Cirilo Arnandis: “Nueva política comercial europea, un brindis al sol”

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La Comisión Europea ha publicado un documento que define su estrategia comercial dentro del marco de los objetivos del Pacto Verde Europeo: “Examen de las políticas comerciales. Una política comercial abierta, sostenible y asertiva”

Cirilo Arnandis(*)

El Pacto Verde Europeo es el eje político y legislativo de la Comisión Europea para los próximos años y la estrategia del crecimiento económico de la Unión Europea. Su objetivo último es que Europa sea la primera zona mundial en alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono para el año 2050, convirtiéndose así en el líder mundial de la lucha contra el cambio climático. El viejo continente quiere ser ejemplo a seguir para el resto de los países del mundo, además de la base de las políticas que deben adoptar los líderes mundiales en los principales foros del planeta. Para las instituciones comunitarias, esto no es una ocurrencia, pues según el Eurobarómetro, el 80% de los ciudadanos comunitarios dicen querer más actuaciones por el clima.

En este marco, todas las iniciativas de la Unión Europea deben contribuir a los objetivos de este Pacto Verde, incluido nuestro sector agroalimentario. Se trata sobre todo de centralizar las políticas de la Comisión para evitar que cada actuación vaya por su cuenta, y en atención a sus repercusiones, no participe de estos objetivos. La Comisión quiere fomentar los cambios necesarios en las instituciones, empresas y ciudadanos para alcanzar los objetivos del “Pacto Verde”, centralizando sus políticas y fomentando las inversiones sostenibles, tanto públicas como privadas, y actuando, dentro de sus competencias, en las políticas de la Unión Europea. Como ya hemos tenido ocasión de comentar, todo esto está muy bien si jugamos todos, de lo contrario, tal y como dejó bien claro el informe elaborado por el departamento de Agricultura norteamericano, las distorsiones y los desequilibrios comerciales serán más que evidentes.

En este contexto, la PAC es una las políticas estrella. Se ha establecido que al menos un 40% de su presupuesto debe ir dirigido a la lucha contra el cambio climático y para el impulso de medidas medioambientales. Pero como quiera que nos encontramos en un contexto comercial aperturista, y el órdago lanzado por Bruselas no es obligatorio que sea de aplicación para el resto de actores del planeta, la Comisión señala, explícitamente, que no se autorizarán en los mercados comunitarios alimentos procedentes de países terceros que no cumplan las normas medioambientales exigidas en la Unión Europea. Bruselas dice querer implementar este requisito, haciendo firmar a los países terceros acuerdos comerciales donde se incluyan garantías de cumplimiento de normas medioambientales. Y todo ello, pese a que es imposible exigir las normas medioambientales comunitarias a las importaciones, entre otras cuestiones, porque este hecho podría ser considerado como una barrera comercial en el seno de la Organización Mundial del Comercio.

El documento en cuestión, pese a que se viste como una nueva estrategia comercial, no es más que otro capítulo en el que se muestran más facilidades, alfombra y puertas abiertas para los de fuera, y exquisita exigencia, de color muy verde, para producir aquí

En este marco y contexto, la Comisión Europea había anunciado la publicación de un documento en el que definiría su estrategia comercial, la cual, y como no puede ser de otra manera, debe de circunscribirse dentro del marco descrito de los objetivos del Pacto Verde Europeo. Este anuncio se ha hecho realidad, y se ha publicado un documento, bajo la fórmula de una comunicación de la Comisión al resto de instituciones comunitarias, que lleva por título “Examen de las políticas comerciales. Una política comercial abierta, sostenible y asertiva”. El título dice bastante del resultado final de tan pretencioso documento, que sirve para consolidar las actuaciones que, en materia comercial, viene desarrollando Bruselas respecto del sector agroalimentario. Todo seguirá igual, pero ahora envueltos con un pomposo lazo verde medioambiental.

Tan solo hay que leer las primeras líneas del documento, en las que dice que “la nueva estrategia tiene por objeto afianzar un nuevo consenso para la política comercial basado en la apertura, la sostenibilidad y la firmeza, reforzando la posición de la Unión Europea como defensora mundial de un comercio abierto y basado en normas que sean justas y sostenibles”. El documento en cuestión, pese a que se viste como una nueva estrategia comercial, no es más que otro capítulo en el que se muestran más facilidades, alfombra y puertas abiertas para los de fuera, y exquisita exigencia, de color muy verde, para producir aquí. Así pues, se trata de una nueva oportunidad perdida para el sector agroalimentario europeo, además, de la evidencia de la imposibilidad de Europa de imponer nada nadie, pese que su intención, y así se ha escrito, era esa. Vamos, un brindis al sol.

La Comisión Europea ha publicado un documento que define su estrategia comercial dentro del marco de los objetivos del Pacto Verde Europeo: “Examen de las políticas comerciales. Una política comercial abierta, sostenible y asertiva”. Todo seguirá igual, pero ahora envuelto con un pomposo lazo verde medioambiental

Tres son los objetivos fundamentales de la nueva política comercial europea en el medio plazo. En primer lugar, apoyar la recuperación de la economía, en consonancia con sus objetivos ecológicos y digitales; en segundo lugar, configurar las normas mundiales en pro de una mundialización más sostenible y justa; y finalmente, aumentar la capacidad de la Unión Europea para defender sus intereses y hacer valer sus derechos. El papel lo aguanta todo, y cuando se definen las actuaciones para alcanzar esos objetivos, vemos que las principales medidas pivotan sobre exigencias internas para los de aquí, y palabras blandas y cargadas de nada más que de buena voluntad para los de allí. Frases como es el caso de “profundizar las asociaciones de la UE con países vecinos”, o el caso de “intensificar el interés de la UE por la aplicación y el cumplimiento de los acuerdos comerciales”, no son más que nuevos ejemplos del lenguaje florentino al que nos tiene acostumbrado Bruselas cuando se quiere hablar sin decir nada.

Llama la atención en el documento el concepto de “Autonomía Estratégica Abierta”, que siguiendo con ese lenguaje “blandiblue”, se trata del “deseo de la UE de trazar su propio rumbo en la escena mundial”. Bruselas sigue diciendo que “desea configurar el mundo que nos rodea mediante el liderazgo y el compromiso, preservando al mismo tiempo nuestros intereses y valores”.

Creo que la pandemia y el confinamiento han dejado a las claras que la dependencia exterior, en un factor tan determinante como es la alimentación, es una debilidad estratégica de primera magnitud. Así se reconoce con las frases indicadas, y que imagino que poco o nada van a preocupar a líderes políticos de países como Rusia, China, Turquía, Egipto, Marruecos o Sudáfrica, que siguen a la suya consiguiendo sus objetivos.
Uno de los pilares de la recuperación económica en este contexto de la pandemia debe ser el comercio, pero compatibilizar una política comercial europea abierta, situando, como dice el documento, la “ambición ecológica en el centro de la política comercial”, parece bastante utópico. Bruselas anuncia una actitud firme en defensa de los derechos y valores de la Unión Europea. Para ello dice, que actuará en el seno de la Organización Mundial del Comercio, (compatible con el veto ruso), intentado convencer a los principales líderes políticos en los foros internacionales, (en fin), y estudiar la manera de introducir nuevas exigencias en los futuros tratados comerciales con países terceros. Querer es poder, y como quiera que dice Bruselas que hay una demanda social sobre más medidas en el ámbito del cambio climático, también existe un clamor de los productores demandando la revisión de los actuales acuerdos vigentes.

Es la evidencia de la imposibilidad de Europa de imponer nada nadie, pese que su intención, y así se ha escrito, era esa. Vamos, un brindis al sol

Mucho me temo que el Pacto Verde quede tan solo en más exigencias únicamente para los productores europeos. Ello supondrá más costes y menor competitividad en nuestro propio mercado natural. Dentro del texto del Pacto Verde y la nueva política comercial europea, se indica que las distintas condiciones laborales existentes en países terceros productores, y máxime, cuando se da el caso de ausencia de respeto a unas mínimas condiciones laborales, son un hecho que debe de corregirse pues genera ventajas competitivas. A este respecto hay que analizar las últimas declaraciones del Comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, en las que expresaba su intención de condicionar el cobro de las ayudas de la PAC a los productores comunitarios, al respeto a las normas laborales y al respeto a las mínimas exigencias sociales que se dan en el territorio comunitario.

No es elemento de debate en la Unión Europea el respeto al medio ambiente en cualquier actividad empresarial o comercial, ni el respeto a unas condiciones laborales dignas, pero tener que competir en los mismos mercados con ausencia de observancia de estas normas, es un hecho en el que Bruselas debe de abordar con firmeza, pues más allá de otras consideraciones distorsiona el mercado. En una sociedad del siglo XXI, la “Real`politik” del siglo XX debe dejar paso a la introducción de valores, pero Bruselas no está en disposición de imponer sus principios a nadie más que a sus propios ciudadanos y a sus propios agricultores.

(*) Presidente de la
Sectorial de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agroalimentàries