Inmaculada Sanfeliu: “Apremia el Acuerdo de la Pinyolà”

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La presidenta del Comité de Gestión de Cítricos, Inmaculada Sanfeliu, opina sobre el sector citrícola y el Acuerdo de la Pinyolà

La miel de azahar es el commodity de las mieles (producción básica en cantidad a precio básico) a mezclar con mieles de otras flores y otros orígenes.

Inmaculada Sanfeliu (*)

El sector citrícola, como parte relevante del sector primario español, representa un importante motor económico para nuestro país y, especialmente, para nuestra Comunitat, así como una seña de identidad internacionalmente reconocida que aporta un enorme valor intangible a nuestra imagen en el exterior.

La citricultura constituye un sector estratégico en la Comunidad Valenciana, que aporta un gran valor económico, social, territorial y medioambiental. 

El peso que, hoy en día, todavía tiene el sector citrícola en términos de contribución socioeconómica cuando se compara con otros sectores de actividad es innegable. Si tomamos como referencia el valor de comercio exterior del sector en la Comunidad Valenciana (CV), y según datos de 2021, la citricultura (2.446 millones de euros) está solo por detrás de dos sectores: automóviles, motos y componentes (4.353 millones —de los cuales una buena parte de los componentes son importados—), y productos cerámicos y similares (3.709 millones). Asimismo, se estima que la citricultura genera en la CV alrededor de 120.000 empleos directos (recolección, manipulado, confección, envasado y comercialización), el equivalente a 43.000 empleos a tiempo completo en las explotaciones citrícolas y miles de puestos de trabajo indirectos (Estimación CGC).

La CV representa el 52% de la superficie citrícola de España, 160.090 hectáreas (Ha) de un total de 307.340 Ha en España, lo que, bajando a nivel de producto, se traduce en el 49% de la superficie del cultivo de la naranja (72.260 Ha), el 67% de la superficie de mandarina (68.770 Ha) y el 32% del limón (16.932 Ha).

Durante la campaña 2021/2022, la CV continuó siendo la primera región productora nacional (3.267.183 toneladas al representar sus cítricos el 47,6% de la producción del conjunto estatal (6.860.437 t), seguida de Andalucía (36,0%) y de la Región de Murcia (13,5%).

La CV es la región líder en producción y comercio de mandarinas, ya que su cosecha (1.337.836 toneladas) supuso el 62,1% de la estatal (2.153.781 t) en la campaña 2021/2022, seguida de Andalucía con un 26,6%.

El grupo de las mandarinas ocupa el 34% de la superficie citrícola de España y la Comunidad Valenciana lidera la producción de mandarinas, con el 67-70% de la superficie de cultivo y el 62-70% de la producción. De los 2-2,5 millones de toneladas producidas de “easy peelers” o mandarinas, en España tenemos una producción de 1,5-1,8 millones de toneladas de “clementinas” y se exportan 1-1,2 millones de t de clementina por todo el mundo, casi en su totalidad desde la Comunidad Valenciana, lo que constituye el auténtico distintivo de la citricultura valenciana. Un patrimonio de más de 1 millón de toneladas de exportación de clementinas, el producto preferido por el consumidor internacional que exige unos altísimos estándares de calidad para mantener su fidelidad. 

Siendo importante en producción como lo es, debemos significar que el 68,4% (año 2021) del comercio exterior de cítricos de España se realiza desde la CV, por valor de 2.446 Millones de euros. Cada campaña se expide/exporta desde la Comunidad Valenciana del orden de 2,5-2,6 millones de t de cítricos. Podemos concluir que la CV es la región líder en el mundo en comercialización de cítricos en fresco.

No obstante, de un tiempo a esta parte, la citricultura se enfrenta a múltiples amenazas que ponen en peligro dicha contribución a la economía nacional en general, y a la valenciana en particular.

Pérdida de competitividad y plagas

Son tiempos de crisis de rentabilidad, globalización, pérdida de preferencia comunitaria, reducción de las ventanas de exportación y pérdida de competitividad en el mercado de la UE frente a la importación creciente de cítricos de países terceros a bajos precios que no tienen barreras arancelarias para acceder al mercado de la UE, con unos costes de producción y comercialización mucho más bajos que los nuestros y, en ausencia de reciprocidad, perdemos cuota de mercado en la UE porque competimos con una oferta de proveedores terceros con unas exigencias laborales, sociales, medioambientales y de seguridad alimentaria mucho más laxas que las nuestras y, por lo tanto, con precios más bajos, creando incertidumbre sobre la rentabilidad de las explotaciones a medio-largo plazo. Y nos enfrentamos ahora, además, a una coyuntura marcada por el incremento de los costes de producción y comercialización, con un horizonte de inestabilidad en la inflación.

La globalización está permitiendo la entrada de nuevos competidores con menores costes de producción y, por lo tanto, con mayores márgenes para la negociación, lo que perjudica la fijación de precios por parte de los agricultores nacionales.

Asimismo, el riesgo y la tasa de introducción de plagas y patógenos exóticos en la citricultura europea aumenta sin cesar debido a la globalización, la apertura total del mercado y el creciente impacto del cambio climático en la sanidad vegetal. Y la citricultura, en alerta fitosanitaria permanente, dispone cada vez de menos productos fitosanitarios para su control en el contexto actual del Pacto Verde europeo, de producción sostenible y estrategia ‘De la granja a la mesa’ y sus objetivos cuantificados de reducción del 50% del uso de los plaguicidas químicos en ocho años.

Vivir de los cítricos es cada vez es más difícil, lo que está provocando una aceleración del abandono de campos. En la campaña 2000-2001 la superficie de cítricos cultivada en la CV se elevaba a 190.893 hectáreas sobre un total de 294.629 en España, el 64,8%. Hoy, el porcentaje ha caído hasta el 52%, y no solo porque la superficie citrícola española se ha incrementado hasta las 307.340 Ha, también porque el campo citrícola valenciano se ha reducido hasta las 160.090.

Apicultura intensiva 

A todo lo anterior, se suma una amenaza particularmente relevante, que se ha visto acrecentada durante los últimos años, y cuyos daños potenciales representan un verdadero peligro para el sector: la práctica de la apicultura intensiva cerca del campo citrícola.

La apicultura intensiva, basada en la sobreexplotación de las abejas melíferas o domésticas con fines comerciales, ha crecido de forma significativa durante estos últimos años hasta el punto de que, solo en la CV, aparecían censadas en 2021 un total de 2.612 explotaciones apícolas (datos REGA) sobre las 35.300 explotaciones apícolas censadas en España (el 7,4% del total nacional) y más de 350.000 colmenas según datos oficiales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Una actividad que se caracteriza, además, por ser mayoritariamente trashumante. 

En cuanto a la profesionalización del sector apícola en la CV, de un total de 2.612 explotaciones censadas en 2020 (datos REGA actualizados a 01/03/2021), tan solo 689 explotaciones son profesionales y 1.923 no profesionales, lo que significa que tan solo un 26% de las explotaciones son profesionales, es decir, tienen como actividad principal de sus titulares la apicultura. El resto serían actividades complementarias a otras actividades de sus titulares.

En cuanto al número de explotaciones apícolas por sistema productivo en 2020 (datos REGA a 11 de marzo de 2021), la CV tiene censadas 2.612 explotaciones apícolas, de las cuales 2.488 trashumantes (95,3%) y tan solo 124 estantes (0,05%). Estos datos contrastan con la media nacional: 35.300 explotaciones apícolas, de las cuales 14.581 trashumantes y 19.636 estantes, es decir, un 65% de explotaciones estantes y un 35% de explotaciones trashumantes. 

Y si nos referimos a número de colmenas por sistema productivo según el censo apícola de 2021 y con datos REGA a 01/04/2021, 346.410 colmenas eran trashumantes de un total de 351.556 colmenas censadas en la CV, un 81% de colmenas trashumantes.

A los apicultores locales, se suman además miles de apicultores trashumantes externos, que, año tras año, se dan cita en torno a los campos de cítricos de la Comunitat para aprovechar la floración del azahar. Esta masificación de colmenas (cientos de miles) genera serios problemas para el campo citrícola valenciano.

Como es sabido, la colocación de colmenas de abejas domésticas (locales y trashumantes) cerca de plantaciones de cítricos provoca la polinización cruzada de los árboles y la posterior presencia de semillas en los frutos (pinyolà), especialmente entre las clementinas, lo que devalúa totalmente su valor comercial: Si hay semilla en la fruta, el consumidor la rechaza.

Rechazo del consumidor

Los híbridos pueden polinizar a las clementinas, dando frutos con semillas. Como el polen de los cítricos es muy pesado y pegajoso, la polinización anemógama (producida por el viento) no causa perjuicios graves, pues se limita a muy pocos metros, así como no es relevante tampoco la polinización por las abejas silvestres. No ocurre así con la polinización entomógama intensiva, causada por insectos polinizadores, sobre todo las abejas, que actúan en un radio de acción de varios kilómetros introducidas por la acción humana. La polinización cruzada causada por las abejas domésticas puede ocasionar (como ya ha sucedido en el pasado) que aparezcan muchos frutos de Clementina con semillas. El consumidor se ve defraudado, y el efecto de retraimiento de la demanda es enorme. Ha habido años en los que ha sido especialmente grave, pues por diversas causas, entre otras la sequía, la cantidad de colmenas de fuera de la CV que han acudido a nuestras zonas citrícolas ha llegado incluso a triplicar a la cantidad de colmenas de nuestra región, y las consecuencias han sido desastrosas. Se estima en 30.000 millones de abejas las que estuvieron campando a sus anchas en alguna campaña.

Debemos dar la voz de alarma con toda energía. Nuestra primera producción agraria está en peligro. Si se repiten campañas de este tipo, las consecuencias serán gravísimas y podría significar la puntilla para la variedad reina de entre nuestras mandarinas, la Clemenules. Cuando esto sucede llegan muchas y fuertes quejas de importadores y de la gran distribución y la demanda pasa a otros orígenes. 

No hemos encontrado en estudios técnicos una cuantificación del efecto de la ganadería apícola en el nivel de producción de los cítricos como consecuencia de la actividad polinizadora de las abejas. Así pues, tomando en consideración los efectos negativos de la apicultura doméstica intensiva y de su sobreexplotación desde el punto de vista comercial, y teniendo además en cuenta el papel irrelevante que tienen las abejas domésticas en la polinización necesaria para la aparición de frutos —llevada mayoritariamente a cabo por medio de otros agentes, como abejas silvestres, otros insectos o el propio viento-—, se hace imprescindible regular y controlar las colmenas.

El problema no es la abeja sino la apicultura intensiva o ganadería apícola que genera efectos externos negativos sobre la citricultura por la depreciación en la calidad de ciertos cítricos que supone la aparición de semillas en los frutos como consecuencia de la actividad polinizadora de las abejas.

En la década de los noventa se sucedieron en la CV campañas con graves problemas para la comercialización de ciertas variedades de cítricos y la pérdida de cuotas de mercado como consecuencia de la pinyolà (aparición de semillas). Solo prohibiendo el emplazamiento de colmenas en una distancia mínima a las explotaciones de cítricos mediante la publicación del llamado, primero Decreto, y después ‘Acuerdo de la Pinyolà’, ha sido posible preservar nuestras clementinas del perjuicio comercial causado por las abejas “domésticas” o ganado melífero.

A 4 km

Es necesario apartar las colmenas a más de cuatro kilómetros de la zona citrícola. La desproporción entre las magnitudes económicas de las producciones apícola y citrícola no deja ninguna duda en la necesidad de la medida, ni por dimensión económica, ni por personal ocupado en ambas actividades. De nuevo, como venimos haciendo campaña tras campaña en estas fechas próximas a la floración, este año muy adelantada, advertimos del gravísimo problema que se está causando, y de la urgencia de la publicación anual del Acuerdo del Consell que le ponga solución, apartando las colmenas de la zona de producción citrícola, y autorizando los tratamientos insecticidas en época de floración para evitar los efectos (mucho menores) de los otros insectos polinizadores no aportados por el hombre. 

Es imprescindible mantener el Acuerdo de la Pinyolà sobre distancias mínimas de colmenas que valientemente ha dictado la Conselleria durante años y que ha demostrado su efectividad para asegurar que nuestras clementinas e híbridos no adolezcan del defecto de tener semillas

Es imprescindible mantener el Acuerdo de la Pinyolà sobre distancias mínimas de colmenas que valientemente ha dictado la Conselleria de Agricultura durante años y que ha demostrado su efectividad para asegurar que nuestras clementinas e híbridos, productos estrella de nuestra citricultura, no adolezcan del defecto de tener semillas. La presencia de semillas, además de devaluar el producto, perjudica las ventas totales al incidir directamente en la bajada del consumo: no solo vendes más barato, sino que vendes menos y perjudicas la “marca España”.

La citricultura española está basada en variedades de alta calidad para el consumo en fresco. La actividad polinizadora puede afectar negativamente a la calidad intrínseca de los cítricos y, por tanto, de forma indirecta a los precios del producto. La ausencia de semillas se identifica claramente por el consumidor como factor de calidad, además de las características organolépticas (aroma, equilibrio entre azúcares y ácidos, contenido en zumo), el calibre, la facilidad de pelado e incluso el color, entre otros.

La producción citrícola española se ha ido adaptando a los gustos del mercado desde hace décadas. La inquietud y profesionalidad de nuestros agricultores ha sido decisiva en este proceso de transformación. 

La situación geográfica de la CV en el límite climatológico para la producción óptima de cítricos, con el contraste de inviernos suaves y veranos es excelente para el desarrollo de algunas especies, especialmente las variedades del grupo mandarinas. Aprovechando la renovación de plantaciones por la Tristeza se realizó una reconversión varietal sin precedentes en el mundo frutícola. 

Imitando el éxito de Marruecos en los años de la posguerra, que iba extendiendo la variedad clementina, España fue extendiendo también esta variedad. Hoy somos los primeros productores del mundo de Clementinas, casi los únicos junto a Marruecos. La aparición de mutaciones espontáneas como Oroval, y sobre todo la Nules, contribuyó a su fuerte expansión, ampliándose posteriormente la estacionalidad hacia una gran precocidad gracias a la Marisol y otras, todas ellas, sin semillas. A estas se irían añadiendo progresivamente nuevas variedades de Clementinas como la Hernandina y otras mandarinas fruto de hibridaciones de mandarinas como son la Nova o Clemenvilla, Fortune, Ortanique y Ellendale. 

Alargar y ‘descongestionar’

La necesidad de ampliar la campaña del grupo de las mandarinas ha ido motivando la incorporación de nuevas variedades de híbridos de mandarinas, que permiten extenderla unos meses más y defendernos de la competencia de otros países que también los han ido implantando. 

En parte gracias al acuerdo de la pinyolà se pudo experimentar nuevas variedades y subvariedades, los agricultores pudieron hacer inversiones y expandir la temporada de mandarinas hasta en ocho semanas, con el consiguiente aumento de jornales y descongestión de la oferta prenavideña. Con la invasión de abejas domésticas hubiese sido imposible.  

La necesidad de descongestionar el mercado de las clementinas, que se concentraba en un espacio muy limitado de tiempo, desestacionalizar y alargar la campaña del grupo de las mandarinas ha ido motivando la incorporación de nuevas variedades de calidad, sobre todo híbridos tardíos de mandarinas (Clemenvilla o Nova, Nadorcott, Tango, Orri,…), que permiten prolongar el periodo de comercialización, desahogar el periodo noviembre-enero (la primera parte de la campaña), aumentar las cantidades anuales en oferta, reduciendo al mismo tiempo la presión semanal/mensual de la misma, y mejorar la calidad global del grupo mandarinas, defendiéndonos de la competencia de otros países que también los han ido implantando. No es solo comprar más mandarinas al mes, sino tener durante más meses la posibilidad de comprar el mayor número de variedades, tanto de naranjas como de mandarinas.

La clementina es el producto que mejor se adapta a la demanda moderna por su facilidad de consumo tanto por ser la mayoría fáciles de pelar, su versatilidad en las ocasiones y formas de consumo, así como su adaptación al público de todas las edades, especialmente a los niños. Pero… no podemos pretender aumentar la exportación de clementinas, ni tan siquiera mantener los niveles actuales, si no somos capaces de ofrecer clementinas sin semillas y vuelven a producirse situaciones como las vividas en algunas de las pasadas campañas.

Está claro que las clementinas son el motor de nuestro comercio citrícola, y mal defenderíamos la cuota de mercado de las naranjas si no dispusiéramos del arma comercial de nuestro predominio en lo que se llama genéricamente “easy peelers” (frutas fáciles de pelar) o grupo mandarinas.

A costa de la biodiversidad

Pero, según demuestran recientes estudios científicos que aportan nueva información sobre la actividad intensiva de la apicultura, no solamente es la producción citrícola la que se ve afectada por esta sobreexplotación de las abejas domésticas, sino también nuestros ecosistemas naturales y la biodiversidad de nuestra región.

Actualmente, las abejas silvestres están siendo afectadas gravemente por el cambio climático debido a su baja capacidad de reacción ante los desastres naturales, como los incendios, las inundaciones o las sequías, o por los cambios en los usos del suelo.

Además de los efectos ambientales, las abejas silvestres tienen una amenaza añadida, la sobreexplotación de las abejas melíferas. Hemos hallado estudios técnicos que prueban que la presencia masiva de colmenas de abejas melíferas disminuye la abundancia de abejas silvestres, la riqueza de especies y el conteo de frutos en las fincas.

La disminución de las poblaciones de polinizadores junto con el aumento de la producción de cultivos dependientes de polinizadores en todo el mundo hace que sea crucial entender cómo las técnicas de manejo pueden mejorar la conservación de los polinizadores en la finca y servicios ecosistémicos de polinización de cultivos. La investigación en sistemas de plantas nativas sugiere que la competencia entre abejas melíferas y abejas silvestres sobre los recursos florales puede suprimir la abundancia de abejas silvestres y la fructificación. Esto puede ser especialmente verdadero bajo limitaciones de recursos, que puede aumentar la superposición de nichos entre las abejas melíferas y los polinizadores silvestres y aumentar los impactos negativos en las poblaciones de polinizadores silvestres. La competencia de las abejas melíferas puede afectar a poblaciones de polinizadores silvestres y producción de cultivos en agroecosistemas también. Por tanto, introducir desde fuera nuevas colmenas al paisaje no es una acción de mejora de la biodiversidad. Al contrario, perjudica a la fauna silvestre autóctona.

Contra la creencia popular, las abejas domésticas han aumentado exponencialmente en la cuenca mediterránea durante las últimas décadas. Sus impactos negativos sobre las abejas silvestres son bien conocidos y este aumento reciente está produciendo una reducción en el número relativo de abejas silvestres que acuden a las flores de plantas silvestres y cultivadas. Las abejas silvestres han sido reemplazadas gradualmente por las domésticas en las flores, tanto de plantas silvestres como cultivadas. Hace medio siglo la proporción de abejas silvestres en las flores cuadruplicaba la proporción de abejas domésticas, pero las proporciones de ambos grupos se han igualado en la actualidad. La cuenca del Mediterráneo es un “punto caliente” de biodiversidad mundial tanto para abejas silvestres como para plantas polinizadas por abejas. El creciente predominio de las abejas domésticas probablemente minará a la larga la diversidad de plantas y abejas silvestres en la región. Las iniciativas encaminadas a proteger y fomentar la explotación económica de la abeja doméstica en la cuenca mediterránea deberían ser reconsideradas urgentemente, ya que además de innecesarias tienen un impacto negativo sobre la biodiversidad regional. (informacion[at]ebd.csic.es: Herrera (2020) Gradual replacement of wild bees by honeybees in flowers of the Mediterranean Basin over the last 50 years. Proc Royal Society B 287(1921). Doi 10.1098/rspb.2019.2657)

El uso de abejas como polinizadores en cultivos es frecuente desde el origen de la agricultura. Sin embargo, en las últimas décadas su uso intensivo enfocado a la fabricación de miel y al aumento del rendimiento de la producción agrícola está provocando un efecto adverso en el medio natural. Por un lado, las especies manejadas entran en una dura competencia con las autóctonas, ya que estas últimas no acuden a las plantas visitadas por las melíferas. Por otro, el abuso de difusión sobre la planta hace que los tubos de polen queden obturados impidiendo la producción de semillas. Los ensayos se realizaron en las provincias de Huelva y Sevilla en campos de naranjo. En el momento de la floración del azahar, las abejas melíferas acudían a estos, mientras que las silvestres se desviaban hacia otras especies de plantas limítrofes, como jara o lavanda. Sin embargo, cuando las flores daban paso a las naranjas, las dedicadas a apicultura acudían a los bosques de matorrales, impidiendo la supervivencia de las abejas silvestres. Tanto en distintas especies de jara, como en lavanda se produjo, además, un descenso significativo en la producción de semillas. 

Desaparecen las Abejas ∫silvestres

El peligro radica en que, según un estudio publicado recientemente en Agriculture, Ecosystems & Environment, hay algunos cultivos que solo son polinizados por las silvestres. Pero si las melíferas las dejan sin alimento en los momentos de escasez, las silvestres desaparecerán, dejando a muchos cultivos sin polinizadores. Esto provoca la pérdida de cosechas al no desarrollarse los frutos.

Diversos estudios contrastan los patrones de visitas florales de las abejas melíferas a nivel comunitario con los de la diversa fauna polinizadora nativa y muestran que el número de abejas melíferas que visitan especies de plantas aumenta mucho más rápidamente con la abundancia de flores que el de insectos que no son abejas melíferas. Por lo tanto, las abejas melíferas podrían tener un impacto desproporcionado en las especies de plantas que florecen más abundantemente y en la gran cantidad de especies polinizadoras tanto especializadas como generalizadas que sustentan. Las abejas melíferas pueden explotar preferentemente los recursos florales de gran abundancia debido a su capacidad para reclutar compañeros de nido; estos patrones de alimentación pueden hacer que las especies de insectos nativos busquen recursos de menor abundancia para evitar la competencia. ¿Se han estudiado en la CV los patrones de alimentación de las abejas melíferas para revelar sus impactos ecológicos?

Ha surgido una gran preocupación de que las abejas domésticas puedan tener impactos negativos no deseados en las silvestres nativas, que son importantes polinizadores en los ecosistemas agrícolas y naturales. Los efectos del manejo de abejas melíferas y abejorros sobre las abejas silvestres incluyen tres áreas: (1) competencia con las abejas nativas y silvestres por los recursos florales y sitios de anidación, (2) efectos indirectos a través de cambios en las comunidades de plantas, incluida la polinización de malezas invasoras, la propagación de plantas exóticas y disminución de plantas nativas, y (3) transmisión de patógenos y parásitos que afectan la polinización de las especies de plantas nativas y cambiando la estructura de las redes de polinización salvajes.

En lo que a producción de cítricos se refiere, la sobreexplotación comercial de las abejas también tiene una incidencia directa en un sector que sigue siendo un importante motor económico, sobre todo en nuestra Comunidad, pero que, como se mencionaba al principio, está cada vez más debilitado y expuesto a numerosas amenazas y cuya capacidad de resistencia se agota.

El sector citrícola no puede permitirse los efectos desastrosos que supone la polinización cruzada. Esto, por supuesto, no significa que se esté en contra de las abejas -necesarias y beneficiosas para el medio ambiente, sino de su sobreexplotación como actividad ganadera intensiva, que además tiene el efecto opuesto.

Ante la evidencia científica sobre los efectos nocivos de la apicultura intensiva con fines comerciales es fundamental, en primer lugar, mantener el Acuerdo de la Pinyolà que con buen criterio estableció la Conselleria de Agricultura en nuestra Comunidad, y que ha demostrado su efectividad.

Por otro lado, y con el objetivo de proteger no solo la citricultura valenciana, sino nuestros ecosistemas y biodiversidad, es necesario que seamos capaces de implementar medidas que mitiguen los efectos negativos crecientes de la apicultura intensiva sobre el medio ambiente.

A saber, entre las medidas solicitadas: Censo obligatorio, identificación fehaciente y control vía GPS o chip de todas y cada una de las colmenas, sean originarias de la CV o trashumantes, de todos los asentamientos que se establezcan. Todas las colmenas deben estar geolocalizadas. Igualmente se hace necesaria una modificación de la Ley de Ganadería con sanciones tipificadas para aquellos apicultores que incumplan la normativa del acuerdo del Consell sobre asentamiento y distancias mínimas. 

Como ganado que son, para las abejas domésticas debe definirse la “carga ganadera apícola” o “carga apícola”, el “número de colmenas que puede albergar cada monte o cada superficie, de manera que se garantice un aprovechamiento racional y sostenible”. En consecuencia, el sector citrícola solicita de la Administración los resultados de una investigación científica ad-hoc destinada a conocer y optimizar el equilibrio ambiental de la carga ganadera apícola melífera y su convivencia con polinizadores silvestres.

(*) Presidenta del Comité de Gestión de Cítricos

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