Las elevadas temperaturas han provocado pérdidas en las cosechas de fruta de Aragón

El sol ha sido tan intenso, y las temperaturas han alcanzado valores tan elevados, que la piel de la fruta se ha quemado. / Javier Ortega
La ola de calor que ha azotado estos días a la comunidad de Aragón, con temperaturas de hasta 43º, ha ocasionado importantes afecciones en el sector de la fruta de varias comarcas. Una de las zonas más castigada ha sido el Bajo Cinca, en la provincia de Huesca, donde el sol ha abrasado explotaciones enteras de pera y manzana. Según Óscar Moret, responsable del sector frutícola de la organización UAGA, “el sol ha sido tan intenso y ha hecho tanto calor que la piel de la fruta se ha quemado, lo que impide sacarla al mercado”. Algunas fincas de nectarina también se han visto afectadas, pero en menor medida.
En la comarca del Jalón y La Almunia de Doña Godina se ha visto afectada la producción de cereza y también se han quemado peras, manzanas y ciruelas. Aunque todavía no hay datos concretos, se estima que debido al calor y la sequía se ha perdido casi millón y medio de kilos.
Los fruticultores no saben todavía si el seguro agrario cubrirá o no las pérdidas por el calor, aunque tienen claro que esta fruta hay que tirarla.
En el Bajo Cinca y el Cinca Medio, las afecciones son desiguales, se calcula unas pérdidas de entre el 15 y el 20% en pera, cereza y manzana, y algo menos en melocotón. Y en el Bajo Aragón-Caspe, que se encuentra en plena campaña, algunas variedades de fruta han quedado completamente quemadas por las altas temperaturas. Todavía no se han calculado a cuánto ascenderán estas pérdidas, pero también se habla del 15-20% del total previsto para la campaña.
Las variedades más dañadas son las que se encuentran en árboles de menos follaje, ya que no están protegidas por las hojas: ciruelas, peras, albaricoques y melocotones. Incluso las almendras y las olivas han tenido afecciones las elevadas temperaturas.
Los productores consideran que al quemarse la piel de la fruta presenta manchas, lo que impedirá una buena salida al mercado y que el precio se reduzca. Se estima que, solamente en la zona de Caspe, más de la mitad de las ciruelas se han quemado.
El fuerte calor ha obligado a los agricultores a recoger la cosecha lo antes posible para evitar que las frutas quemadas contaminen el resto del producto, un gasto que también corre a su cargo. Además, están teniendo problemas a la hora de encontrar mano de obra para realizar las labores de recolección.