Agricultura, sector esencial y estratégico

DECCO PEPITA

Cuando vienen mal dadas, nuestra agricultura siempre está ahí. En estos momentos tan complicados se está viendo la importancia que supone el hecho de tener garantizado el suministro de alimentos, y la importancia de no tener que depender de las tribulaciones de países terceros para un tema tan sensible

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El sector agroalimentario español está dando continuas muestras de su altitud de miras y de su compromiso social . / Archivo

La vida nos ha cambiado. La irrupción del coronavirus ha puesto en evidencia la fragilidad del ser humano, y que cuestiones que creíamos sólidamente establecidas, parece que no lo son tanto. Nos está cambiando la escala de valores, aflorando con fuerza aquellas cosas que de verdad son importantes, y nos está haciendo replantearnos muchos pensamientos, entre ellos las relaciones humanas. Pero la vida sigue, o eso estamos intentado hacer, siendo para ello una cuestión vital el disponer del suministro adecuado de alimentos, tanto en cantidad como en calidad, y a un precio razonable.

Estamos en un momento en el que las páginas de los diarios y programas de radio y televisión nos inundan, más que nada, con malas noticias. Tan solo los datos de las personas que se han curado de esta infección vírica aportan algo de alegría. La tónica general son crónicas de sectores que han tenido que parar su actividad como consecuencia del confinamiento, desempleo, stress por no poder salir de casa o cargamentos de mascarillas que van llegando a cuentagotas. Por si fuera poco, las redes sociales nos bombardean con mensajes de todo tipo, ya sean bulos o no, o con debates de tanta trascendencia sobre cuándo se reanudarán los partidos de fútbol.

Como digo, la vida sigue, aunque sea en el dificultoso escenario en el que nos encontramos ahora, y en el que por más cosas que pasen, existe la necesidad diaria de tener que comer. Esta es una necesidad ajena a todo contexto del ámbito al que nos queramos referir. Tanto en los buenos como en los malos momentos, todas las personas tenemos la necesidad de obtener y consumir alientos. De que ello sea posible, depende en buena parte que exista paz social, pues el hecho cotidiano de poder estirar el brazo para coger cualquier producto comestible de un lineal, y saber que mañana volverá a estar otra vez disponible, sin mayores problemas, no es más que un hecho generador de confianza.

Por ello, y por muchas otras razones, el sector agroalimentario ha sido declarado como esencial, y no ha tenido que suspender su actividad con motivo del confinamiento. Justo ahora se está viendo la importancia que supone el hecho de tener garantizado el suministro de alimentos, la importancia de nuestra PAC, y la importancia de no tener que depender de las tribulaciones de países terceros para un tema tan sensible. No quiero imaginar si el escenario de la adquisición de mascarillas se trasladara al suministro de alimentos. El decorado sería otro, seguro, por lo que aquellos que pregonan que hay que ser competitivos con los países terceros en la producción de alimentos, en un mercado donde solo prima el precio, y en donde los costes de producción son distintos, se lo tendrían que hacer ver. La agricultura no es que sea un sector esencial, es además, un sector estratégico.

Acorde con la imprescindible labor que realiza, el sector agroalimentario está dando continuas muestras de su altitud de miras y de su compromiso social. No hay que hacer mucha memoria para recordar que el año comenzó con un calendario de movilizaciones del campo español, motivado por la escasez de rentas dignas, y que recorrió toda la geografía peninsular. Las convocatorias se contaban por éxitos a la vista del número de asistentes y de su repercusión en los medios de comunicación. Incluso un proceso negociador se había abierto con el gobierno de la nación a través del ministro Luis Planas. Bien, pues todo eso se aparcó ante la imperiosa necesidad social de tener que surtir de alimentos a una sociedad confinada y debilitada por el ataque del COVID-19.

Pero es que hay que añadir más cosas. Una buena parte de la sociedad se ha tenido que quedar obligadamente en casa como medida de precaución para evitar contagios. Unos porque, desgraciadamente, su actividad laboral ha tenido que parar, otros, porque tienen la posibilidad y la suerte de poder trabajar desde casa, haciendo eso que llamamos teletrabajo. Mientras eso ocurría, los agricultores han seguido yendo a sus parcelas a realizar aquellas labores de campo necesarios para el adecuado desarrollo del cultivo, a veces incluso teniendo que sortear alguna incomprensión de las autoridades. Los almacenes de confección y manipulación también han continuado su actividad, poniendo en práctica medidas de protección y distanciamiento que han incrementado sus costes, lo cual se ha asumido con total naturalidad, ya que la salud es un objetivo que no admite discusión alguna.

Y si todavía no es suficiente, hablemos de generación de riqueza cuando la economía española va a generar los peores datos en mucho tiempo. El hecho de continuar su actividad supone la activación de toda la industria auxiliar necesaria para que los alimentos lleguen en perfectas condiciones al consumidor. Cuando las cifras del paro se esperan que sean dramáticas, hemos sido capaces de generar una demanda de empleo superior a los 100.000 puestos de trabajo, en unas condiciones ventajosas para los demandantes, ya que para optar a estas ofertas de empleo, no es necesario tener que renunciar a las prestaciones sociales ya adquiridas. Seguimos exportando, haciendo llegar el buen nombre de España por todos aquellos mercados exteriores a los que se puede llegar, manteniendo la llama de lo que debe ser el renacer de nuestro país. Justo ahora se ve la utilidad de las gasolineras de autoservicio, promovidas por las cooperativas, y tan denostadas por la competencia.

Y es que cuando vienen mal dadas, nuestra agricultura siempre está ahí. Denostada y ultrajada en muchas ocasiones por quien, en principio debe de defenderla en los grandes escenarios, nunca se ha olvidado de la fundamental labor que tiene encomendada. Si recordamos la última crisis, en aquella ocasión financiera, la del 2008 y del aterrizaje suave, la agricultura mantuvo el tipo y siguió exportando, generando riqueza y manteniendo el empleo. Finalizada la crisis, la memoria colectiva olvidó todo aquello, y muestra de ello es la actual propuesta de la futura PAC, con menor presupuesto y con mayores exigencias para el campo. Entre tanto, los agricultores olvidan los agravios, al igual como ocurre con la historia de Cenicienta, y ofrecen su maquinaria agrícola a las autoridades para desinfectar, las calles y lugares comunes, de la presencia del coronavirus.

Ya tendremos ocasión de hablar de la PAC. El diseño inicialmente presentado por Bruselas, así como los recortes económicos propuestos, distan mucho de considerar a la agricultura como un sector primario, entendiéndose este vocablo desde la acepción de jugar un papel principal o esencial, sirviendo de base o fundamento para el desarrollo de otras actividades económicas. La propuesta actual lastra la competitividad en favor de las producciones provenientes de países terceros, más baratas, al tener menos exigencias normativas y un contexto social cultural y político que les permite tener menores costes en salarios y en prestaciones sociales. Depender de otros, en un tema tan sensible como la alimentación, no deja de ser una temeridad.

No quiero finalizar este artículo sin agradecer la labor que están realizando, en estos momentos tan complicados, muchas personas, poniendo incluso en riesgo su salud. Muchos son los sectores de actividad que están trabajando para que el país siga funcionando, aunque sea al ralentí. El colectivo sanitario es, quizás, el caso más evidente de lo que digo. Para todos ellos el mayor de los agradecimientos. En estos momentos todos somos importantes, incluso los que se quedan en casa, además de la denostada agricultura. Por cierto, me había propuesto escribir este artículo sin nombrar a los políticos, y creo que lo he conseguido. La respuesta social está siendo ejemplar, lo que será sin duda una de las armas para vencer al virus. Juntos lo conseguiremos.

(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries