Vicente Dalmau: “La sanidad vegetal avanza hacia un control más orgánico y biológico”

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Vicente Dalmau, jefe de Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana, analiza en esta entrevista la situación sanitaria de los cultivos de la Comunitat en un contexto en que el control orgánico y biológico cobran fuerza

Vicente Dalmau acumula una experiencia de más de 17 años trabajando en el Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana. / FOTOGRAFÍAS ÓSCAR ORZANCO

Óscar Orzanco. Redacción.

Vicente Dalmau lleva en el Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana más de 17 años. Aprobó las oposiciones en 2002 y le concedieron la plaza en enero de 2004. Desde entonces ha desarrollado su labor profesional en este centro ubicado en Silla (Valencia). En general, Dalmau considera que la situación sanitaria de los cultivos de la Comunitat Valenciana es buena, sobre todo si lo comparamos con otras zonas productoras del mundo, aunque hay problemas como el Cotonet de Sudáfrica, Xylella o la mosca de la fruta, en un catálogo amplio y variado de plagas y enfermedades, que están generando muchos daños y tensiones. Por ello, no se puede bajar la guardia, y en un contexto en el que la disponibilidad de materias activas y fitosanitarios se ha reducido a la mitad en unos pocos años, el control orgánico y biológico cobra fuerza para garantizar la sanidad de los cultivos.

Valencia Fruits. ¿Cuáles son las principales funciones del Servicio de Sanidad Vegetal?

Vicente Dalmau. El Servicio de Sanidad Vegetal realiza funciones como dar avisos y recomendaciones a los agricultores, y para ello elaboramos el Boletín de Avisos, hacemos el seguimiento de determinadas plagas y enfermedades de interés para nuestros productores, y desarrollamos otras actuaciones como las campañas de erradicación de organismos de cuarentena, entre los que se encuentra Xylella fastidiosa o el picudo rojo en los palmerales de Elche.

También llevamos a cabo campañas oficiales de control como puede ser la campaña contra la Ceratitis capitata o mosca de la fruta. Hay diversas herramientas para controlar esta plaga y la que más se está utilizando en nuestra comunidad es la suelta de machos estériles que se producen en la bioplanta ubicada en Caudete de las Fuentes. No obstante, contamos también con una extensa red de monitorización y realizamos trampeos masivos para evitar la proliferación de la mosca. Y ahora mismo estamos repartiendo producto y realizando tratamientos con 31 quads por las diferentes parcelas y focos detectados.

Dentro de las funciones del Servicio de Sanidad Vegetal llevamos el registro de viveristas y el control del material vegetal de reproducción. Realizamos el control de los viveristas de frutales, cítricos, vid o de plantas ornamentales, un sector en el que la Comunitat Valenciana es una potencia.

“En la lucha contra las plagas somos la comunidad autónoma que más invertimos. Tenemos destinado un presupuesto elevado para esta partida”

Y también gestionamos los reglamentos y el registro de operadores de producción integrada.

VF. ¿Qué inversiones realiza la Comunitat Valenciana en la lucha contra las plagas que afectan a los cultivos?

VD. En la lucha contra las plagas somos la comunidad que más invertimos. Tenemos un presupuesto elevado para esta partida. Además de los recursos propios, una buena parte de los fondos que el Ministerio de Agricultura destina a este capítulo llegan a la Comunitat Valenciana. Se trata de fondos cofinanciados y, por tanto, aquellas comunidades que más gastan en este capítulo, también son las que más financiación perciben.

VF. En general, ¿cuál es la situación sanitaria de los cultivos en la Comunitat Valenciana?

VD. A pesar de los problemas que estamos detectando estos últimos años, y aunque depende también de los cultivos, la situación fitosanitaria por ejemplo en los cítricos, la producción dominante en la Comunitat Valenciana, es privilegiada en comparación con otras zonas productoras del mundo como Estados Unidos o Brasil, que se están enfrentando a la amenaza más grave que tienen estos cultivos como es el Greening o HLB. Es cierto que tenemos problemas como el Cotonet de Sudáfrica o la mosca de la fruta, que ocasionan daños y se intenta hacerles frente con las herramientas que tenemos disponibles, pero no conllevan la gravedad del HLB.

VF. Respecto al Cotonet de Sudáfrica, los citricultores han informado que la lucha contra esta plaga ha incrementado los gastos de producción más de un 50%. ¿Este va ser el coste real en el futuro?

VD. Cuando llega una plaga nueva se encuentra un ecosistema en el que no tiene ningún enemigo natural y sus poblaciones crecen de forma descontrolada. Sin embargo, el conocimiento de la plaga te permite ir aplicando herramientas para su control. Es el caso de las feromonas o el parasitoide Anagyrus aberiae, que fue importado de Sudáfrica para controlar específicamente el Cotonet de Sudáfrica. Con todas estas técnicas pretendemos que la presencia de la plaga se reduzca y los costes para controlarla disminuyan y se equilibren.

“La situación fitosanitaria en los cítricos es privilegiada en comparación con otras zonas productoras del mundo como Estados Unidos o Brasil, que se enfrentan al HLB”

Ahora los productores necesitan realizar varias actuaciones para combatirla. El tratamiento con feromonas resulta una estrategia cara, a pesar de que la Conselleria de Agricultura lo ha financiado parcialmente en 2021. Además, se necesitan una o dos intervenciones adicionales con productos químicos insecticidas, y todas estas actuaciones encarecen los costes del citricultor.

VF. ¿En qué situación está actualmente la plaga del Cotonet de Sudáfrica?

VD. Aunque todavía es pronto para realizar un análisis, los datos que tenemos hasta ahora constatan que este año va mejor que en 2020. Pero insisto, es pronto para realizar una evaluación. Los daños se producen en el mes de junio y queremos comparar datos cuando finalice este mes. Sin embargo, si bien no se puede generalizar y los productores deben comprobar la afección en sus parcelas, nos estamos encontrando que muchos campos que en 2020 presentaban graves daños este año no se están alcanzando esos niveles. De hecho, estamos realizando un ensayo con productos para comparar estrategias y nos hemos visto obligados a cambiar de parcela porque en el terreno elegido este año la plaga apenas estaba presente.

Vicente Dalmau analiza las situación de la sanidad vegetal de los cultivos de la Comunitat Valenciana y los principales problemas en plagas y enfermedades.

En general, hemos detectado menos incidencia de la plaga pero tenemos que realizar una prospección más exhaustiva para que esta apreciación se confirme.

VF. ¿Qué métodos de control se están empleando frente a esta plaga?

VD. El Delottococcus aberiae lleva con nosotros muy poco tiempo. Aunque el año 2009 parezca muy lejano, para una plaga es un corto espacio de tiempo, y más para una plaga que se había movido muy lentamente. No fue hasta el año pasado cuando se produjo esa explosión de su dispersión por varias zonas.

La estrategia contra el Cotonet de Sudáfrica debe abarcar todos los frentes. Hay que realizar un seguimiento correcto de la plaga, hay que conocer su biología y saber en qué momentos le podemos hacer daño, y hay que aplicar todas las herramientas de control biológico disponibles. Para ello contamos con el parasitoide específico Anagyrus aberiae pero también tenemos el depredador Cryptolaemus, que se ha utilizado de manera habitual en los cítricos para el control de cotonets, y que también controla Delottococcus aberiae. Y evidentemente el tratamiento con feromonas constituye una técnica novedosa y habrá que comprobar si su la aplicación sobre grandes superficies consigue controlar por si sola la plaga. Por último, contamos con los productos fitosanitarios convencionales. Hoy en día, hay que realizar tratamientos insecticidas de refuerzo porque el resto de estrategias todavía no son suficientes para controlarla.

VF. ¿Hay actualmente productos fitosanitarios autorizados eficientes para hacer frente a las plagas?

VD. Esa es otra batalla. El consumidor, y en consecuencia los legisladores europeos, no quieren residuos de plaguicidas en los alimentos ni en el medioambiente, no quieren insecticidas. Estos productos están mal vistos por la opinión pública y la tendencia de reducción de materias activas es clara. La disponibilidad de materias activas y fitosanitarios se ha reducido a la mitad en unos pocos años. Y la senda tiende hacia un incremento de las prohibiciones. Los neonicotinoides primero se prohibieron en aplicaciones al aire libre, ahora se van a suprimir de manera total.

“Mediante feromonas o el parasitoide Anagyrus aberiae pretendemos reducir la presencia del Cotonet de Sudáfrica y que los costes para controlar la plaga disminuyan”

Cada vez vamos a tener menor disponibilidad de productos. Aunque van llegando nuevas soluciones al mercado, el ritmo de los lanzamientos no suple el gran número de productos retirados, que además suelen ser genéricos y más baratos. Y los productos nuevos suelen ser más caros, más técnicos y más específicos.

VF. Actualmente, ¿cuáles son las plagas o enfermedades más preocupantes para los cultivos de la Comunitat Valenciana?

VD. Como plagas que están presentes actualmente, en los cítricos sería el Cotonet de Sudáfrica. Como amenazas para este cultivo fuera hay muchas y tenemos un plan de vigilancia para intentar evitar que lleguen, y si entraran detectarlas lo antes posible para hacerles frente.

En la viña lo más preocupante son las enfermedades de madera, que es un punto clave porque vemos que todas las nuevas plantaciones están teniendo problemas generados por enfermedades de hongos. En colaboración con el IVIA estamos investigando para encontrar tratamientos, como puede ser la termoterapia, para que el material de los viveros salga en condiciones adecuadas para que no haya problemas con las enfermedades de madera en las plantaciones nuevas.

En cultivos como el olivo tenemos la amenaza de Xylella fastidiosa, que, aunque en la Comunitat Valenciana no se ha detectado ningún caso de esta enfermedad en olivar, vemos como se encuentra la situación en Italia y asusta.

En el cultivo del kaki la problemática es diversa y la más importante son los cotonets, que están ocasionando daños importantes. Hay diversas especies que afectan a este cultivo, con ciclos biológicos complementarios o superpuestos, y el control de tantas especies, unido a la baja disponibilidad de productos para tratarlos, provoca que sea difícil hacerles frente. Y últimamente también está muy presente la Mycosphaerella nawae, ya que se han detectado resistencias a una determinada familia de fungicidas y hay que buscar alternativas para un futuro próximo. Las resistencias, unidas a la prohibición de otros productos que se han utilizado en los últimos años, podrían poner en peligro el control adecuado de la enfermedad.

VF. Respecto a Xylella, sin ningún caso detectado en olivo, el almendro es la especie más afectada. ¿Es la plaga que más repercusión social ha tenido para el Servicio de Sanidad Vegetal, aunque el año pasado se redujeron las condiciones de arranque y las medidas de contención? ¿En qué situación se encuentra ahora mismo la plaga de Xylella fastidiosa?

VD. Los productores de las zonas afectadas tienen la percepción de que los perseguimos, cuando nuestro interés se centra en velar para controlar una enfermedad que es muy grave y está catalogada por la Unión Europea dentro de las 20 plagas prioritarias. Las consecuencias de su expansión a otros cultivos y otras zonas serían nefastas. Nuestra responsabilidad, y así nos obliga la Unión Europea, es adoptar estas medidas.

Los afectados ven estas medidas como un agravio y consideran que la enfermedad está muy extendida y ya no existe solución. Sin embargo, nosotros realizamos prospecciones muy exhaustivas. La zona demarcada se encuentra bien definida y la enfermedad no se está expandiendo. Y si comparamos las hectáreas afectadas con el resto del territorio de la Comunitat Valenciana o el conjunto de Europa, en Bruselas ven un punto muy pequeño en el mapa y nos obligan a adoptar medidas para evitar su expansión.

Imagen de la entrevista realizada en el centro del Servicio de Sanidad Vegetal en Silla (Valencia). / RAQUEL FUERTES

Nuestra obligación es aplicar esas medidas, compensar de forma justa a los agricultores y ofrecer alternativas en las zonas erradicadas. Más que negarse a arrancar los árboles infectados, considero que la estrategia que deberían seguir los afectados es acceder a las indemnizaciones y exigir el poder plantar especies alternativas viables.

VF. Aunque parezca curioso, el olivo, que en Italia es un cultivo afectado, en la Comunitat Valenciana se ha planteado como una especie alternativa. ¿Se está plantando ya?

VD. Aunque no es un tema del Servicio de Sanidad Vegetal, es una estrategia de la Conselleria de Agricultura, que tiene pendiente la publicación de una orden de ayudas de replantación para todos los agricultores afectados por todas las medidas obligatorias, que han tenido derecho a percibir las indemnizaciones, y ahora también podrán acceder a estas subvenciones para replantar. Y efectivamente estaría autorizada la plantación con olivo.

“Este año hemos detectado menos incidencia del Cotonet de Sudáfrica pero tenemos que realizar una prospección exhaustiva para confirmar esta apreciación”

VF. Una de las principales amenazas para la citricultura valenciana y española es el HLB, aunque esta grave enfermedad todavía no se encuentra en territorio europeo. ¿Qué medidas de control y prevención se están adoptando?

VD. La enfermedad no la tenemos en la Unión Europea, pero el vector se encuentra en las Islas Canarias, en Madeira, en Galicia, cornisa cantábrica y en el norte de Portugal hasta el Tajo. Y esto genera una gran preocupación.
Por ejemplo, en Florida entró el vector, no le prestaron una excesiva atención y se extendió de forma muy rápida. Posteriormente llegó la enfermedad y ha afectado a todas las zonas productoras con unas consecuencias muy graves.

Viendo los efectos devastadores que provoca y que se trata de una plaga de cuarentena prioritaria, tenemos la obligación de adoptar planes de contingencia. España cuenta con un plan de contingencia aprobado en 2015, tras detectarse el vector en Portugal, y en la Comunitat Valenciana se ha adaptado ese plan de contingencia nacional a nuestras condiciones. Realizamos prospecciones y controles todos los años en jardines, viveros, plantaciones y en los puntos de posible entrada, para verificar que estamos exentos de la enfermedad, y en el caso de que llegase poder hacerle frente lo antes posible.

VF. ¿Es posible controlar la llegada de plagas foráneas en un mundo tan globalizado?

VD. Si analizamos los resultados de nuestro plan de vigilancia citrícola vemos que cada dos años tenemos una plaga nueva. Es cierto que recientemente se ha reforzado la legislación europea sobre la sanidad vegetal, tanto interna como la referente a la importación y exportación.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha realizado sus análisis de riesgo para evaluar si las medidas que se estaban adoptando eran suficientes. Es cierto que de las recomendaciones que realiza la EFSA, basadas en criterios científicos, a lo que finalmente se aprueba, suele haber retoques y hay países que no son sensibles a ciertas plagas y enfermedades porque no tienen los cultivos a los que les afectan y mantienen un interés más comercial.

“Los productores de las zonas afectadas por Xylella tienen la percepción de que los perseguimos, cuando nuestro interés se centra en velar para controlar una enfermedad que es muy grave y está catalogada por la Unión Europea dentro de las 20 plagas prioritarias”

Hay que ser realistas, y es cierto que con el volumen de movimiento de material que existe en el mundo resulta muy complicado que no entren plagas foráneas. Pero hay que intentar limitar el riesgo al mínimo y cumplir escrupulosamente las normas que ahora tenemos vigentes, tanto España como la Comisión Europea. Si un país tercero incumple reiteradamente la normativa se deberían adoptar medidas contundentes y rápidas para que no siga pasando. Y en mi opinión esto no se hace con la contundencia y la rapidez que se debería. Muchas veces se adoptan medidas para la galería; por ejemplo, cuando se paralizan las importaciones procedentes de determinados países terceros cuando ya prácticamente han finalizado sus campañas de exportación.

Las importaciones de países terceros en ocasiones llegan acompañadas de moscas de la fruta foráneas, lepidópteros que pueden ocasionar graves daños, así como la presencia de plagas prioritarias. Disponemos de una red de alarma de vigilancia y detección precoz para evitar que estos organismos nocivos se instalen en el territorio europeo, pero es cuestión de tiempo que nos llevemos algún susto.

VF. En vista de las restricciones de productos fitosanitarios, ¿en qué líneas avanzan las nuevas estrategias en sanidad vegetal?

VD. Hay que adaptarse a lo que pide el consumidor y están solicitando que haya mayores restricciones de productos fitosanitarios. Es cierto que a los ciudadanos habría también que explicarles que muchas plagas y enfermedades son estéticas. Es decir, que se podría producir fruta con menos residuos de plaguicidas pero a lo mejor no sería tan bonita como la que están acostumbrados a comer. Por ejemplo, el piojo rojo de California es una plaga eminentemente estética. Y obtener fruta sin residuos y sin piojo rojo resulta difícil. Habría que hacer un balance.

Pero evidentemente la sanidad vegetal avanza hacia un control más orgánico y biológico. De hecho, desde el Servicio de Sanidad Vegetal estamos apostando desde hace unos años por el uso de las feromonas en el cultivo del arroz y queremos ampliar esta estrategia a otros cultivos.

La Conselleria de Agricultura está apostando por este tipo de control y evidentemente por el biológico. En esta línea contamos con insectarios en los que producimos organismos de control biológico que después liberamos en los campos. El sistema está estructurado a través de una red de insectarios colaboradores a los que nosotros proveemos de esos enemigos naturales para que ellos los reproduzcan y los suelten en sus fincas. Las solicitudes recibidas de insectarios colaboradores en este 2021 se ha multiplicado por tres respecto a los últimos años. Esto quiere decir que no solamente nosotros lo estamos promoviendo, sino que esta necesidad está naciendo del propio sector.

Hay entidades que han creado sus propios insectarios bajo nuestra dirección técnica. Primero eligen qué crías quieren realizar, se analizan las condiciones se necesitan para las crías, les ofrecemos formación, y finalmente les suministramos el material para que puedan iniciarlas. Por ejemplo, para la cría del organismo beneficioso Anagyrus aberiae hacen falta calabazas infectadas con la plaga Delottococcus aberiae para posteriormente poder introducir el Anagyrus, que se reproduzca sobre la plaga, y luego liberarlo en el campo. En el caso del organismo beneficioso Cryptolaemus, se infectan patatas con la plaga de cotonet, sobre esas patatas infectadas soltamos Cryptolaemus, que se reproduce y se suelta posteriormente en las explotaciones.

“Las consecuencias de su expansión a otros cultivos y otras zonas serían nefastas. Nuestra responsabilidad, y así nos obliga la Unión Europea, es adoptar medidas, compensar de forma justa a los agricultores y ofrecer alternativas en las zonas erradicadas”

Estamos llevando a cabo este tipo de estrategias y se nota que existe una demanda creciente por parte del sector en todos los métodos de control biológico.

VF. ¿Qué contactos mantienen con los servicios de sanidad vegetal de otras comunidades y con el Ministerio de Agricultura?

VD. Las relaciones son muy fluidas. Somos un grupo un poco especial, de un perfil técnico. Los profesionales que componen los servicios de sanidad vegetal estamos muy especializados en este campo y solemos estar muchos años dedicados a esta temática. Y lo mismo ocurre en el Ministerio.

Las relaciones son muy buenas y existen mucha coordinación. Tenemos un Comité de Fitosanitarios Nacional en el que mantenemos reuniones periódicas, y cualquier problemática fitosanitaria que surja a nivel de comunidad o de España, se debate, se adoptan acuerdos consensuados y se coordinan las actuaciones a través del Ministerio. Esta coordinación es buena por el bien de todos, porque las plagas no conocen fronteras ni límites entre comunidades.

VF. ¿Y qué contactos mantienen con los productores y empresas del sector?

VD. Con las organizaciones profesionales mantenemos una relación estrecha y, a petición suya, participamos en numerosas jornadas divulgativas en diversos temas de interés relacionados con la sanidad vegetal. En ocasiones, también recibimos visitas de delegaciones de países terceros que quieren recibir nuestras producciones, y hay que contar con el sector para las auditorías que nos realizan previas a la apertura de sus mercados.

“La enfermedad del HLB no la tenemos en la UE, pero el vector se encuentra en las Islas Canarias, en Madeira, en Galicia, cornisa cantábrica y en el norte de Portugal hasta el Tajo. Y esto genera una gran preocupación”

Y respecto a las empresas de fitosanitarios, nuestras recomendaciones tienen una gran repercusión en sus intereses, además son firmas con una alta profesionalidad, que cuentan con muchos recursos y personal técnico muy cualificado.

Para los ensayos con nuevos productos hay que contar con la industria fitosanitaria, que son las propietarias de esas nuevas sustancias activas y formulados. Ahora por ejemplo, estamos ensayando nuevos fungicidas para combatir la mancha foliar en el kaki y hay que contar con las empresas de fitosanitarios porque son las dueñas de las moléculas, y son ellas las que deben defender a nivel europeo y nacional que un producto concreto pueda utilizarse en un determinado cultivo.

VF. ¿Invierten las empresas de fitosanitarios en cultivos minoritarios?

VD. A pesar de que la normativa europea intenta facilitar el registro de productos para los cultivos menores, la verdad es que cualquier autorización de productos fitosanitarios en un cultivo requiere una importante inversión. Las empresas de fitosanitarios estudian cuáles serían sus potenciales ingresos y buscan recuperar lo antes posible esa inversión inicial. Por ello, sus prioridades se centran en los cultivos mayoritarios y luego estudian las autorizaciones en producciones menores.

Es cierto que a nivel nacional se ha aprobado un procedimiento de autorización de productos para usos menores y se ha cogido el kaki como un modelo para poder extrapolar los residuos de otros cultivos similares como puede ser el manzano. Es decir, se ha utilizado al kaki como un ejemplo de como se puede agilizar el registro de determinados productos a un cultivo menor. Este procedimiento de extrapolación permite que estudios de distintos insecticidas y fungicidas realizados en manzano se apliquen al kaki.

“Hay que ser realistas, y es cierto que con el volumen de movimiento de material que existe en el mundo resulta muy complicado que no entren plagas foráneas. Pero hay que intentar limitar el riesgo al mínimo”

Y en Europa se está abriendo la posibilidad de que para todos los cultivos menores puedan autorizarse productos sin tantos requisitos de ensayos.
Otro aspecto son las autorizaciones excepcionales. Cuando se detecta que un determinado cultivo no puede hacer frente a un problema fitosanitario con las herramientas que tiene registradas se puede recurrir a estas autorizaciones excepcionales. Pero estas autorizaciones están muy vigiladas por la Comisión, que incluso dispone de indicadores de riesgo armonizados, basados en este tipo de autorizaciones, de manera que pueda comprobarse la evolución de los indicadores en el tiempo a nivel de la UE o de los distintos estados, así como poder comparar entre distintos estados miembros.

Los negativos efectos del cambio climático

La agricultura es uno de los muchos sectores que está sufriendo transformaciones a causa del cambio climático. Su impacto ya se nota sobre los cultivos, y evidentemente va a afectar a las estrategias de control de enfermedades y plagas, “y con toda seguridad de forma negativa”, asegura Vicente Dalmau.

El ciclo biológico de las plagas depende de factores como la temperatura. Y, como explica el jefe del Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana, “una plaga que hasta ahora tenía un número de generaciones al año, si sube la temperatura, puede aumentar la cantidad de generaciones anuales y aumentar sus poblaciones y daños”. Otro ejemplo se da en plagas cuya población descendía a niveles mínimos con la llegada de las temperaturas bajas invernales. “Si las condiciones son más favorables superarán el invierno y llegaremos con poblaciones de la plaga mucho más elevadas a la primavera. A los insectos este cambio climático les suele favorecer y a nosotros nos suele perjudicar. También podrían llegar y establecerse plagas foráneas favorecidas por las nuevas condiciones climáticas que antes les impedían su establecimiento”, indica Vicente Dalmau.

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