La sobreoferta mundial, con récords de cosecha en Francia, India y China, arrastra las cotizaciones a niveles muy bajos y amenaza la viabilidad de los agricultores españoles

Todos los países productores han registrado aumentos en sus cosechas. / ARCHIVO
Valencia Fruits. Redacción.
La Lonja de León ha comenzado a cotizar esta semana la patata con precios que no alcanzan a cubrir los costes de producción, en un contexto que el propio sector califica como una “inundación mundial de patata”. La situación responde a un fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda, con un volumen de producción muy por encima del consumo, lo que está provocando una drástica caída de las cotizaciones y grandes pérdidas para los agricultores.
En Europa, la superficie cultivada creció este año un 5,5% hasta 1,47 millones de hectáreas, la cifra más elevada en años. Alemania, Francia, Bélgica y Países Bajos han obtenido cosechas que superan con creces la capacidad de la industria transformadora, lo que ha generado grandes excedentes en el mercado libre. La presión se intensifica con la entrada de China e India, que han alcanzado producciones récord que desbordan la capacidad de almacenamiento local y empujan los precios a la baja. A este panorama se suman Egipto y Turquía, que refuerzan su posición como exportadores mundiales, incrementando todavía más el exceso de oferta.
El caso de Francia es especialmente significativo, pues este año cuentan con una cosecha récord de 8,3 millones de toneladas, un 13% más que el año pasado. El país dispone de un 20% de su producción —alrededor de 1,66 millones de toneladas— sin contrato, volumen equivalente casi a toda la producción anual de España. Esa patata libre se está comercializando a precios “irrisorios”, en ocasiones cercanos a cero euros por kilo.
En León, la superficie sembrada de patata alcanza las 1.334 hectáreas, un 13% más que en 2024, con una producción estimada de 56.000 toneladas, de las cuales el 80% se encuentran bajo contrato. Sin embargo, los agricultores que operan en el mercado libre afrontan un escenario muy complicado. La moral en el campo está en mínimos. “Los distribuidores deben adaptarse a los precios de mercado, pero también necesitan agricultores que se ganen bien la vida”, subrayan desde el sector.