Inmaculada Sanfeliu: “Hartos del doble rasero comunitario”

Esta semana, el artículo de la presidenta del Comité de Gestión de Cítricos versa sobre el Acuerdo entre la UE y Mercosur

Luiz lnácio Lula da Silva ganó en las elecciones presidenciales del 30 de octubre. / ARCHIVO

Inmaculada Sanfeliu (*)

En 2019, y después de 39 rondas y dos décadas de negociaciones, se suscribió un polémico acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercado Común del Sur (Mercosur). La UE es, por detrás de China, el segundo socio comercial de esa región. Desde entonces dicho acuerdo está estancado y pendiente de ratificación por parte de los países firmantes. Hace cuatro años, el Parlamento Europeo y varios Estados Miembros indicaron claramente que no estaban en condiciones de apoyar dicho acuerdo debido a la preocupación por las agresivas políticas medioambientales de algunos de los socios de Mercosur, sobre todo Brasil, y por los importantes efectos perjudiciales que este podría tener en los mercados agrícolas de la UE.

Recuérdese que este acuerdo se basa en la premisa de que los intercambios comerciales no deben ir en detrimento del medioambiente o las condiciones laborales, sino promover el desarrollo sostenible. Por ello la UE y Mercosur se comprometen a aplicar de manera efectiva el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y convienen en cooperar en los aspectos climáticos del comercio entre ambas partes, lo que incluye la lucha contra la deforestación. Concretamente, incorpora, entre otras cosas, el compromiso de detener la deforestación ilegal en la Amazonía brasileña y reforestar 12 millones de hectáreas antes de 2030.

Deforestación récord con Bolsonaro

El ya expresidente Bolsonaro defendía la explotación de los recursos minerales en territorios pertenecientes a indígenas y desde su entrada en el poder en enero de 2019, los índices de deforestación y los incendios en el Amazonas se dispararon. Prueba de ello son los últimos datos del Sistema de Alerta de Deforestación (SAD) del Instituto Amazónico de Personas y Medio Ambiente (Imazon): la degradación forestal causada por la quema y la tala casi se quintuplicó en septiembre de 2022. Así, de enero a septiembre, el área de selva talada alcanzó los 9.069 km², lo que corresponde a casi ocho veces la ciudad de Río de Janeiro. Fue la mayor devastación en 15 años, desde que Imazon, (institución de investigación brasileña cuya misión es promover la conservación y el desarrollo sostenible en la Amazonía), implementó su Sistema de Alerta de Deforestación (SAD, en portugués) que monitorea la Amazonía Legal a través de imágenes satelitales desde 2008.

Además, fue la quinta vez consecutiva que la deforestación alcanzó el peor nivel de los últimos 15 años entre enero y septiembre. Durante la década de 2008 a 2017, la deforestación acumulada en el periodo se mantuvo por debajo de los 3.500 km².

Además de la deforestación, que es la eliminación total de la vegetación, la degradación de los bosques por quema y tala aumentó un 359% en la Amazonía. El área afectada por este daño ambiental pasó de 1.137 km² en septiembre de 2021 a 5.214 km² en el mismo mes de 2022. Es decir: se multiplicó por cinco. Además, este fue el sexto mes consecutivo en el que aumentó la degradación. En septiembre, solo dos estados concentraban el 96% del área degradada en la Amazonía: Mato Grosso, con 3.865 km² afectados (74%), y Pará, con 1.127 km² (22%).

Con Bolsonaro, la deforestación del Amazonas de enero a septiembre de 2022 se quintuplicó y alcanzó las mayores cifras en 15 años. Fue la quinta vez consecutiva que en ese periodo se batieron récords. Además, la degradación de los bosques por quema y tala se multiplicó por cinco

En cuanto a la deforestación, solo en septiembre se destruyeron 1.126 km² de bosque y fue el tercer peor septiembre en 15 años, solo detrás de 2021 y 2020. Y casi la mitad de esta destrucción ocurrió en Pará: 553 km² (49%).

En el Estado, la destrucción avanza hacia el norte y se acerca al mayor bloque de áreas protegidas del mundo, lo que representa una gran amenaza para la biodiversidad amazónica y para los pueblos y comunidades tradicionales de la región. Otro problema en Pará es el avance de la destrucción dentro de las tierras indígenas y unidades de conservación.

Este aumento de la deforestación y degradación es sumamente grave desde el punto de vista de la emergencia climática que estamos viviendo, ya que la deforestación contribuye al calentamiento global, lo que a su vez intensifica el cambio climático que provoca eventos extremos.

La guerra de Ucrania y Lula

Brasil es el líder absoluto en el volumen de exportaciones de Mercosur, acaparando en 2021 el 74% de las de este bloque, lo que ha determinado que hasta ahora el acuerdo no haya progresado al no haber contado con el visto bueno de Bolsonaro. El ya expresidente acusó a la UE de querer acelerar el acuerdo por el afán comunitario de importar alimentos de Brasil debido a la sequía y la crisis de los cereales provocada por la guerra de Ucrania.

La victoria de Luiz lnácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales del 30 de octubre, sin duda, ha sido interpretada por la Comisión Europea (CE) como una señal para buscar que se reanude el proceso del acuerdo comercial debido al cambio de discurso de Brasil con respecto a la preservación medioambiental.

Durante la campaña, el líder del Partido dos Trabalhadores (Partido de los Trabajadores) se mostró favorable a reabrir las conversaciones “para renegociar los términos”, ya que consideró que los actuales no fomentan la reindustrialización de Brasil y de Argentina, socios en el bloque sudamericano junto a Uruguay y Paraguay.

Además, tal y como anunciara el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y con el objeto de ayudar a la ratificación del Tratado, la UE ultimó una propuesta para incluir una cláusula de garantías para la lucha contra la deforestación y el cumplimiento de los Acuerdos de París. Así, en la madrugada del 6 de diciembre de 2022, el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo llegaron a un acuerdo sobre la propuesta de reglamento para luchar contra la deforestación importada. Los elementos más conflictivos del texto eran los relativos a su ámbito de aplicación y sistema de seguimiento. El texto establece la prohibición de importar (y también de exportar) una serie de productos —aceite de palma, carne de vacuno, soja, café, cacao, madera y caucho, así como muchos de sus derivados (chocolate, papel impreso, neumáticos, carbón de madera y ciertos derivados a base de aceite de palma)— si proceden de tierras que hayan sido deforestadas después del 31 de diciembre de 2020.

Nuevo reglamento según la deforestación

Con el nuevo reglamento aprobado las empresas importadoras estarán obligadas a actuar con la diligencia debida para probar la trazabilidad de sus productos por medio de datos de geolocalización de los cultivos, que podrán asociarse a fotos de satélite. Por medio de un sistema de evaluación se asignará a los países terceros y a los países de la UE un nivel de riesgo ligado a la deforestación y a la degradación de los bosques (bajo, estándar o alto). Esta categoría de riesgo determinará el nivel de las obligaciones de control que se impondrán a las autoridades competentes (control del 9% de los operadores que comercian con productos procedentes de países de riesgo alto, del 3% en el caso de los países de riesgo estándar y del 1% en los de riesgo bajo).

Además, las autoridades realizarán controles del 9% de la cantidad de cada una de las materias primas y productos derivados introducidos o comercializados en su mercado, o exportados desde él, desde países de alto riesgo.

En los dos años siguientes a la entrada en vigor del reglamento, la CE evaluará la posibilidad de ampliar el ámbito de aplicación a otros ecosistemas (tierras que presenten stocks de carbono elevados y tierras de gran valor en términos de biodiversidad), así como a otros productos básicos (como las aves, el maíz y el biodiésel) y al sector financiero.

Por último, el texto recoge sanciones para los infractores y una cooperación reforzada con los países terceros. Se aplicarán multas proporcionales al daño medioambiental y al valor de los productos en cuestión; serán de al menos el 4% de la cifra de negocios anual obtenida en la UE por el operador infractor, e incluirá una exclusión temporal de los procesos de contratación pública y del acceso a financiación pública.

La CE ha precisado que, tras su entrada en vigor, los agentes económicos y los comerciantes tendrán 18 meses para cumplir las nuevas normas. Las microempresas y las pequeñas empresas tendrán un período de adaptación más largo. A nadie se le escapa que los cambios en política medioambiental llevarán su tiempo.

La respuesta que desde Bruselas se ha dado a la pretensión de Lula de revisar el acuerdo Mercosur-UE es, primero, defender el acuerdo como está, puntualizando que deja un tiempo para que sus mercados y sus industrias puedan adaptarse a la competencia de Europa.

El zumo no está en la lista

El zumo de naranja NFC (Not From Concentrate) —zumo fresco o zumo 100% exprimido o zumo natural de naranja— debería figurar sin ninguna duda en la lista de productos contemplada en el recién aprobado reglamento comunitario para luchar contra la deforestación importada y cuya importación estará prohibida en la UE si proceden de tierras que hayan sido deforestadas después del 31 de diciembre de 2020.

Un informe de Imazon (noviembre 2020) muestra que la deforestación puede aumentar en estos países debido a la mayor demanda de productos agrícolas (deforestación adicional) como consecuencia del desmantelamiento arancelario previsto y puede afectar a regiones sensibles de Brasil, incluidas las áreas vecinas de Tierras Indígenas y Unidades de Conservación (conflictos con las poblaciones indígenas).

La deforestación podría aumentar entre 122.000 y 260.000 hectáreas en los países del Mercosur, según los seis escenarios alternativos examinados en el estudio de Imazon. El 55% de la deforestación estaría en Brasil.

En las últimas 18 campañas agrícolas, las exportaciones brasileñas de zumo de naranja NFC aumentaron un 296% en volumen, según datos del Departamento de Comercio Exterior de Brasil (Secex), una agencia relacionada con el Gobierno federal. Los números revelan que el zumo NFC tuvo un mayor crecimiento en la demanda que el zumo concentrado (FCOJ), si bien este último ha representado históricamente el mayor volumen de envíos a mercados internacionales. En el mismo periodo, el zumo concentrado ha experimentado una caída del 46% en las exportaciones.

El zumo NFC (por sus siglas en inglés) que no procede de concentrado está siendo muy apreciado por los consumidores. Este zumo procede directamente de la fruta recién exprimida. A diferencia de los obtenidos a partir de concentrado, no requiere del proceso de concentración a través de la evaporación del agua para su posterior reconstitución, sino que el proceso es mucho más natural. Tampoco contiene aditivos, como sí ocurre en los néctares y otras bebidas de zumo de fruta, que pueden contener agentes edulcorantes (como el azúcar) así como vitaminas, minerales y otros tipos de añadidos.
El aumento de la demanda de NFC en el mercado internacional y también en el mercado doméstico se verá muy potenciado en la UE por el desmantelamiento arancelario contemplado en el Acuerdo UE-Mercosur, y requerirá de inversiones productivas en Brasil.

Europa, el mayor consumidor

El máximo volumen exportado de NFC tuvo lugar en la campaña de cultivo 2017-18 (1,5 millones de toneladas). A esta temporada le siguen la 2018-19 y 2019-20, con 1,4 y 1,3 millones de toneladas, respectivamente. Los envíos totales de zumo de naranja de Brasil (equivalente en FCOJ a 66ºBrix) exportado a través del Puerto de Santos ascendieron a un volumen de 1,07 millones de toneladas en los 12 meses de la campaña 2021-2022 (Fuente: Secex), y representan un aumento del 5,33% en comparación con la campaña 2020-2021 en la que se exportaron 1.019.554 toneladas. Entre los mercados, Europa sigue siendo el principal destino para las exportaciones brasileñas de jugo de naranja, con el 63,61%, seguido de EEUU, con el 20,75%; China, con 8,3%; Japón, con el 3,50%; y otros mercados, con un 3,84%.

La deforestación en Brasil aumentará sin ninguna duda por el aumento de la producción que luego se exporta a la UE de los sectores de ganado, bebidas, azúcar y, a bien seguro, también de zumo de naranja como respuesta a la liberalización comercial. Por otro lado, la UE reduciría la producción de estos productos debido al aumento de la competencia y la pérdida de competitividad.

Según el acuerdo de Mercosur, la UE eliminaría los aranceles para el 92% de las exportaciones del Mercosur y otorgaría acceso preferencial para otro 7,5%. El Mercosur los eliminaría para el 91% de las importaciones de la UE y dejaría excluido un 9% por ser productos sensibles del bloque.

Industria vs agricultura

El Acuerdo prevé como principales beneficios para las empresas de la UE la eliminación de derechos de aduana elevados en sectores clave de exportación: Automóviles y sus piezas —con aranceles del 35% en la actualidad—, Maquinaria —14-20% —; Sustancias químicas —18%—; Productos farmacéuticos —14%— y productos excluidos hasta ahora del mercado del Mercosur, como las prendas de vestir y el calzado. Con la eliminación de aranceles, las numerosas empresas europeas ya establecidas en Mercosur podrán importar piezas y productos intermedios con más facilidad.

Y en cuanto a los intereses de los agricultores de la UE, a los políticos comunitarios se les llena la boca con que Mercosur ya es un gran mercado para las exportaciones de la UE de aceite de oliva, patatas congeladas, malta, chocolate, hortalizas y fruta (en particular peras, ciruelas, kiwis y manzanas), bebidas no alcohólicas y vinos, vodka y whisky, y que el acuerdo abrirá nuevas oportunidades para esos y otros productos de la UE mediante la supresión de elevados derechos de aduana en un gran mercado de más de 260 millones de personas con un poder adquisitivo cada vez mayor.

Impulsar la ratificación del Acuerdo entre la UE y el Mercosur acabaría comprometiendo aún más la sostenibilidad agrícola de Europa. Si ya hubo una oposición categórica en 2019, la comunidad agrícola europea aún se va a oponer más ahora a un acuerdo que ignora los últimos acontecimientos, a saber, la estrategia ‘De la Granja a la mesa’ y las consecuencias de la guerra de Ucrania en las explotaciones agrícolas.

La ratificación del Acuerdo UE-Mercosur se paralizó en 2019. Bruselas, que preveía que la victoria de Lula iba a reactivarlo, preparó un reglamento que categoriza las importaciones en función del riesgo de desforestación, con un listado de productos a vigilar en el que no figura el zumo

Bruselas argumentará que el Reglamento sobre deforestación importada que acaban de acordar las instituciones europeas refuerza los medios de control y la sostenibilidad del acuerdo. Sin embargo, en lo que respecta a la agricultura, quedaría mucho por hacer para lograr resolver los numerosos puntos problemáticos de este Tratado.

En términos estrictamente monetarios, hasta ahora ha existido un cierto equilibrio en el ámbito de los intercambios comerciales establecidos entre Mercosur y la UE. Los valores totales de exportación derivados de su relación son, en verdad, muy similares para ambos bloques comerciales. En 2018, la UE exportó alrededor de 41 mil millones de euros en bienes al Mercosur, y los países del Mercosur exportaron alrededor de 43 mil millones de euros a la UE.

Sin embargo, esta aparente igualdad económica a nivel macro enmascara detrás de estas cifras financieras en materia de exportaciones grandes damnificados: de un lado los maltrechos necesidades e intereses socioambientales y humanos del Mercosur y, de este lado, del nuestro, la pérdida de competitividad del sector primario en nuestro propio mercado y las grandes asimetrías en las condiciones de producción.

Si bien los principales productos que exporta la UE al Mercosur son maquinaria, vehículos, reactores nucleares, productos farmacéuticos y equipos electrónicos, los principales productos exportados por Mercosur a la UE son harina de soja, piensos, minerales, cereales, celulosa, aceites vegetales, fruta, zumos y café.

Pero hasta aquí nadie ha hablado de ‘productos sensibles’ en la UE, ni de la exclusión del zumo de naranja 100% exprimido por ser producto muy sensible para España. Aunque Brasil produce y exporta mayoritariamente zumo de naranja a base de concentrado, ha desarrollado extraordinariamente la producción de zumo 100% exprimido, el llamado ‘zumo fresco’, que es el de mayor calidad y más apreciado por el consumidor. Y paralelamente ha penetrado en la UE con zumo 100% exprimido que compite con el español.

Reconversión ya realizada

Hace unos 25 años la industria transformadora de cítricos en España dejó de producir prácticamente zumo concentrado debido a la competencia brasileña ya que no podía competir con los costes de Brasil y tuvo que reinventarse y pasar a producir NFC (Not from Concentrate, zumo fresco o single strength). España produce zumo 100% exprimido (NFC) que va destinado en su mayor parte a los mercados europeos, que consumen alrededor de 1.100.000 toneladas, unas 250.000-300.000 de origen español y las 750.000-850.000 restantes de origen Brasil.

Comparativamente los bajos costes de producción y transporte marítimo permiten a los procesadores brasileños ofrecer el zumo de naranja 100% exprimido (NFC) a un precio muy barato puesto en Rotterdam o Gante, a pesar de que en la actualidad se le aplica un arancel del 12,2%. Brasil lidera este suministro tanto en volumen como en precio, y los mercados no aceptan zumo español a precios por encima del de origen brasileño, lo que determina un precio al agricultor por la necesaria fruta destinada a industria que ya hoy con aranceles no cubre los costes de producción de la misma.

El desmantelamiento arancelario para los zumos de naranja originarios de Brasil se traducirá sin duda en una reducción del precio percibido por el agricultor por la fruta que necesariamente tiene que remitir a industria, que ya hoy está por debajo del umbral de rentabilidad, y significará que el agricultor dejará perder la fruta, la industria española de transformación de cítricos desaparecerá, y con ello la cadena de valor se verá gravemente perjudicada porque se dejarán de valorizar 1 millón de toneladas anua-les de naranjas y mandarinas y, por tanto el 100% de la cosecha, creando además un elevado coste económico y medioambiental (lixiviados) para la eliminación de esa fruta con defectos de piel o de tamaño, pero de excelente calidad organoléptica.

Europa acapara el 61% de las exportaciones de zumo de Brasil y su oferta es la que marca los precios del producto español. La desaparición de los aranceles para estos jugos podría disparar la deforestación y tres grandes empresas brasileñas serán las que marcarán el precio mínimo. La industria española peligra

La transformación de los cítricos en zumos permite una mejor retribución de la materia prima a los productores, contribuye a mejorar la competitividad de nuestros agrios en los mercados y posibilita una mayor homogeneidad en la calidad del producto que llega al mercado de fresco. Contribuye por tanto a la sostenibilidad económica de la cadena de valor citrícola y reduce prácticamente a cero el desperdicio alimentario.

Riesgo de desaparición

Brasil exportó más de mil millones de euros en zumo de naranja a la UE en 2018. En el caso de la citricultura española, el Acuerdo UE-Mercosur supondrá la liberalización de la importación en la UE de zumo de naranja, particularmente del zumo 100% exprimido, pudiendo hacer desaparecer la industria europea del zumo y, en consecuencia, desequilibrar el mercado de fresco, estrangulando al sector productor de cítricos europeos.

En Acuerdo UE-Mercosur agravará las situaciones ya creadas en unos mercados caracterizados por su globalización y una pérdida creciente de competitividad, por la inexistencia de medidas eficaces de gestión de crisis para afrontar los desequilibrios de oferta y demanda, y porque en la cadena comercial agroalimentaria los precios y márgenes no se marcan desde abajo (de productor a consumidor), sino de arriba hacia abajo, siendo la gran distribución la que fija el precio de venta al público y obliga a sus proveedores a reajustar a la baja sus precios y costes.

Si como consecuencia de la invasión de Ucrania, la victoria de Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil y la aprobación del reglamento comunitario para luchar contra la deforestación importada se ratifica el Acuerdo UE-Mercosur sin tener en cuenta su impacto en términos económicos para las producciones citrícolas europeas, y medioambientales en incremento de deforestación global, el precio suelo para la fruta comunitaria lo fijará un oligopolio de tres empresas brasileñas en base a sus intereses. Auguramos que este precio mínimo supondrá un atentado contra la rentabilidad, la competitividad, la circularidad sostenible y la resiliencia de la cadena de valor citrícola, y finalmente comportará un importante perjuicio económico para los productores comunitarios.

Si la CE, aplaudida por algún líder nacional, intenta siquiera mediante maniobras políticas imponer la aprobación de este acuerdo, será un verdadero escándalo y sentará un grave precedente para la agricultura de la UE. Escandaloso sería que Bruselas quisiera despojar a los países de su poder de veto y utilizar los amplios poderes comerciales de la UE para ratificar el acuerdo a nivel comunitario, lo que requeriría mayorías en el Consejo y el Parlamento Europeo, en lugar de los 27 parlamentos na-cionales de la UE y varios parlamentos regionales.

A todas luces se trata de un Acuerdo desequilibrado, en detrimento de la agricultura europea, especialmente para los sectores ya frágiles como la carne de vacuno, las aves de corral, el arroz, el zumo de naranja, el azúcar y el etanol. Además, los efectos acumulativos a largo plazo y difícilmente cuantificables de todos los acuerdos ya firmados por la UE son insostenibles. Esta preocupación ha quedado más patente con el estudio realizado por la propia CE sobre el impacto de los acuerdos comerciales en los productos agrícolas.

Lo prohibido y lo tolerado

Estamos hartos del doble rasero comunitario entre lo que está prohibido en la UE y lo que sí se tolera a nuestras importaciones. Desde el acuerdo político de 2019 somos testigos de la avalancha normativa comunitaria que viene dándose con la implantación del Pacto Verde Europeo. Actualmente se debaten en Bruselas decenas de iniciativas que afectan a la agricultura en materia de restauración de la naturaleza, biodiversidad, emisiones industriales, uso sostenible de productos fitosanitarios, bienestar animal, etc. Por otra parte, la guerra de Ucrania tiene importantes efectos en la producción alimentaria de la UE, con nuestros costes de producción que se disparan, con gravedad particular en los merca-dos de fertilizantes y energía. La UE aún no ha incorporado a estos debates el impacto de la agresión rusa en la agricultura de la UE. Al estar menos afectados por las consecuencias del conflicto en Ucrania, los países del Mercosur verán reforzada su competitividad.

En este contexto, con la aplicación del Pacto Verde aumentará aún más la diferencia entre las normas que se aplican a los agricultores de la UE y del Mercosur. No es sostenible continuar con esta enorme brecha para los productores europeos, y el acuerdo con Mercosur no hará sino agravar este problema ya que su concepción data de muchos años antes de la puesta en marcha de la estrategia “De la granja a la mesa” y de la guerra de Ucrania. Por anacrónico y perjudicial rechazamos frontalmente el Acuerdo UE-Mercosur.

(*) Presidenta del Comité de Gestión de Cítricos

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