“Crítica a la actual situación de la agricultura valenciana” (parte I), por Nando Durà

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Gustavo Ferrada FA 25
AGROPONIENTE FA

¿Qué futuro le espera a la agricultura valenciana? El agricultor Nando Durà explica en este artículo su visión sobre la situación actual del campo valenciano

Nando Durà destaca la profesionalización del sector agrario. / ND

Nando Durà (*)

“Si no quieres estudiar, terminarás trabajando en el campo”

Seguramente, esta debe ser la frase más escuchada por los adolescentes de los años 80, 90 y 2000. De hecho, yo fui uno de esos muchos que la escuchó de sus padres. Pero, ¿qué implica realmente esta frase, que a simple vista parece inofensiva? La defenestración de nuestros padres hacia todo lo que, hace no tanto tiempo, enriquecía al País Valencià, especialmente en las zonas de regadío. Treinta años de menosprecio hacia nuestro sector primario, que es el sustento de nuestra comunidad, han traído consecuencias devastadoras, como el hecho de que la edad media de nuestros agricultores y ganaderos sea de 64,4 años. ¿Cuál es el resultado de esta situación? ¿Qué futuro le espera a la agricultura valenciana? Lejos de buscar respuestas superficiales, es fundamental recorrer el camino que ha llevado a la agricultura a su estado actual y comprender los factores que nos han conducido a esta crisis sin precedentes.

No se trata solo de la problemática social derivada de la falta de relevo generacional, esta situación también conlleva riesgos medioambientales. Los datos del último año indican que hay 6.437 hectáreas abandonadas sólo en el País Valencià. Esto significa que una de cada tres hectáreas abandonadas a nivel estatal se encuentra aquí, en nuestra región. Además, en los últimos años, hemos perdido casi la mitad de las explotaciones agrarias y la superficie dedicada a la agricultura se ha reducido en un 11%.

Comenzar en el campo no es fácil: se requieren recursos, tierra, maquinaria… una inversión considerable, económicamente hablando, que no todos están dispuestos o en condiciones de realizar. La mayoría de los agricultores y ganaderos continúan con la explotación familiar, heredando tanto la tierra como los recursos necesarios. No obstante, lo que más desalienta a los jóvenes que desean incorporarse al sector agrícola desde cero —o no— es la inestabilidad económica que conlleva ser agricultor o ganadero. La fluctuación de precios en la mayoría de los cultivos es bastante pronunciada, y resulta comprensible que, ante la seguridad de un salario mensual en otros sectores, sea complicado que alguien quiera asumir el riesgo de invertir su dinero en el campo. Entre estos riesgos se incluyen el contexto del mercado global en el que operamos, las constantes inclemencias meteorológicas y las plagas, que son cada vez más comunes debido al cambio climático, además de la escasez de recursos para enfrentarlas. Estos dos aspectos —el desprecio hacia la profesión agrícola y su creciente falta de rentabilidad—son fundamentales para comprender el escaso relevo generacional que enfrenta la agricultura en la actualidad.

Sin embargo, los nuevos agricultores que se están incorporando o, mejor dicho, los más jóvenes que ya llevan algunos años en el mundo agrario, suelen tener una formación muy alta debido a las nuevas normativas y a la alta tecnificación del sector. La profesionalización del mismo es, de hecho, fundamental. La imagen de “paleto de campo” que todavía persiste en parte de la sociedad, fruto de la desvalorización que nosotros mismos fomentamos en su momento, dista mucho de la realidad actual. Los agricultores y ganaderos de hoy se encuentran en constante formación sobre nuevas normativas, técnicas de cultivo y variedades. Aun así, a pesar de estar mejor preparados, estos profesionales enfrentan una serie de problemas tanto estructurales como coyunturales que marcan el día a día de la agricultura.

*Agricultor

Continuará…