La Directora de Sostenibilidad de Asedas, María Martínez Herrera, habla sobre la economía circular, las tendencias de consumo y de compra de la sociedad, así como el reciclaje de residuos para su posterior reutilización
María Martínez Herrera (*)
Los actos de compra tienen un impacto medioambiental. Las empresas de distribución de alimentación son conscientes de ello y de la importancia de ser —como el formato preferido por los españoles para comprar alimentación…— una palanca de cambio hacia la economía circular. El propio modelo de distribución alimentaria de proximidad que tenemos en España aporta beneficios medioambientales: su ubicación en zonas urbanas no necesita de nuevos desarrollos urbanísticos y permite a la mayoría de los clientes hacer su compra a pie; el alto nivel de digitalización en las operaciones logísticas promueve la movilidad limpia, optimiza el rendimiento energético, contribuye a limitar el desperdicio alimentario y reduce el uso de materias primas; su alta capilaridad promueve el desarrollo de comunidades rurales y practica la edificación sostenible con aprovechamiento energético. Por ello, es muy necesario tener en cuenta estas características estructurales antes de introducir cambios que, bajo una intención medioambientalista, afecten a un sistema de distribución alimentaria que es ya muy eficiente.
“El plan ‘Ser Socialmente Responsables con el Medio Ambiente” recoge el compromiso y los pasos a seguir en la economía circular partiendo de la idea realista de que es inevitable generar un residuo cuando el uso de materiales es imprescindible”
Esto no significa que todo esté hecho y, por lo tanto, es necesario profundizar en los cambios y en los avances que lleven al supermercado hacia la economía circular. Asedas —organización que agrupa el 75% de la superficie de distribución alimentaria en España— ha dado dos pasos importantes en este sentido. El primero data de 2019 cuando se aprobó el plan “Ser Socialmente Responsables con el Medio Ambiente”, donde se recoge el compromiso y los pasos a seguir para avanzar en la economía circular partiendo de la idea realista de que es inevitable generar un residuo cuando el uso de materiales es imprescindible. Por ejemplo, hoy no podemos prescindir del plástico en la industria agroalimentaria por razones de seguridad alimentaria, protección de los alimentos o falta de alternativas. Pero, lo que sí podemos y debemos hacer es identificar y aplicar las medidas necesarias para reducir y separar los residuos y tratarlos adecuadamente para evitar que se conviertan en desperdicio. Esto es responsabilidad de todos: empresas, administraciones públicas y ciudadanos.
El segundo gran paso como organización se dio en el año 2023, con la publicación de los primeros Indicadores de Sostenibilidad Medioambiental de Asedas. Estos indicadores son un punto de partida para dibujar con exactitud el mapa del compromiso de la distribución alimentaria para luchar contra el cambio climático. Son sólo el comienzo para saber dónde estamos, dónde queremos ir y qué mejoras o esfuerzos adicionales debemos implementar para alcanzar los objetivos con respecto al clima. Los indicadores elegidos estudian aspectos especialmente relevantes para el sector, como son el control de desperdicio alimentario, los envases sostenibles, la eficiencia energética, la huella de carbono y la valorización de todos los residuos.
Control del desperdicio
El total de alimentos que no ha llegado a ser comercializado o donado en los supermercados de Asedas ha sido del 1%. Entre las medidas de control de desperdicio alimentario que han logrado que el 99% de los productos de alimentación no se pierdan destacan el ajuste del surtido a las ventas reales, el control de la calidad, las estrategias comerciales de venta de productos con fecha de consumo próximo y la donación de alimentos.
Recogida, reutilización, reciclaje y disminución de envases
Los envases, tanto de transporte como de comercialización, son una pieza básica en la seguridad alimentaria, la calidad y la durabilidad de los alimentos. Alrededor de un tercio de los envases de transporte de mercaderías o terciarios son ya reutilizables. Esto evita el equivalente a más de 20.500 emisiones de coches al año, más de 13,7 millones de kilogramos de residuos y al uso del agua de más de 13,8 millones de duchas de cinco minutos. Respecto a los envases de comercialización de productos o primarios, desde el año 2019 se están llevando a cabo medidas como la sustitución de las bandejas de polietileno expandido por bandejas de plástico reciclado o venta de pañuelos faciales hechos de cartón reciclado, entre otros. El uso de material reciclado en los envases sigue en aumento con la vista puesta en la publicación de indicadores en el año 2024.
“En España, en el año 2020 se valorizaron el 50,6 por ciento de los residuos frente al 73 por ciento de Asedas en ese mismo año. La valoración consiste en la separación de los residuos para que puedan ser reciclados, recuperados, reutilizados o transformados”
Eficiencia energética
El ahorro de energía se ha convertido en una necesidad financiera, además de medioambiental, y las empresas de supermercados son grandes consumidores energéticos, por lo tanto, este factor es una necesidad para la supervivencia de los negocios. Por todo ello, los supermercados de Asedas, como media, registran una inversión anual destinada a eficiencia energética de entre el 5 y el 10% de sus presupuestos, con un incremento entre los años 2020 y 2021 del 28%. Entre las inversiones realizadas, cabe destacar la instalación de paneles solares, la reducción de fugas de gases refrigerantes, cambio a luminarias de LED, reformas en las tiendas, cambio a maquinaria más eficiente, mejoras en aislamiento en zonas de frío, uso de combustibles menos contaminantes y luces con sensores de presencia.
Huella de carbono
Para medir este indicador sobre el impacto operacional de los supermercados hemos de considerar aspectos como la ubicación o el acceso de mercancías y clientes tiene un impacto directo en las emisiones que cada acto de compra registra. La huella de carbono se calcula con los consumos de gases refrigerantes, combustibles fósiles y electricidad.
En 2020 se lograron reducir las emisiones en un 8,23% y, en 2021, en un 6,06% respecto al año anterior. Lo que ha supuesto pasar de más de 1,4 millones de toneladas de CO2 emitidas en 2019 a algo más de 1,2 millones en 2021. Algunas de las medidas para reducir la huella de carbono son la compra de energía de fuentes renovables, instalación de paneles solares, uso de gases refrigerantes menos contaminantes, vehículos más eficientes y optimización en las rutas logísticas.
Valorización de residuos
La esencia de la economía circular es que no haya ningún residuo sin valorizar, es decir, sin que vuelva a convertirse en materia prima en el tejido productivo. Las empresas de Asedas han valorizado en 2021 el 77% de sus residuos, una cantidad que se ha incrementado en un 11,59% en los últimos tres años. En España, en el año 2020 —último dato disponible— se valorizaron el 50,6 por ciento de los residuos frente al 73 por ciento de Asedas en ese mismo año. La valoración consiste en la separación de los residuos para que puedan ser reciclados, recuperados, reutilizados o transformados en energía, compost, piensos u otros. Este indicador refleja una gestión organizada que permite reducir la generación de residuos, prepararlos para ser reutilizados y/o transformados en materias primas, reintroduciéndolos en la cadena valor.
Estos indicadores nos ayudan a ser conscientes de una ruta hacia la economía circular que ha comenzado hace tiempo, pero que debe continuar hasta conseguir cerrar el círculo y alcanzar valores cero o cercanos al cero en muchos de los parámetros considerados. Además, debemos conseguir comunicarlo a los clientes para que sean conscientes de que, ellos también, pueden contribuir a hacer de la sostenibilidad una variante más en sus actos de compra.