La propuesta inicial era limitar en un 50% el uso de fitosanitarios en el horizonte de 2023, pero Bruselas lanza un nuevo reto y plantea reducir en un 80% el uso de los más peligrosos en el mismo plazo de tiempo
Julia Luz. Redacción.
En junio de 2022 la Comisión Europea presentó una propuesta para obligar a reducir en un 50% el uso de plaguicidas químicos en la Unión Europea para 2030 así como la aplicación del control integrado de plagas como una alternativa, en el marco de un paquete de propuestas para ayudar a hacer realidad el llamado “Pacto Verde”.
En junio de 2022 la Comisión Europea presentó una propuesta para obligar a reducir en un 50% el uso de plaguicidas químicos en la Unión Europea para 2030 así como la aplicación del control integrado de plagas como una alternativa
El sector no tardó en mostrar su disconformidad y las organizaciones de Francia, Italia, Portugal y España, entre ellas Fepex, coincidieron en la preocupación que la propuesta generaba en sus respectivos sectores y países. Los representantes de los cuatro países se mostraron especialmente críticos con la medida porque se había establecido “sin analizar sus consecuencias sobre el tejido productivo comunitario”.
Apenas un año después, la polémica vuelve a la palestra con una nueva y más restrictiva propuesta: la de reducir en un 80% el uso de los pesticidas más peligrosos también para 2023. Con este documento, la CE da un paso más en su intento de impulsar la agricultura ecológica en detrimento de la convencional, usando la menor cantidad posible de productos químicos.
En medio de la crisis generada por la guerra en Ucrania, el aumento de costes y la incertidumbre por las inclemencias meteorológicas, estas propuestas abren paso a la sostenibilidad en el campo a costa de la rentabilidad de los agricultores
Consecuencias
Para el sector agrario, estas propuestas han llegado en un momento más que inoportuno. En medio de la crisis generada por la guerra en Ucrania, el aumento de costes a todos los niveles y la incertidumbre por las inclemencias meteorológicas, desde Bruselas abren paso a la sostenibilidad en el campo a costa de la rentabilidad de los agricultores.
El impacto de reducir los productos químicos en la agricultura sin alternativas viables y efectivas se traduce en una disminución en la producción y a una menor competitividad en el mercado. “El desabastecimiento de producto puede ser la tónica dominante si la Unión Europea no ofrece alternativas a los agricultores para combatir las plagas”, apunta Adoración Blanque, presidenta de Asaja Almería, quien, a su vez, no duda en señalar la hipocresía y la falta de reciprocidad de Bruselas: “no tiene sentido que en la Unión Europea estemos reduciendo materias activas en los productos fitosanitarios y sin embargo se permitan en países terceros a la hora de importar sus productos”, sentencia.
Por otra parte, el sector teme que estas medidas tengan un impacto directo —y negativo— en sus ingresos y se convierta en otro coste más. Una sospecha que lamentablemente no anda desencaminada, pues ya se baraja la posibilidad de crear un nuevo “impuesto ecológico” al uso de productos químicos.
Reacciones y análisis
Son muchas las entidades del sector que no ven la parte positiva del Reglamento. Fepex, por ejemplo, ha señalado que la norma supone “una reducción drástica de las herramientas básicas que tienen los productores para hacer frente a plagas, y enfermedades de las plantas, que se suma a la que ya se vienen produciendo desde 2009, como consecuencia de la Directiva 2009/128 por la que se establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas”.
Por otro lado, el podcast de Efeagro “Punto de Encuentro” ha reunido al ponente del Comité Económico Social Europeo (CESE) y secretario de Relaciones Internacionales de UPA, José Manuel Roche, y al director de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), Carlos Palomar, en un debate sobre este tema, donde ambos han coincidido en que, si bien es necesario un uso sostenible de los fitosanitarios, hay que tener en cuenta que son esenciales para la producción y la rentabilidad agraria.
Roche, por su parte, se ha mostrado de acuerdo en potenciar la sostenibilidad “económica, medioambiental y social” pero sin llegar al punto de que “se nos quiten las herramientas” que permiten “cuidar” las plantas y “sin tener alternativas”. Y es que, a su juicio, las instituciones comunitarias están estudiando la directiva “sin tener en cuenta su impacto” y sin caer en que no usar fitosanitarios hace a las producciones europeas “menos competitivas” respecto a la importación de productos desde terceros países en cuyos cultivos “sí se utilizan”. Por todo ello, cree que la Comisión Europea debería “bajar un poco” el ritmo de adaptación a los nuevos requisitos de sostenibilidad que emanan del Pacto Verde Europeo, y más tras las consecuencias de la pandemia y de la guerra en Ucrania.
En esta misma línea, el director de Aepla ha recordado que la propuesta comunitaria comenzó con “muy buena música” porque “sonaba muy bien” a priori, pero luego vino “la letra pequeña”. Esa letra pequeña recoge, según Palomar, una reducción “bestial” en el uso de los fitosanitarios en cuanto a zonas donde aplicar y cantidades. Son unos usos, a su juicio, que “no son realistas” y que tendrán “impactos tremendos para el sector agrícola”.
Palomar ha destacado el trabajo ya desarrollado para minimizar el uso de los pesticidas y ha apostado por combinarlos con la utilización de las nuevas tecnologías para “una gestión integrada de plagas”. Aunque en su opinión, “no se puede fiar todo a una tecnología, ya que las plagas y las enfermedades son muy tozudas y se adaptan con rapidez”, y ha pedido a la Unión Europea que “no sea una isla” a la hora de producir alimentos.
Soluciones reales
Si bien la reducción de los fitosanitarios busca promover la protección ambiental y la salud humana, es importante tener en cuenta los desafíos y preocupaciones que esto genera en el sector agrícola. La disminución de la oferta, el aumento de los costes de producción y la falta de alternativas eficaces son preocupaciones legítimas que deben abordarse. Es fundamental que las regulaciones y políticas adoptadas consideren la realidad productiva de los agricultores y promuevan la investigación y el desarrollo de alternativas sostenibles para garantizar la viabilidad del sector agrícola en el contexto de la protección ambiental.
El papel de los fitosanitarios
Los productos fitosanitarios son mezclas químicas que contienen una o varias sustancias activas y otros ingredientes, cuyo principal objetivo es proteger los vegetales y sus productos de organismos nocivos, según el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. Asimismo, también se consideran productos fitosanitarios a todas aquellas sustancias que destruyen las plantas, regulan o inhiben la germinación.
Los productos fitosanitarios tienen una doble cara, por un lado, contribuyen a aumentar los rendimientos en la agricultura y ayudan a asegurar una buena calidad en los alimentos pero, al mismo tiempo, su utilización puede tener efectos desfavorables en la producción vegetal y también puede entrañar riesgos para los seres humanos, animales y el medio ambiente.
Acceso en la página 6 del dossier de Fitosanitarios, Agronutrientes y Bioestimulantes de Valencia Fruits.
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