Del 25 al 30 de noviembre de 2025, el municipio rindió homenaje a su legado citrícola con charlas, cultura, degustaciones y una Muestra que llenó de público sus plazas y parques

La mesa redonda celebrada dentro de la III Setmana Cultural de la Taronja de Carcaixent. / CAECV
Julia Luz. Redacción.
Del 25 al 30 de noviembre, Carcaixent vivió una semana intensa dedicada al fruto por el que este municipio es reconocido como el «bressol de la taronja«. La III Semana Cultural de la Taronja convirtió las calles, salones y espacios públicos de Carcaixent en un tributo a la tradición, la agricultura, la cultura y el patrimonio local.
Desde el primer día, la programación buscaba conectar pasado y futuro. La cita arrancó con una ponencia titulada “Perspectiva actual de la citricultura valenciana”, a cargo de José Cogollos, técnico agrícola. Esa reflexión inicial abrió paso a debates y mesas redondas sobre temas esenciales, como el relevo generacional del campo —un asunto clave para asegurar la continuidad de la tradición citrícola—, que reunió a Nando Durá, de La Unió; Vicente Faro, presidente del CAECV; Joan Estornell, de Caixa Popular; y Carles Alcover, representante de AVA-Asaja, en una mesa moderada por Júlia Luz. El diálogo permitió contrastar visiones sobre el relevo generacional, la sostenibilidad y el equilibrio entre agricultura tradicional y ecológica.
La programación continuó con una ponencia centrada en la seguridad alimentaria y el etiquetado, impartida por Gemma Mª Jimeno, jefa de sección de Ordenación y Promoción de la Conselleria d’Innovació, Indústria, Comerç i Turisme, que abordó los retos normativos y las garantías para el consumidor.
El broche festivo llegó con la III Muestra de la Naranja, celebrada del 28 al 30 de noviembre. El viernes, su inauguración incluyó un recorrido histórico-cultural, con la presentación de una exposición, proyecciones documentales y la encendida de luces navideñas—.
Durante el fin de semana, el Parque Navarro Daràs se convirtió en el epicentro de la fiesta, hubo visitas guiadas a exposiciones de “maquetas ferroviarias” (una de las novedades más destacadas), paseos entre puestos de la Muestra, degustaciones, talleres infantiles —como “Naranja creativa con foamy” o “Dibuja tu naranja Pokémon”—, y actividades familiares.
En la jornada del sábado, la música también dejó su huella, la orquesta local amenizó la tarde-noche y se proyectó el documental “La fruita daurada”, seguido de un coloquio con su director. El domingo hubo también actividades para todas las edades: un castillo hinchable gigante, taller de velas, zumo de naranja para los más pequeños, otra degustación-charla gastronómica, y el cierre con la actuación “Taronjazz”, un tributo musical que combinó tradición y modernidad.
Carcaixent volvió a demostrar, una vez más, que su historia citrícola no es solo una herencia del pasado, sino un motor cultural y social vivo. La naranja dejó de ser fruta para convertirse en símbolo de comunidad, identidad y futuro.


