Una nueva técnica agrícola mejora los suelos y substratos de escasa o nula fertilidad

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Un equipo de investigación de la EEZA, ha hecho una demostración de los resultados obtenidos con la máquina ‘Scarabaeus’ tras el ensayo llevado a cabo en una parcela experimental

El equipo de investigación de la EEZA trabaja en colaboración con la empresa GJ Magma y dentro de un proyecto financiado por la Unión Europea. / ÓSCAR ORZANCO

Efeagro.

Una nueva técnica agrícola ha permitido, gracias a la investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería (EEZA), la mejora de suelos y substratos de escasa o nula fertilidad mediante maquinaria que coloca abonos o ‘enmiendas’ orgánicas en zonas de crecimiento de las raíces.

Este instituto del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) organizó el viernes 12 de enero una jornada informativa, dirigida al sector agrícola, para presentar la maquina agrícola denominada ‘Scarabaeus’ en una parcela de Tabernas, municipio de Almería que acoge el único desierto de Europa.

El equipo de investigación de la EEZA, en colaboración con la empresa GJ Magma y dentro de un proyecto financiado por la Unión Europea, ha hecho una demostración de los resultados obtenidos con la máquina ‘Scarabaeus’ tras el ensayo llevado a cabo en una parcela experimental.

Los asistentes han observado de primera mano cultivos de berzas y puerros sobre substrato arenoso no productivo, modificado mediante la referida técnica ‘Scarabaeus’ y incorporando ‘vermicompost’, estiércol granulado y ‘sapropel’, producto natural con un elevado contenido en ácidos húmicos, elementos fertilizantes y microelementos.

Mediante esta técnica, una máquina agrícola coloca los abonos o ‘enmiendas’ orgánicas sólidas en surcos, en la zona de crecimiento de las raíces, entre 10 y 20 centímetros de profundidad, lo que representa un “ahorro considerable” respecto al uso general de este tipo de abonos.

Suelo fértil más tiempo: mayor ahorro

Unido a la utilización de la enmienda ‘sapropel’, la técnica asegura un suelo fértil durante tres o cuatro años, con lo que el ahorro se multiplica, según ha explicado a EFE, Albert Solé, científico de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC.

La técnica agrícola consiste en proporcionar dichas ‘enmiendas orgánicas’ a un suelo o sustrato no fértil o degradado solo en la zona del suelo en donde crecen las raíces.

“Al colocarse las enmiendas solo en hileras enterradas, entre 10 y 20 centímetros, solamente estamos aplicando una quinta parte del abono del abono orgánico respecto a una aplicación convencional en toda la parcela, por lo que el ahorro en el producto es considerable”

“Al colocarse las enmiendas solo en hileras enterradas, entre 10 y 20 centímetros, solamente estamos aplicando una quinta parte del abono del abono orgánico respecto a una aplicación convencional en toda la parcela, por lo que el ahorro en el producto es considerable”, ha recalcado Solé.

Si además se utiliza como enmienda el ‘sapropel’, un producto natural con un elevado contenido en ácidos únicos y nutrientes esenciales para las plantas que mantiene su poder fertilizante en el suelo durante varios años, el ahorro se multiplica.

“Durante la jornada de puertas abiertas, hemos mostrado los resultados preliminares obtenidos en Tabernas con esta técnica en una parcela experimental con un sustrato de arena sin ninguna fertilidad”, ha continuado.

En concreto, se aplicaron esos tres diferentes tratamientos, los de vermicompost, estiércol granulado y sapropel, en las parcelas experimentales -una de ellas de control- donde se plantaron berzas y puerros.

A pesar del clima tan duro del campo de Tabernas, con fuertes contrastes de temperatura y humedad, un sistema de ‘fertirriego’ convencional y un adecuado mantenimiento agronómico han sido capaces de hacer prosperar estos dos cultivos.

“Las diferencias entre las parcelas con enmiendas orgánicas y las que no las tenían han sido notables”, ha indicado el investigador, quien ha destacado que los resultados preliminares son “especialmente prometedores” para zonas áridas o degradadas.

Esto incluye suelos con escasa o nula fertilidad, como los de muchos países del norte de África, en donde abundan los suelos arenosos, como los utilizados en este experimento agrícola.