La directora general de AEFA, Camino García, habla sobre los reglamentos y regulaciones en materia de bioestimulantes microbianos

Los bioestimulantes mejoran la productividad de los cultivos ya que favorecen procesos clave del desarrollo de la planta. / AEFA
Camino García Martínez de Moretín (*)
En Europa se ha definido, armonizado y regulado el concepto “bioestimulante” con la entrada en aplicación del Reglamento EU 2019/1009 en 2022, que convive con las legislaciones nacionales de los 27 estados miembros de la UE con el objetivo de aportar seguridad, calidad y eficacia estableciendo unos requisitos comunes que permitan la libre circulación de los fertilizantes en Europa.
El uso de bioestimulantes microbianos está tomando un gran protagonismo dentro del contexto actual de cambio climático y la necesidad de una agricultura más sostenible
Los bioestimulantes se definen como “producto fertilizante UE cuya función es estimular los procesos de nutrición de las plantas independientemente del contenido de nutrientes del producto, con el único objetivo de mejorar una o varias de las siguientes características de la planta o de la rizosfera de la planta la eficiencia en el uso de los nutrientes; la tolerancia al estrés abiótico, las características de calidad, la disponibilidad de nutrientes confinados en el suelo o la rizosfera”. Es decir, son productos que se definen por su efecto (o claim), no por su composición. Una misma sustancia puede formar parte de distintos productos con efectos diferentes.
Este reglamento aporta por primera vez una definición a los productos bioestimulantes y exige que los efectos que se declaran en la etiqueta del producto estén demostrados con ensayos y analíticas para cada uno de los cultivos que se indiquen, de acuerdo con unos estándares elaborados en el Comité Europeo de Estandarización. Además, los productos deben estar formulados únicamente por los componentes recogidos en las distintas Categorías de Materiales Componentes (CMC’s) descritas en el Anexo II. De forma complementaria, los productos bioestimulantes deben cumplir unos requisitos de etiquetado, y con unos límites establecidos de contaminantes, así como haber pasado por una evaluación de conformidad realizada por un Organismo Notificado Acreditado.
Sin embargo, esta normalización, aunque positiva, no ha permitido aún que los bioestimulantes microbianos exploten todo su potencial debido principalmente a que la regulación sólo permite el uso de cuatro géneros de microorganismos: Azotobacter, Hongos micorrízicos, Rhizobium y Azospirillum. Esta situación excluye la puesta en el mercado de multitud de cepas autorizadas en otros países europeos por las normativas nacionales, con utilización extendida, cuya eficacia está probada con exigentes ensayos agronómicos que avalan su eficacia y su seguridad para la salud humana, animal y medioambiental.
El uso de bioestimulantes microbianos está tomando un gran protagonismo dentro del contexto actual de cambio climático y la necesidad de una agricultura más sostenible. Estos productos mejoran la productividad de los cultivos ya que favorecen procesos clave del desarrollo de la planta como son la asimilación de nutrientes, la formación de estructuras radiculares más eficientes o la resistencia al estrés abiótico generado por situaciones adversas ambientales como pueden ser la sequía, muy altas (o muy bajas) temperaturas, la salinidad o suelos con pH extremos. Su aplicación, además, permite una mejor asimilación de nutrientes y movilización de nutrientes inmovilizados en la rizosfera, lo que facilita optimizar y reducir en muchos casos el uso de fertilizantes químicos, y a la vez mejora las características de calidad de los cultivos (tamaño, color, momento de maduración, porcentaje de azúcares…) lo que incrementa el valor añadido de la cosecha. En definitiva, los bioestimulantes microbianos no son una solución puntual, sino una herramienta clave para avanzar hacia una agricultura más resiliente, eficiente y respetuosa con el medio ambiente. De los datos de mercado internos recogidos en AEFA sobre ventas nacionales de bioestimulantes, los microbianos representaron en 2024 un 20% en volumen de facturación, sin embargo, se espera que este porcentaje se incremente en los próximos años, pues es el grupo con mayor potencial de crecimiento.
Para que estos productos logren desarrollarse plenamente, es imprescindible que el sector cuente con una regulación más ágil, alineada con los avances en biotecnología y sustentada en criterios científicos.
Próximos desarrollo para bioestimulantes microbianos
Consciente de la necesidad del sector de ampliar el catálogo de microorganismos autorizados para la formulación de bioestimulantes, la Comisión Europea ha encargado al Austrian Institute of Technology (AIT), un informe que proponga una metodología técnica y bien definida que permita incluir nuevas cepas de microorganismos dentro de la categoría CMC 7 del Reglamento (UE) 2019/1009.
Este estudio se basa en tres pilares fundamentales: evaluar el potencial de mercado de la cepa candidata; analizar la seguridad de dicha cepa valorando los posibles riesgos para la salud humana, animal y medioambiental desde un enfoque tanto bibliográfico como experimental, incluyendo análisis genómicos que descarten patogenicidad o resistencia a antibióticos y por último, analizar también de forma empírica y bibliográfica la eficiencia agronómica como bioestimulante.
Esta metodología que se está desarrollando permitirá facilitar incorporación de nuevos microorganismos al listado, con la intención de hacer más eficiente el proceso tanto para las empresas solicitantes como para los organismos evaluadores, y sin perder de vista la necesidad de mantener la transparencia, el rigor científico y la coherencia normativa.
En paralelo, la nueva Comisión Europea tiene previsto proponer un paquete de medidas de simplificación para el cuarto trimestre de 2025 que afectan a la legislación de fertilizantes, en la que parece que se incluyen novedades para la incorporación de microorganismos en la CMC 7. En el marco de esta actividad la Comisión Europea realizó en mayo una consulta al sector (denominada ‘Realty Check’) para identificar las exigencias legislativas que podrían simplificarse sin comprometer la seguridad ni los objetivos ambientales del Reglamento, señalando de partida como uno de los aspectos críticos la evaluación de nuevos microorganismos para la CMC 7.
Desde AEFA tenemos claro que ampliar el listado de microorganismos autorizados no sólo es una necesidad técnica, sino una oportunidad estratégica para ofrecer al agricultor europeo herramientas más sostenibles, eficaces y competitivas para garantizar la sostenibilidad alimentaria en un contexto cada vez más exigente en términos ambientales y productivos, y para ello es clave implementar una metodología adecuada basada en el rigor científico, la seguridad y la innovación. Resulta igualmente esencial respaldar a una industria nacional que está demostrando una elevada capacidad de innovación, su compromiso con la calidad y su apoyo máximo al agricultor, al mismo tiempo que mantiene su alineación con los objetivos europeos en materia de sostenibilidad. Apostar por este sector es apostar por una agricultura más resiliente, moderna y responsable.