Cirilo Arnandis: “El síndrome de Münchhausen, o como creerte tus propias historias”

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El Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre el Pacto Verde Europeo  

Los europeos confían en sus productores, y casi la mitad dan por sentado que los alimentos que se venden son seguros. / VF

* Cirilo Arnandis. Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries 

¿Qué es la verdad? Mucho se ha escrito en relación con esta pregunta en ámbitos filosóficos, pues no deja de ser un concepto relativo. Cada uno tenemos nuestra percepción y de ello se desprende nuestra realidad, y como consecuencia de ello, nuestra verdad. Ante un mismo objeto, un daltónico tendrá una percepción distinta a la de una persona sin problemas oculares, y por ende cada uno se moverá en un contexto de realidad distinta. Una vez leí que “la verdad se define en contraposición a la mentira como lo adecuado y correcto, mientras que la mentira se redefine respecto a la verdad como lo inadecuado o incorrecto. La verdad es lo auténtico frente a lo falso o falseado, la luz frente a su sombra”. Pese a todo, existe un claro matiz diferenciador entre quien miente y quien percibe de modo distinto una realidad más o menos objetiva.  

La actual PAC se enmarca en un documento que marca la estrategia política de la Unión Europea del momento actual, que se conoce como el “Pacto Verde Europeo”. En su seno, se desarrollan otros dos documentos, por todos conocidos, que son la “Estrategia de la Granja a la Mesa” y la “Estrategia por la Biodiversidad”, que suponen toda una serie de nuevas exigencias, básicamente en cuestiones medioambientales, pese a que en el actual periodo de programación Bruselas destina menos dinero a la agricultura. Además, hay que recordar que todo este desarrollo político se gestó y aprobó antes de la declaración de la pandemia y de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pese a lo cambiante del contexto y del escenario, la Comisión Europea, más allá de partes y medidas testimoniales, no ha cambiado un ápice su hoja de ruta en lo que se refiere a la agricultura y la producción de alimentos.

Se nos dijo en el momento de aprobación del Pacto Verde que, con este documento y su puesta en valor, además de diseñar la sociedad europea del futuro, se atendían las expectativas y demandas de los ciudadanos. Es posible que así fuera, y que ésas fueran las demandas de los habitantes de la vieja Europa. Para ello, se nos ponía como evidencia de este hecho los resultados obtenidos por un Eurobarómetro, que no es más que un sistema de encuestas realizadas por un órgano especializado en el seno de las Instituciones comunitarias, en cuyos resultados se muestran las principales preocupaciones y expectativas de la ciudadanía europea respecto a problemas que les afectan, al objeto de orientar las prioridades de actuación de Bruselas. Como toda encuesta, y como todo proceso estadístico, cabe sesgo e interpretación subjetiva de los resultados numéricos y de las preguntas realizadas, pero en algo hay que creer como método válido.

En este contexto, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), órgano científico independiente de la Unión Europea que tanto ha tenido que ver en la implantación del tratamiento en frío para las naranjas procedentes de Sudáfrica, presentó los resultados de su Eurobarómetro mediante una publicación titulada “La seguridad alimentaria en la Unión Europea” En ella, se recoge el sentir de una muestra de más de 26.500 opiniones de ciudadanos europeos en relación con este tema. Las entrevistas, presenciales y online, se realizaron en el periodo comprendido entre el 24 de marzo y el 18 de abril, fechas posteriores al 24 de febrero, momento en que se inició la invasión rusa de Ucrania. Más allá del propio concepto de la seguridad alimentaria.

Si bien se puede decir que los ciudadanos comunitarios tienen un buen conocimiento de este tema y una confianza amplia en lo que respecta a la producción de alimentos en Europa, llaman la atención las respuestas obtenidas en algunas cuestiones que van más allá de este tema, pero que nos afectan de modo muy directo a los productores, y que también deberían de suscitar la tención de nuestros gobernantes. La primera pregunta interesante es “Cuándo compras comida, ¿cuáles son los aspectos más importantes?” Pese a las pretensiones de Bruselas, el principal argumento es el precio, que es referido por el 54 % de los encuestados, como valor medio europeo. En España, este aspecto es el más importante para el 63% de los encuestados, y si tomamos ejemplos en otros países, en Francia lo es para el 54% de los encuestados, en Alemania para el 48%, en Suecia para el 50% y en Bulgaria para el 68%.

La encuesta también da respuesta al principal argumento de Bruselas para la implantación de su política, ya que el impacto de la producción de alimentos en el medio ambiente y el clima, poniendo como un ejemplo la huella de carbono, es importante para el 16% de los ciudadanos europeos como valor medio. Y esto no va por barrios, pues si tomamos la misma referencia de países del párrafo anterior, es relevante en el momento de la compra para el 10% de los españoles, el 18% de los franceses, el 22% de los alemanes, el 29% de los suecos o el 5% de los búlgaros. Nada que ver con lo que nos cuenta la Comisión Europea, ya que, si bien el respeto al entorno y la producción de alimentos de un modo respetuoso con el entorno concita el sentir general de los ciudadanos, los costes que de ello se derivan es un tema con el que no se es consecuente a la hora de la compra. A fin de cuentas, en el Eurobarómetro presentado el pasado 15 de junio, un 49% de los europeos teme que la lucha contra el cambio climático puede dañar nuestra economía.

Otro tema significativo es el de los residuos de pesticidas de alimentos. Así, de este tema reconocen haber oído hablar el 65% de los europeos, pero si la pregunta es qué temas le preocupan más cuando se trata de los alimentos, el valor se reduce hasta el 40%, en la misma línea que los residuos de antibióticos, hormonas o esteroides en la carne, que le preocupa al 39% de los europeos, y de los aditivos como los colorantes, conservantes y aromas utilizados en alimentos y bebidas, con un 36%. Así pues, el tema de los residuos de productos fitosanitarios, esos que su uso hay que reducir, aunque no haya alternativa y atendiendo tan solo a criterios políticos, de modo específico, no suscita un mayor interés que el de los aditivos que con carácter general utiliza la industria agroalimentaria. Y es que los ciudadanos europeos confían en sus productores, pues casi la mitad de los europeos dan por sentado que los alimentos que se venden son seguros y para más del 70% entienden que hay normativa en vigor que garantiza que los alimentos que se consumen son seguros. 

Por último, me ha llamado la atención el resultado de la pregunta sobre el grado de confianza en las distintas fuentes a la hora de recibir información sobre los riesgos alimentarios. El orden de confianza es el siguiente: médicos, científicos, organizaciones de consumidores, productores agrarios, las ONGs dedicadas al medio ambiente y a la salud, quedando a la cola las instituciones de la Unión Europea y las autoridades nacionales. Es significativo que en este tema el 30% de los europeos no confíe en la información recibida por sus instituciones, ya sean nacional o europea. Igualmente llama la atención cuáles son las principales fuentes de información en relación con los riesgos alimentarios. A la cabeza la televisión, Internet y el intercambio de información con familia, amigos, vecinos o compañeros. A la cola nuevamente las instituciones, pues tan solo el 17% de los europeos acuden a las páginas web de instituciones y autoridades.

En resumen, los ciudadanos europeos tienen una percepción más que notable de que su sistema alimentario le suministra alimentos sanos y saludables. Las prioridades mostradas por los políticos no coinciden con las de los consumidores. La puesta en marcha del Pacto Verde, si bien contempla cuestiones en las que todos nos sumamos, supone un esfuerzo extra para los productores europeos, facilitando la llegada de producciones de terceros países. En un contexto como el actual, en el que Europa está trabajando en la independencia energética, en un contexto como el de la alimentación, generamos un contexto político que merma la competitividad de las producciones comunitarias.

“Los ciudadanos europeos tienen una percepción más que notable de que su sistema alimentario le suministra alimentos sanos y saludables.
Las prioridades mostradas por los políticos no coinciden con las de los consumidores”

“La puesta en marcha del Pacto Verde, si bien contempla cuestiones a las que todos nos sumamos, supone un esfuerzo extra para los productores europeos, facilitando la llegada de producciones de terceros países”

“En un contexto como el actual, en el que Europa está trabajando en la independencia energética, en un contexto como el de la alimentación, generamos un contexto político que merma la competitividad de las producciones comunitarias”

Bruselas sabrá porque hace lo que hace, pero su modo de hacer las cosas no coincide con lo que apremia al ciudadano. El excéntrico Barón Münchhausen pasó a la historia por la exageración que caracterizaba sus historias y vivencias, llegando a decir que, tras ser ingerido por una ballena, logró bailar en su estómago. Por ello que el citado caballero dio nombre a un síndrome caracterizado por creerte tus propias mentiras. Con ello no me atrevo a decir que desde Bruselas se miente, pues con ello denunciaría una intención, pero sí que es probable que se desarrolle un imaginario que acabe por hacerles creer y estar convencidos de sus propias historias ficticias.

 

* Cirilo Arnandis. Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries 

 
 

 

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