“Al mediodía y con 37 grados debería estar prohibido trabajar”, denuncia un agricultor sobre los efectos del cambio climático; altas temperaturas, sequías, heladas y pedriscos son los factores que han hecho que un año “fundamental” tras la pandemia y con una guerra, se le esté atragantando al campo
Efeagro.
El agricultor es Lorenzo Rivera, un zamorano que lleva más de 40 años trabajando en el sector y ha vivido la evolución en los últimos diez de un clima que termina por afectar, cada vez más, a la calidad de los productos.
Según un estudio publicado recientemente por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), cada año el campo español pierde el 6 % del valor de la producción.
Además, las previsiones apuntan a que una subida media de las temperaturas de 2 grados hasta 2050 tendría consecuencias muy directas en él, por ejemplo el viñedo de alta calidad reduciría un 20 % su superficie en España.
También disminuiría un 15 % del rendimiento en trigo en el centro y sur peninsular y, en el caso del olivar, únicamente la variedad picual «podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo», según el estudio.
No olvidar el cambio climático es la petición que hace Lorenzo Rivera para quien, a pesar de dos años marcados por la pandemia y la repercusión de la guerra en Ucrania, este sigue siendo el mal endémico del sector.
El cereal, menos rendimiento y más pérdidas
«Hoy, en Zamora tenemos casi 40 grados, no es normal, porque seguimos en primavera todavía», comienza señalando Rivera.
En el campo, las altas temperaturas no son una anécdota sino la causa de que este 2022 vaya a ser «un año de muy mala cosecha».
El agricultor, que se dedica al cereal pero también al girasol, a la alfalfa y a la ganadería, estima que se producirán pérdidas de «alrededor del 20 %» en el cereal.
Unas pérdidas que vienen precedidas de unos últimos seis años en los que el campo ha experimentado «las peores sequías que ha vivido nunca, en especial la del 2017».
“Las peores sequías que ha vivido nunca, en especial la del 2017”
Asimismo, si el mes de mayo de este año comenzaba con «buenas perspectivas», esa previsión se ha truncado y el agricultor zamorano ya habla de pérdidas de la cosecha por el calor extremo.
Pero el aumento de la temperatura no sólo afecta a la producción, sino también a la sanidad animal: «Cuando más sequía haya, más plagas y enfermedades proliferarán».
La vid, en parada vegetativa
Tal y como señala el estudio elaborado por COAG, otro de los cultivos que se está viendo afectado es el de la vid y prevé cambios tan importantes como que la superficie de viñedo de alta calidad podría reducirse en un 20 %.
El viticultor de la provincia de Albacete Joaquín Vizcaíno, sostiene que la calidad en este producto «va a ir mermando» como consecuencia de la variabilidad en el clima.
Periodos de intensas lluvias seguidos de meses de sequía acompañados de temperaturas extremas, todo ello afecta a «unos cultivos que no están adaptados».
En el caso de la vid, Vizcaíno explica que esta planta «está acostumbrada a temperaturas más suaves» y que, habitualmente durante esta época «el cultivo engorda y termina su primer ciclo».
No obstante, los efectos que tienen un aumento de las temperaturas y el desplazamiento de la canícula a fechas más tempranas en el cultivo «son muy dañinos».
Los efectos que tienen un aumento de las temperaturas y el desplazamiento de la canícula a fechas más tempranas en el cultivo “son muy dañinos”
La preservación de la vid y, en general, de los cultivos de secano es «un tapón a la desertificación» y, por ende a la proliferación de plagas.
Con todo esto, los dos agricultores coinciden en señalar que la dureza de las condiciones de trabajo en el campo se han intensificado también como consecuencia del cambio climático.
Para revertir su situación y la de los cultivos, apelan a la voluntad de los políticos para poner en marcha medidas que lo frenen o seguir trabajando en el Acuerdo de París.
Un problema que afecta a todo
El responsable del estudio de COAG, Pablo Resco, sostiene que esta problemáticano solo afecta desde un punto de vista medioambiental, si no, también, cultural y social.
Un trabajo en el campo más arduo, con condiciones laborales más extremas, puede terminar revirtiendo en un aumento de la despoblación rural.
Por otro lado, Resco advierte de que lluvias que se circunscriben cada vez más a un periodo del año hacen que haya menos agua disponible para las plantas y más sequía.
Y, por ende, aumenta la necesidad de una mayor fumigación que provocaría unasubida de los precios en los productos fitosanitarios.