Mireia Mollà: Un plan para la citricultura valenciana

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La consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana define el Plan Integral Citrícola como una herramienta para garantizar el futuro la capacidad competitiva del sector

“La Conselleria de Agricultura ha realizado un esfuerzo inversor para mejorar las condiciones de la citricultura valenciana”. /RF

Mireia Mollà (*)

Los agricultores lo saben bien. Esta ha sido una campaña citrícola complicada para muchos productores, que han mostrado su desánimo y sus dificultades para mantener los cultivos. Una situación que ha sido consecuencia, en gran medida, de unas importaciones masivas procedentes de terceros países con requisitos fitosanitarios que Bruselas no permite a sus estados miembros y que han desplomado los precios y han abierto la puerta a la posible introducción de plagas que amenazarían futuras cosechas.

El exceso de oferta en los mercados europeos, con importaciones masivas de cítricos originarios de Sudáfrica y otros países terceros, ha provocado que a finales del pasado mes de enero los precios de la naranja valenciana llegasen a oscilar entre los 10 y los 15 céntimos el kilo en árbol. Precios con los que es difícil cubrir los gastos de producción, especialmente si compiten con frutas que concurren con restricciones más laxas en materia fitosanitaria y con una lógica de privilegio comercial en los mercados comunitarios que ponen en peligro la producción propia.

De acuerdo con los últimos datos de comercio exterior, en 2020 los envíos desde Sudáfrica con destino a la UE ascendieron a las 454.000 toneladas de cítricos, según los datos del Ministerio. En el caso de España, con datos más recientes, la cifra registrada entre enero y noviembre de 2021 no solo duplica la del año anterior, sino también la de 2019, año previo a la crisis sanitaria del covid. Los datos reflejaron, además, picos de entrada en septiembre y octubre, compitiendo plenamente con la llegada de las variedades autóctonas más tempranas a los puntos de venta y contagiando la tendencia de precios a la baja al resto de la campaña y variedades.

Unas importaciones que se produjeron, además, con unas condiciones más laxas, en materia de sanidad vegetal, que las que la propia Unión Europea impone a los cítricos producidos por los países miembros. Situación que ha supuesto también un elevado riesgo de importación de plagas, algunas de ellas —como hemos visto con el Cotonet—, devastadoras para la citricultura y otras especies vegetales y forestales en territorio europeo.

Ante esta situación, la Generalitat Valenciana no ha permanecido de brazos cruzados. Desde la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, hemos trabajado para combatir y contrarrestar al máximo las causas que amenazan la citricultura valenciana. Y pensamos que hay motivos para la esperanza.

“Desde la Conselleria de Agricultura hemos trabajado para combatir y contrarrestar al máximo las causas que amenazan la citricultura valenciana. Y pensamos que hay motivos para la esperanza”

El año se ha iniciado con una decisión histórica en la Unión Europea para reducir el riesgo fitosanitario procedente del exterior. La decisión europea de exigir el tratamiento en frío a las naranjas importadas de Sudáfrica y otros países del África subsahariana abre una ventana de oportunidad para el resto de cítricos, mandarinas y pomelos, y pone sobre la mesa de Bruselas la indefensión a la que se ha visto sometida la producción citrícola en los países de la Unión.

“La decisión europea de exigir el tratamiento en frío a las naranjas importadas de Sudáfrica y otros países del África subsahariana abre una ventana de oportunidad para el resto de cítricos”

La modificación de los requisitos de entrada responde al blindaje frente a la posible entrada de la Thaumatotibia leucotreta (Falsa polilla). Una reforma especialmente importante si tenemos en cuenta que, desde 2009, la polilla se ha interceptado en 67 envíos de cítricos en puertos españoles y hasta en 62 del conjunto de la Unión Europea, procedentes de Sudáfrica, Suazilandia y Zimbabue.

La unión y presión ejercida por el sector citrícola en bloque, con el apoyo de la Conselleria de Agricultura y del Ministerio, han resultado decisivas para alcanzar un resultado histórico, que esperamos ampliar pronto a las mandarinas y pomelos. La reforma del reglamento debería abrir el camino para un cambio de paradigma en la política fitosanitaria de la Unión Europea, de acuerdo con la estrategia “De la granja a la mesa” y de la apuesta de la PAC por una evolución progresiva hacia un modelo sostenible del sistema alimentario.

“La unión y presión ejercida por el sector citrícola en bloque, con el apoyo de la Conselleria de Agricultura y del Ministerio, han resultado decisivas para alcanzar un resultado histórico, que esperamos ampliar pronto”

Pero no nos conformamos. La Conselleria de Agricultura ha logrado el apoyo del Ministerio para exigir ante las instituciones comunitarias que los cítricos sean declarados “producto sensible” para corregir los actuales desequilibrios comerciales y que se reconozca la singularidad de un producto de excelencia, seguro y reconocido por su calidad y cualidades.
Y también hemos apelado al Ministerio de Consumo para que se sume a la presión, porque las importaciones de cítricos de terceros países en condiciones fitosanitarias deficientes implican también una triple crisis de biodiversidad, contaminación y cambio climático, además de un riesgo de sanidad vegetal y forestal y de seguridad alimentaria. El uso, autorizado para las importaciones, de plaguicidas prohibidos en el territorio europeo supone una contradicción y una falta de garantías, en tanto que permite distribuir en el mercado cítricos menos seguros.

El Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, pero también de las carteras de Consumo y Cambio Climático, debe implicarse en la promoción del producto local, el aumento de los controles y la defensa de los intereses de la citricultura. Sobre todo, de cara al próximo otoño, momento en que se cumplirá el plazo de cinco años que abre la puerta a la revisión de los tratados firmados con terceros países y donde demostraremos los perjuicios de estas importaciones en los términos actuales.

En el ámbito de la Comunitat Valenciana, hemos puesto en marcha la elaboración de un Plan Integral Citrícola, en coordinación con las entidades y organizaciones del sector, que servirá para activar los instrumentos que garanticen en el futuro la capacidad competitiva de nuestros cítricos.

“Hemos puesto en marcha la elaboración de un Plan Integral Citrícola, en coordinación con el sector, que servirá para activar los instrumentos que garanticen en el futuro la capacidad competitiva de nuestros cítricos”

Uno de los instrumentos que formarán parte del citado Plan Integral Citrícola será la creación de la Agencia Valenciana de Control Alimentario, que ya ha empezado a dar sus primeros pasos, con el objetivo de dotar de transparencia al sector y eliminar las prácticas comerciales abusivas —como la venta a pérdidas o a resultas— con la implantación de un mecanismo que garantice el cumplimiento de la reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria.

Prohibir por ley la venta por debajo del precio de coste (a pérdidas) no es suficiente si no se acompaña de herramientas de vigilancia. La Agencia Valenciana de Control Alimentario pretende ser el instrumento necesario para hacer transparente la formación de los precios y establecer un régimen sancionador para los infractores. Un mecanismo público de seguimiento de la cadena comercial que diversas entidades agrarias reclamaron durante el debate de la reforma de la ley estatal.

Junto a las medidas de raíz legislativa y reglamentaria, la Conselleria de Agricultura también ha realizado un esfuerzo inversor para mejorar las condiciones de la citricultura valenciana. Por primera vez se han consignado cuatro millones de euros en ayudas directas por los daños de las plagas en las cosechas, fundamentalmente el Cotonet; se han destinado 14,2 millones de euros a la ampliación de la bioplanta de Caudete para afianzarla como referente europeo de la lucha biológica contra las plagas y se han aumentado las inversiones territorializadas de la PAC en 64 millones de euros, pasando de 450 a 514,16 millones. Un incremento que es aportado en un 80% (51 millones de euros) por la propia Conselleria de Agricultura.

Todas estas iniciativas tienen que contar con un marco europeo que sitúe por delante la protección de nuestro medio productivo y las personas que lo hacen posible. Si no es así, la batalla para conseguir estos objetivos será más difícil, pero desde la Generalitat Valenciana no nos detendremos hasta lograr las reformas que garanticen el futuro de nuestra citricultura.

(*) Consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana

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