Cirilo Arnandis: “Con tal que yo lo crea, ¿qué importa que lo cierto no lo sea?”

El Presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agro-alimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre las mentiras y verdades del consumo de zumo de naranja

Cirilo Arnandis (*)

Atendiendo a todo lo que circula por redes y medios, nos solemos preguntar qué es verdad y qué no lo es acerca de la información que nos llega. Ante este dilema, quizás, lo primero que haya que hacer es definir qué es una verdad. Así, consultado el diccionario de la Real Academia Española, entre sus diversas acepciones se define como verdad cuando tiene la cualidad de veraz, pero a su vez, también se define verdad como conformidad de las cosas en el concepto que de ellas forma la gente. Así pues, puede que una verdad no sea algo absoluto por más que existan métodos o formas de corroborar una determinada teoría, tesis, concepto o información. Incluso más, se puede influenciar para conseguir que la gente se forme un determinado concepto como el verdadero, existiendo múltiples prácticas para conseguirlo.  

No es que sea mi intención hacer un tratado sociológico, pero me van a entender si me permiten sugerirles que, a través de cualquier buscador de internet, tecleen lo siguiente: “zumo de naranja”. En los primeros resultados de la búsqueda, y eso normalmente se paga, vemos que lo que debería de ser, en principio, una relación de bondades de un producto que en el imaginario colectivo tenemos conceptuado como sano y saludable, se convierte en todo lo contrario. A partir de titulares impactantes que transmiten un mensaje de preocupación por su consumo, se desarrolla un contenido de cuestiones obvias, poco o nada relacionadas con la contundencia del titular. Y es que las prisas y el actual ritmo de vida nos impiden en infinidad de ocasiones ir más allá del titular, por lo que es fácil que no se lea el contenido de la información. Además, aprovechan una de las características de la sociedad actual, en la que el sentido crítico de las cosas, al menos en mi opinión, debería de estar más desarrollado.

Ramón de Campoamor, allá por el siglo XIX ya escribió: “Y en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. En el ocaso del Reich en la Segunda Guerra Mundial, todavía se hizo creer a amplios sectores del pueblo alemán que la victoria era posible, haciendo uso de aquella máxima que dice que “aplicando una mentira mil veces, esta se convierte en una realidad”. Más recientemente, a principios de la década de los noventa, tiene su origen el concepto de posverdad, y que no es más que la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y opiniones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Por último, ya en nuestros días, nos enfrentamos a una lucha titánica por “el relato”, en el que prácticamente todo vale para influir en la opinión pública.

Así pues, mientras elaboro este mismo artículo, estoy haciendo el ejercicio indicado, ¿y qué me encuentro? Me encuentro titulares en distintos medios de comunicación, con mayor o menor prestigio y difusión, que paso a copiar literalmente: “Por qué tomar un zumo de naranja en el desayuno puede ser una de las peores elecciones que puedes hacer para el empezar el día”, “Zumo de naranja: si aún crees en estos mitos, … ¡ya es hora de derribarlos!”, “Esto es lo que advierten cuatro nutricionistas sobre el zumo de naranja”, “Así afecta a la salud el beber zumo de naranja natural todas las mañanas”, “Por qué deberías de dejar de tomar un zumo de naranja en el desayuno”, “Por qué no debes tomar jamás zumo de naranja natural por las mañanas: el aviso médico”, “Así afecta a la salud beber zumo de naranja natural todas las mañanas”, “El zumo de naranja natural no es tan saludable”, “¿Es saludable beber un zumo de naranja todas las mañanas?”, “Todas las mentiras sobre el zumo de naranja”, “El sorprendente error en el que caes siempre cuando te haces un zumo de naranja”, “El motivo por el que no deberías de beber zumo de naranja todos los días”, y así hasta donde se quiera seguir, con titulares, si no repetidos literalmente, muy similares en distintos medios.

El mensaje, así como su estructura, es recurrente e idéntico en todos los artículos, y no es otro que la fibra se queda casi por completo en los restos de la pulpa mientras que el contenido en fructosa —el azúcar natural de la fruta— permanece intacto, y que ese azúcar, sin el colchón de la fibra, se absorbe mucho más rápido. De ahí, y sin discutir, pues no soy quien, que sea cierto lo que se indica, entiendo que habrá que poner en la ecuación qué cantidad de zumo de naranja se ingiere, pues de las noticias se puede desprender fácilmente que la ingesta de zumo de naranja es mala per se. Vamos, como si te fumaras un cigarro, que ni el primero ni el último es bueno. La conclusión en estos mensajes es que es mejor consumir una naranja en fresco que un zumo de naranja. Es evidente que son formatos de consumo totalmente distintos, y que cada uno, en su justa medida, como todo en la vida, puede tener sus bondades, al igual que ocurre con cualquier alimento o la gran mayoría de productos o sustancias que ingerimos.

A la vista de la observación, es más que probable que se trata de una campaña orquestada con un objetivo concreto, pues vemos como de un tiempo a esta parte, el mismo formato se presenta en diversos medios de comunicación. Así, y sin ahondar más en Internet, encontramos este tipo de noticias desde el año 2020, las cuales han adquirido una mayor presencia en el actual año 2023. Mi duda es cuál es su propósito, si primar el consumo de las piezas de naranja sobre su zumo, si prestigiar el consumo de fruta fresca en general sobre el consumo de sus respectivos zumos, desprestigiándolos, o que se consuman otras frutas en detrimento de las naranjas. En cualquier caso, parece que el problema tan solo se presenta en el caso del zumo de naranja, pues en ningún momento se hace alusión en estas “informaciones” a ninguna otra fruta. Ni siquiera al zumo de cualquier otro cítrico que, por mera similitud, y en atención a la tesis esgrimida, cabe pensar que podría entrar en el mismo saco. 

Me pregunto también por el papel de los medios de comunicación, amparando y dando soporte a esta sucesión de comunicados, y es que una persona que sabe de esto me hizo ver que hay que diferenciar entre información y opinión. En este caso, la estructura recurrente lanza el mensaje interesado, intentando avalarlo con datos o manifestaciones de nutricionistas, científicos, centros médicos o científicos, o simplemente por expertos o científicos con carácter general, de ahí que se enmarque en el ámbito de la opinión. Ello aun vistos los impactantes titulares, tan concretos, concisos y precisos, que no da pie a pensar en que se están vertiendo opiniones. Lo que también es recurrente es la descontextualización de las manifestaciones de los expertos, pudiendo entenderse de modo muy fácil, como ye he comentado anteriormente, que el consumo de tan solo una gota de zumo de naranja ya es perjudicial para la salud. 

La industria del zumo de naranja es muy importante en España, pues el método por el cual se le da utilidad a aquella fruta en fresco de peor aptitud comercial. Es fácil que entorno a un millón de toneladas de los cítricos españoles puedan tener cada año como destino un uso industrial, en diferentes modalidades. 

Con ello, se cumple una doble misión. De una parte, conferir un valor económico a una fruta que de otro modo tendría que salir del circuito comercial en fresco, generando un residuo e incurriendo en el consiguiente gasto para su gestión, algo inconcebible para un producto más que apto para el consumo y en un momento en el que el campo no está para perder dinero. De otra parte, reducir el desperdicio alimentario, algo que está tan de moda y que con tanto ahínco ocupa a nuestros políticos.

“Los zumos de frutas en general, y el de naranja en particular, están siendo atacados últimamente desde varios frentes, incluso desde quienes legislan”

“Uno de los temas que está en marcha es que Bruselas quiere primar en la conocida como ‘Directiva desayunos’, el zumo con bajo contenido en azúcar, el cual se obtiene mediante otro proceso de transformación industrial adicional, enfrentándolo con el zumo natural”

Y es que los zumos de frutas en general, y el de naranja en particular, están siendo atacados últimamente desde varios frentes, incluso desde quienes legislan. Así, uno de los temas que está en marcha es que Bruselas quiere primar en la conocida como “Directiva desayunos”, el zumo con bajo contenido en azúcar, el cual se obtiene mediante otro proceso de transformación industrial adicional, enfrentándolo con el zumo natural. Eso sí, en la Directiva se propone que en el etiquetado del zumo con bajo contenido en azúcar, no se pueda hacer mención ni comparación con el zumo natural. Si me permiten una simpleza, si aguo el zumo natural, ya tengo un zumo con menor contenido en azúcar, pero eso es seguro que es fraude. Con ello no quiero decir que todos estos temas estén relacionados, pero lo que sí es cierto es que es un problema más de tantos y tantos que tenemos que superar los productores.

Es hora de la verdad objetiva, centrando los temas en un contexto cierto y con las menos interpretaciones posibles que den pie a mensajes interesados, que descontextualizados, no hacen más que generar un perjuicio. Así, volviendo a mentar a Ramón de Campoamor, que no se cumpla aquello de “Con tal que yo lo crea, ¿qué importa que lo cierto no lo sea?”. Vamos, que fue un adelantado a su tiempo.

(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries

Acceso al artículo de opinión en la página 5 del ejemplar de Valencia Fruits. 

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