La campaña de kaki concluye con una merma de cosecha del 70%

KANZI VOG

Los productores cierran la temporada 2022-2023 con pérdidas a pesar de la mejoría de precios

Esta campaña se ha vendido todo, a mejores precios, pero sin llegar a cifras desorbitadas. / ARCHIVO

Óscar Orzanco. Redacción.

La campaña de kaki se ha saldado, como ya anunciaban las primeras estimaciones, con una merma importante. En el mes de agosto se preveía una caída del 50% y finalmente el descenso de cosecha se ha situado cercano al 70%. Solo se ha podido recolectar un 30% de la producción potencial actual de este cultivo en una temporal normal.

“Ha habido campos que no se han recogido. En parcelas que presentaban muy poca fruta los propietarios decidieron ya en su momento no realizar más tratamientos de riegos, abonos o fitosanitarios, e incurrir en más costes. Con volúmenes de 300 o 500 kilos por hanegada las cuentas no salen. Y esto ha reducido todavía más las previsiones de producción iniciales. En cuanto al desarrollo de la campaña, a pesar de contar con una producción baja, tanto los calibres como la calidad de la fruta se puede definir como media”, señala el presidente de la Asociación Española del Kaki (AEKAKI), Pascual Prats.

“En agosto se preveía una caída de cosecha del 50% que al final se ha situado cercana al 70%. Solo se ha podido recolectar un 30% de la producción potencial actual de este cultivo en una temporal normal”

Esta importante reducción de cosecha se debe a las condiciones meteorológicas de la primavera. En marzo y abril se vivieron meses con mucha lluvia, poca luz, temperaturas bajas. Todos estos factores cambiaron la fisiología de las plantaciones, y a pesar de que no llegó a helar, los árboles realizaron una retirada de sabia y no han generado el volumen de fruta habitual.

“Ha sido una campaña con poca producción y fuertes incrementos de costes, que han elevado los gastos de los productores en fertilizantes, la electricidad, necesaria para el riego, y en la recolección. Con pocos kilos en los campos, el coste de producción ha sido muy alto, y, por lo tanto, para la mayoría de los agricultores no ha sido un ejercicio rentable”, apunta Pascual Prats.

Los almacenes, donde se desarrolla la fase de calibrado y empaquetado de los frutos, también han sufrido este aumento de gastos, asumiendo importantes incrementos de precio en la energía, los envases, que se han encarecido más de un 30%, o el transporte. En ciertos momentos de la temporada también ha habido escasez de CO2 y con el precio triplicado.

“En este contexto, la fase de comercialización se ha desarrollado con un precio bastante homogéneo durante todo el ejercicio porque a medida que se recolectaba, al haber tan poca cosecha, la fruta tenía una salida fluida en el mercado. Se ha vendido todo, a mejores precios, pero sin llegar a cifras desorbitadas. En este sentido la gran distribución pone ciertos límites, porque cuando el precio es alto el consumo desciende ya que no todos los consumidores pueden pagar esos importes”, explica el presidente de AEKAKI.

Prats puntualiza que “los precios de venta han sido mejores, en comparación a los registrados en los últimos ejercicios, pero, en general, el productor no va a ganar dinero. El 80% de los agricultores de kaki ha sufrido pérdidas esta campaña, porque las cotizaciones no han compensado la subida de costes y la reducción tan fuerte de producción. Otra situación diferente puede plantearse en el comercio que, si ha comprado fruta a buen precio, puede lograr rentabilizar la temporada”.

El dirigente de AEKAKI también indica que la temporada ha sido corta y la mayoría de los comercios y las cooperativas han acabado con un mes de antelación la campaña. Hay operadores que entre el 10 y el 15 de diciembre ya habían concluido y normalmente se llega sin problemas hasta finales de enero y comienzo de febrero. “Este año no se ha guardado fruta en las cámaras porque los precios han sido aceptables, la salida fluida, y se ha funcionado prácticamente al día. El ejercicio se ha podido estirar poco debido a la escasez de producción. Ahora ya estamos pensando en la siguiente temporada”, apunta Prats.

Nuevos mercados

Esta temporada se ha exportado menos kaki a terceros países, porque el sector no tenía la necesidad de correr los riesgos que comportan los largos viajes a destinos de ultramar. La producción se ha comercializado sobre todo en el mercado de la Unión Europea.

“Este año se ha intentado sobre todo, debido a la escasez de kilos, mantener abastecidos a los clientes fieles”, afirma Pascual Prats.

“Se ha exportado menos kaki a terceros países, porque el sector no tenía la necesidad de correr los riesgos que comportan los largos viajes a destinos de ultramar. La producción se ha vendido en la Unión Europea”

No obstante, el sector del kaki tiene la necesidad de explorar y exportar a nuevos mercados porque el desarrollo de este cultivo en España, y concretamente en Valencia, ha sido espectacular, aunque la expansión, de momento, se haya frenado. Este año ha sido excepcional, pero la próxima temporada puede ser normal y alcanzar el nivel de producción potencial que existe en la actualidad. Para dar salida a este volumen de cosecha se necesita traspasar las fronteras de la Unión Europea y explorar nuevos destinos para la comercialización de esta fruta.

Y actualmente, en el punto de mira del sector se encuentra China. A primeros de diciembre se realizó una auditoría online de dos días con inspectores chinos, en la que participaron tanto las cooperativas como el comercio privado, para abrir este mercado a la exportación de kaki español.

“Hemos dado un paso más. Ahora hay que reportar toda la información que nos están pidiendo porque China es un mercado interesante. Aunque hay que ser realistas y destacar que nuestro destino principal siempre va a ser Europa, abrir nuevas vías siempre es positivo para desatascar el mercado europeo”.

Retos y proyectos

La Asociación Española del Kaki sigue analizando proyectos y vías para gestionar y rentabilizar los destríos que se generan cada campaña. La eliminación de la fruta que no llega al mercado supone un coste para los productores y por ello desde AEKAKI buscan alternativas para darle un uso rentable a la fruta que no puede comercializarse en fresco.

En esta línea, la asociación quiere estudiar las posibles aplicaciones de determinados componentes del kaki en diferentes procesos industriales como pueden ser el farmacéutico o el energético.
El objetivo es investigar que sustancias presentes en esta fruta se pueden utilizar como material útil en la elaboración de determinados productos.

“De momento, este año todo el producto de destrío se ha destinado a la elaboración de zumos. El valor que se percibe no es alto, pero siempre ayuda. Ahora queremos seguir avanzando y analizar si algún compuesto del kaki tiene aplicación en algún proceso industrial como un subproducto para mezclar. Queremos estudiarlo para ver si se puede utilizar como una alternativa viable en el futuro”, señala Pascual Prats.

“Los mercados, cuando existe una elevada cantidad de fruta, son muy exigentes y mucha no se puede comercializar en fresco. Por eso seguimos estudiando posibles usos para el kaki que no es comercial, y que al productor le cuesta dinero gestionar. El objetivo es que esta fruta tenga un uso válido, que genere ciertos ingresos para rentabilizar en parte el coste que genera la eliminación de los destríos cada campaña”, apunta el presidente de AEKAKI.

Por otra parte, la Asociación Española del Kaki forma parte del programa europeo de promoción Mediterranean Combo. Este proyecto, enmarcado dentro del programa “Enjoy it’s From Europe”, comprende un plan de trabajo de tres años y une los mejores sabores de varios productos del Mediterráneo, entre ellos el kaki.

Aunque todavía falta más de un año para la conclusión de este programa, desde la Asociación Española del Kaki ya están analizando distintas posibilidades, proyectos y socios para seguir dando a conocer esta fruta entre los consumidores y abrir nuevos mercados. El objetivo es seguir promocionando la calidad de esta fruta.