Los altos costes del gas y la energía están afectando a muchos cultivos en Europa y algunos países ya están tomando medidas contra esta situación de cara al invierno

Los invernaderos tradicionales en Países Bajos dan paso a unos más modernos para permitir el ahorro de energía. / ARCHIVO
Lucía Palencia. Redacción.
La situación de crisis causada por la guerra en Ucrania ha provocado una subida generalizada en los costes de producción, que se ven reflejados luego en el precio del carro de la compra. Esto se debe, por un lado, al incremento del precio del gas y la energía y, por otro, a la sequía y las altas temperaturas que han afectado a las cosechas. La producción hortofrutícola en otros países europeos también se está viendo afectada.
La mayor parte de las importaciones de frutas y hortalizas neerlandesas se reexportan al resto de países europeos, llegando a mover 3,7 millones de toneladas en el primer semestre de 2021
En España el aumento de los precios de los alimentos ha sido de un 15,4%, mientras que en el caso concreto de Países Bajos ha sido algo menos, un 14%. Según datos publicados por la Oficina Estadística Europea (Eurostat), los vegetales subieron en octubre un 21,1% en España, mientras que en Países Bajos ascendieron un 10,7%. Este invierno, los productores europeos se enfrentan a restricciones en el suministro de gas y a la subida del precio de la energía, que actualmente oscila entre el 7,5% y el 10%. En el país neerlandés, la energía representó el 25% de los costes totales en la producción hortofrutícola en 2021, y según los datos, en 2022 los precios han aumentado más del 60%.
¿Cómo ha afectado esta situación a la importación de frutas y hortalizas? Tradicionalmente, los Países Bajos es el Estado miembro que más frutas y hortalizas extracomunitarias importa. La mayor parte de las importaciones de frutas y hortalizas neerlandesas se reexportan al resto de países europeos, llegando a mover 3,7 millones de toneladas en el primer semestre de 2021, un 32% del total de 11,4 millones de toneladas importadas por la UE desde terceros países. Gracias a un desarrollado sistema logístico (Rotterdam tienen uno de los puertos más grandes de Europa), especialmente equipado con sistemas de manipulación de productos frescos, importan principalmente patatas, tomates coles, cítricos, manzanas, plátanos y melones. Sus proveedores de referencia son, por orden, Alemania, Bélgica, España, Sudáfrica, Brasil, Chile y Argentina.
En cuanto a sus exportaciones, estas se centran en cebolla, patata, col, pepino, pimiento, tomate, cítricos, manzanas o peras, entre otros. Los destinos más frecuentes de sus producciones son Alemania, Bélgica y, en menor medida, Reino Unido y Francia. Fuera de las fronteras comunitarias, Países Bajos exporta a mercados como el canadiense o el estadounidense en cuantías que, por ejemplo, en tomate, quintuplican a las españolas.
Aunque Países Bajos continúa siendo una de las grandes potencias exportadoras de frutas y hortalizas extracomunitarias (seguido por Bélgica, Francia o España), los datos de 2022 muestran que las exportaciones de producto fresco desde este país bajaron de enero a agosto significativamente un 17%. En cambio, según datos de Eurostat, la importación de Países Bajos creció un 7% con relación al mismo periodo en 2020 y respecto a los últimos cinco años la subida ha sido de un 26%, pasando de 3,5 millones de toneladas en 2016 a 3,7 millones de toneladas en 2020.
Los productores y distribuidores neerlandeses tendrán que comprar más hortalizas españolas como pepino, pimiento, tomate o calabacín, cuyos precios ya están experimentando considerables subidas
Crisis energética y medidas de ahorro
En cuanto a la crisis energética, los altos precios del gas están causando que algunas producciones de invernadero en Europa se frenen ya que no es posible afrontar los precios de la calefacción. En el caso de los Países Bajos, han usado alrededor de un 15% menos la calefacción porque las temperaturas se han mantenido estables durante el otoño y eso les ha permitido producir sin calefacción, pero ahora, con la llegada del invierno, el panorama cambia: los productores y distribuidores neerlandeses tendrán que comprar más hortalizas españolas como pepino, pimiento, tomate o calabacín, cuyos precios ya están experimentando considerables subidas.
Los datos muestran que el precio de los calabacines pasó de 0,33 euros el kilo en origen el año pasado, a 0,84 euros a finales de octubre de este año, según la organización agraria COAG. Los pimientos verdes han aumentado el precio en origen un 60%, pasando a cotizarse a 0,86 euros el kilo, mientras los pimientos rojos han subido un 25% (1,08 euros). Algo menos se han encarecido los pepinos (un 13%) y los tomates para ensalada (un 16%). Este año, según datos del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía, las exportaciones de calabacín llegaron a los 322 millones de euros, la de pimientos a los 780 millones y las de tomate alcanzaron los 640 millones. De estas cifras las exportaciones a Países Bajos representaron el 10% del total.
Los precios del gas a corto plazo durante las últimas semanas de noviembre en Países Bajos se encontraban por encima de los 100 euros por megavatio hora, y los de la electricidad APX por encima de los 200, según cifras recogidas por el noticiario neerlandés NOS. Ahora se preparan para el frío, por lo que, en los últimos meses, este país ha llenado considerablemente los depósitos de gas para tener suficiente para pasar el invierno. El nivel de llenado se ha mantenido estable durante semanas en alrededor del 92% y se espera no tener que recurrir al racionamiento del gas.
También se están implantando medidas de ahorro para frenar el precio de la energía, como la aplicación del sistema de luces de crecimiento LED. Algunos resultados muestran cómo los costos de energía ya se han reducido aproximadamente un tercio en comparación con el mismo periodo de 2021. Esta tecnología también permite ahorrar en gas, pues el calor que desprenden las lámparas de crecimiento eleva la temperatura del invernadero entre 2 y 3 grados. Aunque la implantación de este sistema es reciente (desde octubre en muchos casos), ya se pueden notar mejoras en el cultivo, que esperan pueda crecer por más tiempo.
Junto a las lámparas LED han desarrollado también un sistema de ventilación vertical, que distribuye el calor y la humedad de manera uniforme por todo el invernadero. Aunque estas mejoras aún no se han concretado en cifras de ahorro concretas, el sistema de iluminación ajustable en combinación con el movimiento del aire vertical forma un microclima que garantiza el ahorro de costos.
También en cuanto a ventilación, algunos agricultores neerlandeses están recurriendo a sellar los invernaderos, en vez de invertir en la ventilación tradicional, que requiere el uso de enormes extractores para intercambiar el volumen de aire dentro del invernadero cada minuto. Estos invernaderos sellados se construyen comúnmente con materiales mucho más aislantes de lo normal, lo que contribuye a mantener la temperatura regulada durante todo el año: el aire es más fresco en verano y más cálido durante las estaciones frías.
Además, con el método tradicional el aire que se expulsa al exterior es caliente, alto en CO2 y oloroso, lo que aumenta el riesgo de plagas y patógenos. A esto hay que añadirle que muchos territorios en Países Bajos están obligados por ley a tratar el aire antes de su salida al exterior, lo que no hace más que incrementar gastos. Con estos sistemas de control climático se puede sustituir la ventilación tradicional para regular la temperatura y la humedad y asegurar las condiciones óptimas para mantener el crecimiento de las plantas.
Este sistema también es beneficioso para prevenir la infección externa por plagas y patógenos, que, por medio de la ventilación tradicional, entrarían mediante el intercambio de aire. Un entorno sellado también protege el interior de la polinización cruzada, que puede llegar a dañar algunos cultivos sensibles a fuentes externas, ya que no tener ventilación evita que el aire exterior ingrese cada vez que se abren las puertas.
El tomate neerlandés
Los datos muestran que la producción de hortalizas en Países Bajos es 2,5 veces superior por hectárea agrícola a la media europea (en el sur de los Países Bajos más de 10.000 hectáreas de cultivos bajo techo producen más de 1.700.000 toneladas de hortalizas). El motivo es el alto desarrollo tecnológico que aplican a la agricultura. La modernización de los cultivos bajo invernadero ha hecho posible una producción eficiente y a gran escala. Utilizan tecnología aplicada o inteligencia artificial para monitorizar cada aspecto en los cultivos y manipulan los datos generados para explorar nuevas formas de ahorrar y reducir costes; esto hace que producciones como la del tomate o la patata resulten con precios altamente competitivos.
Para los Países Bajos, el tomate (excluyendo los productos de reexportación) es, con diferencia, el producto de exportación más importante, llegando a producir en 2021 380.000 toneladas con destino a Alemania. Tradicionalmente, el precio del tomate neerlandés ha sido el más barato de Europa, más incluso que el español o el del norte de África, sin embargo, el primer semestre de 2022 el precio de importación del tomate neerlandés subió un 48% en comparación con el mismo periodo de 2021. Ante esta situación España (el segundo mayor importador de tomates junto a Bélgica) tampoco pudo abastecer la demanda alemana con 111.000 toneladas. Desde Marruecos supieron aprovechar la ocasión, haciendo la competencia a los principales proveedores, con un envío a Alemania de 46.000 toneladas de tomates marroquíes.
El mercado belga se resiente
Después de los Países Bajos, el segundo país importador es Bélgica con 1,5 millones de toneladas movidas en 2020 y un superávit en 2021 en el comercio de frutas y hortalizas de 1.223 millones de euros. Asimismo, el país belga es un importante importador de cítricos, aunque también compran otras frutas y hortalizas como patata, tomate, col, escarola, cebolla, manzana o zanahoria.
El país posee una producción hortofrutícola propia bastante extensa, aunque la combina con la compra de frutas y hortalizas para la rexportación. Desde Bélgica sale, tanto de producción propia, como de rexportación, patata, tomate, lechuga, manzana, pera, plátano y cítricos. Sus principales proveedores y, a la vez, compradores son los Países Bajos y Francia, aunque también importa de forma asidua desde España, y, de fuera de Europa, de Costa Rica y Colombia.
Las mercancías llegan a Bélgica por vía aérea, a través de Bruselas, y una gran proporción se transportan por carretera desde Rotterdam o París. Sin embargo, el principal medio para importar frutas y hortalizas al país sigue siendo por vía marítima. El puerto de Amberes se sitúa entre los más importantes de Europa, y con la planeada fusión con el de Zebrugge (en Brujas) pasaría a ser el mayor puerto europeo y uno de los principales del mundo. Tras la fusión, el puerto de Amberes-Brujas podría llegar a tener un volumen anual de transporte de contenedores de 157 millones de toneladas y por él transitará más del 15% del gas licuado de Europa, manteniéndose como el principal centro portuario de industria petroquímica en Europa y el segundo a nivel mundial.
La situación del mercado hortofrutícola en Bélgica tampoco es muy alentadora ya que la compra de frutas y hortalizas extracomunitarias mostró una tendencia a la baja en los 8 primeros meses de 2022, de 128.000 toneladas a 117.000, a pesar de un ligero repunte en el mes de agosto. El año pasado la importación de frutas y hortalizas frescas belgas fue de 1,1 millones de toneladas en el primer semestre, un 6% menos que en el mismo periodo de 2020, y un 9% menos que en 2016, lo que refleja un descenso pronunciado sin visos de mejora.
La crisis energética que atraviesa toda Europa a causa de los altos precios del gas ruso ha provocado que desde la UE se tomen medidas al respecto. Para minimizar el impacto sobre la economía que ya está llevando a media Europa a la recesión, la Comisión Europea abogó por la imposición de un tope al precio del gas, medida que no ha parado de causar controversia los últimos meses.
Mientras desde Bruselas se negocia para llegar a un acuerdo conjunto que contente a todo el mundo, cada país va aplicando sus propias estrategias para el ahorro de energía, como en el caso de España, programar los aires acondicionados y calefacciones a 19 grados y 27 grados, respectivamente, o apagar las luces de los edificios públicos y la iluminación de monumentos entre las 19.00 horas y las 6.00 horas.
En Bélgica, para evitar cortes de suministro energético, se acordó prolongar 10 años el periodo de funcionamiento de 2 de los 10 reactores repartidos entre la central nuclear de Doel y la de Tihange, que previamente habían previsto cerrar en 2025.
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