El presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agro-Alimentàries, Cirilo Arnandis, habla sobre los presupuestos de la Unión Europea y sobre la cabida que tiene la PAC en ellos

El sector agrario teme un recorte en el presupuesto destinado a la PAC post-2027. / ÓSCAR ORZANCO
Cirilo Arnandis (*)
Los presupuestos de las distintas Administraciones son uno de los documentos que elaboran de mayor importancia, por cuanto marcan las líneas básicas de su acción política, atendiendo al contexto que acontece en el desarrollo de su tramitación. Nuestro país es un claro ejemplo de ello, ya que los debates, en medio de un mar de demandas y exigencias, pueden provocar incluso su no aprobación una vez iniciado el año, y la prórroga de los presupuestos vigentes.
Si todo se cumple como está anunciado, el próximo 16 de julio, la presidenta de la Comisión Europea presentará en el Colegio de Comisarios el “Paquete del Marco Financiero Plurianual post 2027”
En este sentido, la Unión Europea no es una excepción, siendo actualmente uno de los temas más importantes de los que se cuece por Bruselas. Así, si todo se cumple como está anunciado, el próximo 16 de julio, la presidenta de la Comisión Europea presentará en el Colegio de Comisarios el “Paquete del Marco Financiero Plurianual post 2027”.
A diferencia de otras Administraciones, los presupuestos de la Unión Europea no se aprueban cada año, sino por un periodo normativo mínimo de cinco años, pero que tradicionalmente se pactan por periodos de siete años. La causa hay que buscarla en la complejidad del proceso, en el que además de la Comisión Europea, interviene también el Parlamento Europeo, aunque sólo puede aprobar, o no, la propuesta, y nunca modificarla. De todas formas, donde de verdad se cuece este tema es la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que son, en última instancia, quienes aprueban los temas de mayor calado como el volumen de este presupuesto, sus grandes líneas, y sobre todo, cuánto dinero aporta cada país a las arcas comunitarias. Ni que decir tiene que repetir este proceso cada año, donde se necesita el acuerdo de los 27, nos llevaría al bloqueo de las instituciones comunitarias, de ahí que el acuerdo sea plurianual.
“En el contexto actual vuelven a aparecer los riesgos de siempre, en relación con la disminución del presupuesto de la PAC. Cabe recordar que en el anterior periodo de programación la PAC ya tuvo un recorte del orden del 10%, y que mucho me temo que, en esta ocasión, vuelva a ser la gran pagana”
Como digo, este es un documento en el que además de los euros, se definen las grandes prioridades políticas de la Unión Europea, y de qué manera van a ser financiadas por este presupuesto. Pero al igual como ocurrió en el proceso de aprobación del último Marco Financiero Plurianual del periodo 2021–2027, es seguro que aparecerá el problema de siempre y que no es otro que se pide más y más a Bruselas, pero sin que ningún Estado miembro quiera ampliar su contribución financiera, que se marca en un porcentaje de su PIB, en la actualidad el 1% anual. En aquel momento, si recordamos, protagonizaron los debates el Brexit y la recuperación post-Covid. En el contexto actual vuelven a aparecer los riesgos de siempre, en relación con la disminución del presupuesto de la PAC. Cabe recordar que en el anterior periodo de programación la PAC ya tuvo un recorte del orden del 10%, y que mucho me temo que, en esta ocasión, vuelva a ser la gran pagana.
Como es habitual en Bruselas, las primeras filtraciones ya se han producido. Más que una debilidad del sistema, suele ser habitual que algunas cuestiones se vayan sabiendo, entiendo que para poder valorar una primera repercusión de lo que se supone que se va a proponer. Sobre todo, teniendo en cuenta que es muy difícil hacer cambios de calado sobre esta primera propuesta, dado que, como comentaba, se necesita el voto favorable de los 27 para la aprobación de este documento, y siempre hay algo que ganar y algo que perder por cada uno de ellos. A partir de ahora, ya las primeras reacciones y las primeras alianzas. Un claro ejemplo de ello es la carta que 20 ministros de Agricultura de los estados miembros de la UE, entre ellos España, han remitido a la Comisión Europea, solicitando una PAC basada en dos pilares (ayudas directas y desarrollo rural), con suficiente dotación financiera, y además, con personalidad jurídica e institucional propia.
Lo que más preocupa a nuestro sector de esta “propuesta” que se ha filtrado es la PAC, cuestión por otra parte muy lógica. Pero para saber su encaje es necesario entender la estructura política y estratégica en los presupuestos. De lo que se ha podido saber, el Marco Financiero de la Unión Europea para el próximo periodo de programación, se distribuirá en tres grandes pilares. Un primer pilar para inversiones y reformas, supeditado a un sistema de consecución de objetivos, en el que se integrarían los fondos estructurales y la PAC. Un segundo pilar, que bajo el nombre “Fondo de Competitividad”, abarcaría estrategias de transición limpia, digitalización, defensa, espacio o biotecnología, entre otros. El tercer pilar, que se encargaría de financiar la cooperación con socios y aliados, iría dirigido a aquellos países que quieran incorporarse como socios de la UE. Es interesante apuntar que se propone además un sistema por el que existiría la necesidad de respetar el estado de derecho y la “Carta de Derechos Fundamentales”, de tal manera que si un socio comunitario no lo hace, se le podría bloquear la percepción de los fondos comunitarios.
Pero siendo importante esta estructura, como de igual manera lo es cuánto dinero va a ir para cada epígrafe, el elemento más novedoso y que más temores está suscitando, es el hecho de que cada Estado miembro de la Unión Europea elaboraría un Plan Único de actuaciones, el cual se financiaría desde Bruselas, y que puede ser distinto para cada país. Aquí es donde se pretende incluir la política de cohesión y la PAC. Y esto, a los agricultores, no sólo españoles, sino europeos, no les está sonando nada bien, pues sería el acta de defunción de la política agrícola “Común”, en estos momentos la única política igual para todos los agricultores europeos, sean del país socio de la Unión Europea que sea. Es por ello por lo que pese a que Bruselas ha manifestado la necesidad, a través de estos presupuestos, de generar un revulsivo, necesario por otra parte, al proyecto europeo, parece lógico que vale la pena continuar con escenarios que están funcionando, pues de otra manera generaríamos desequilibrios innecesarios. Para la agricultura pintan bastos, y eso que venimos de un periodo de manifestaciones de los productores en toda la geografía del Viejo Continente, que motivó una serie de compromisos de la presidenta de la Comisión Europea de atender y escuchar a los agricultores en la resolución de sus problemas.
A lo dicho del sobre por país socio de la UE, se une el tema presupuestario, y es que lo que se estaría hablando incluso de recortes de dos dígitos, nada alineado con lo manifestado por la Sra. Ursula von der Leyen, recordando la famosa frase de “no es lo mismo predicar que dar trigo”. Con esta propuesta, Bruselas no sostiene su discurso y no supera la prueba del algodón. Como decía anteriormente, el recorte del presupuesto de la PAC en el anterior periodo de programación ya fue del orden del 10%, en un contexto de inflación contenido. Pero este escenario no es el que ha caracterizado últimamente la economía europea, ya que venimos de cifras de inflación en años recientes bastante altas, por lo que el impacto sería más que serio.
El siguiente paso es ver cuánto dinero de la PAC le toca a cada Estado miembro. España, en estos momentos, es el segundo mayor perceptor en pagos directos, con un presupuesto superior a los 34.000 millones de euros, tan solo por debajo de Francia, con un presupuesto de 51.000 millones de euros en el periodo 2021-2027. Si a la reducción del presupuesto, aplaudida por buena parte de los países del norte de Europa, le sumamos la expectativa, alargada en el tiempo, de los últimos países incorporados a la Unión Europea, de reducir su distancia con los más veteranos en el valor unitario de las ayudas, el debate se complica. Y si a ello añadimos que aparecen nuevas prioridades como la defensa, la inversión en independencia energética, e incluso la devolución de la deuda consecuencia de la financiación de los Fondos Next Generation vía deuda pública, el escenario que se presenta es fácil entender que no es de cuento de rosas para la PAC.
El debate de los presupuestos de la Unión Europea nunca ha sido una cosa fácil, pero es ahora cuando las instituciones comunitarias, que en última instancia dependen de las decisiones de los Estados miembros, tienen que apostar de verdad por el proyecto europeo. Hoy es más necesario que nunca que Bruselas sea consecuente con su misión y sus objetivos, y que el presupuesto presentado, más allá de cuál sea el acuerdo final, sea la primera gran prueba de ello. No es sostenible afrontar y asumir nuevos retos en el Viejo Continente con el mismo esfuerzo financiero de los socios comunitarios, pues eso de “más con menos”, todavía no sé cómo se puede hacer, y creo que la Comisión Europea tampoco. Si acaso, poniéndose a trabajar en medidas que no cuestan dinero, caso de las cláusulas espejo y la reciprocidad.
A partir de lo conocido, y mientras se apuesta públicamente por superar la dependencia energética como una cuestión estratégica, la PAC anunciada bien podríamos decir que va en sentido contrario. Depender del exterior en una cosa tan seria como es comer, creo que es abundar en la mayor debilidad que se podría provocar desde Bruselas.
(*) Presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agro-Alimentàries
Acceso al artículo de opinión en la página 6 del ejemplar de Valencia Fruits.
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