aún lo duda, ahí está su comportamiento ejemplar durante esta dura crisis de la COVID-19 para demostrarlo. Pero para continuar ejerciendo ese liderazgo es preciso acometer determinadas reformas y llevar a cabo ciertos ajustes, porque, si no lo hacemos, otros lo harán por nosotros.

(*) Secretario Autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana

Puedes leer el dossier completo de cítricos aquí.

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