El presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agro-Alimentàries, Cirilo Arnandis, habla sobre los recortes de la próxima PAC a partir de 2028

La propuesta de Bruselas difumina el presupuesto agrícola en el presupuesto global de la Unión Europea. / ÓSCAR ORZANCO
Por Cirilo Arnandis (*)
La semana pasada fue trepidante en Bruselas. El motivo, la presentación del Marco Financiero Plurianual (MFP) para el periodo 2028 – 2035, es decir, el presupuesto de la Unión Europea. Además, también se anunció la propuesta de la nueva PAC para ese mismo horizonte temporal, hasta la fecha la única política común ejecutada en el seno de los 27 socios comunitarios. Una propuesta que en cierta forma recuerda a aquel árbitro del fútbol español llamado Ángel Calvo Córdova, que era conocido por “el de las tres mentiras”, pues ni era un ángel, ni era calvo, ni era de Córdoba. Con lo presentado por Bruselas, la PAC dejará de ser una política, no será de modo exclusivo agrícola y mucho menos será común a todos los agricultores europeos. Según lo presentado, el presupuesto agrícola se difumina en el presupuesto global en diferentes partidas, además de poderse dar la circunstancia de distintas actuaciones según el país.
Como decía, fue el pasado 16 de julio cuando la presidenta de la Comisión presentó el presupuesto de la Unión Europea para el periodo 2028 – 2035, en el que la aportación de cada país se incrementa en 2 centésimas de su PIB respecto del periodo anterior. Un total de 2 billones de euros que servirán para que el presupuesto de defensa se quintuplique y el de relaciones exteriores se incremente en un 75%, al tiempo que se dieron muy malas cifras en relación con la PAC. Entre los argumentos políticos esgrimidos, que el nuevo enfoque da la suficiente flexibilidad para adaptarse a nuevas prioridades y nuevos retos, en un contexto de incertidumbres como el actual, y el hecho de que la estructura del actual marco presupuestario se diseñó para un mundo que ya no existe, de ahí la necesidad de adecuarlo a la realidad actual. Una nueva realidad que supone bastante menos dinero para la PAC.
Esa labor de flexibilización tiene como resultado pasar de 7 partidas presupuestarias con 53 medidas, a cuatro partidas con sus correspondientes fondos que las financien. De aprobarse la propuesta, existirá un “Fondo único”, por el que cada país tendrá un montante financiero en función de reformas e inversiones que el Estado miembro establecerá en torno a cuatro prioridades. Estas serían la cohesión económica, social y territorial, donde se incluirían actuaciones en cohesión, desarrollo rural, seguridad alimentaria, inmigración, pesca, gestión en fronteras y seguridad interna, además de la PAC aplicada en cada país. Esta estructuración consolida la pérdida de carta de identidad propia de la Política Agrícola Común, como había sido desde el inicio del proyecto europeo. Si bien la mayoría de este fondo se dedica a agricultura y cohesión también se dedica, en menor medida, al Fondo Social Europeo y a pagar la deuda del Next Generation. Así, la PAC, tal y como conocemos, se diluye en este fondo en un menú de medidas, debiendo de resaltar que la asignación de fondos estaría supeditada a un sistema de rendimiento de consecución de objetivos por el plan de cada socio comunitario.
Un segundo fondo es el denominado como “Fondo de Competitividad”, cuyo objetivo es establecer una capacidad de inversión que apoye a sectores estratégicos europeos y tecnologías criticas cruciales para la competitividad europea, incluyendo la innovación, la investigación y los proyectos de interés comunitario. Defensa y espacio, transición digital, salud y bioeconomía, transición limpia y descarbonización también encontrarían su financiación en este fondo. Y como quiere que el que no se conforma es porque no quiere, la Comisión Europea entiende que este “Fondo de Competitividad” es una oportunidad para el sector agrario, ya que también puede ser beneficiario de él, por lo que nos tocará competir con los grandes sectores tecnológicos para poder innovar y digitalizar el campo. Vamos, que nos suben a la primera división, pero como claros candidatos al descenso. Las otras dos partidas restantes son las relativas a acción exterior y al funcionamiento propio de la estructura comunitaria, totalmente ajenos a nuestra actividad.
¿Y la agricultura cómo queda en este presupuesto? Si bien su encaje es ya decepcionante en esta nueva estructura presupuestaria, lo es más si nos atenemos a las cifras anunciadas. A la PAC le corresponderán, dentro de ese “Fondo Único”, antes indicado, y que llevará el pomposo nombre de “Fondo Europeo para una prosperidad económica, territorial, social, rural y marítima sostenible y segura”, la cantidad de 295.699 millones de euros, más 6.301 millones de la reserva de crisis que no vendrá de los pagos directos como pasaba hasta ahora. Pese al preciosista nombre del “Fondo”, lo cierto es que, si lo comparamos con los 378.500 millones del presupuesto actual, con esta propuesta, la PAC se reduce en un 20%, cifra que podría llegar al 30% si tenemos en cuenta la inflación. Con estas decisiones, es difícil encajar el discurso que la agricultura sea considerada como sector esencial, y que hay que escuchar al campo, para que juntos, agricultores e instituciones comunitarias, elaboren las políticas más acordes a la misión estratégica asignada a nuestro sector. Nuevamente, promesas políticas incumplidas, anunciadas cuando las manifestaciones se daban a diario en toda Europa y la Sr. Ursula von der Leyen aspiraba a presidir la Comisión Europea.
Sabido el presupuesto, fue al día siguiente, el 17 de julio, cuando el Comisario de Agricultura presentó su propuesta de PAC post – 2027. En ella, desaparecen los dos pilares, estableciéndose las medidas actuales en un menú donde los Estados miembros tienen que escoger y elaborar el presupuesto que debe financiar su asignación a través del “Fondo Único”. Algunas de estas medidas sólo se podrán financiar 100% con dinero UE como el actual “pago único”, y otras se podrán, o deberán cofinanciar, caso de los Programas Operativos de Frutas y Hortalizas. Así pues, ya no habrá política de desarrollo rural, ya que estas actuaciones se incluirán dentro de las medidas PAC. No habrá distinción de pilares, sino de medidas. En principio y según lo manifestado por el Comisario de Agricultura, los 300.000 millones de agricultura no se pueden dedicar a otra actuación dentro del “Plan” que presentará cada país. Esto ha sido un cambio de última hora ya que no estaba previsto en un principio. Otra cuestión es que los ecoesquemas, como ahora los conocemos, desaparecen, pudiendo el Estado miembro, asignar dinero para realizar ciertas prácticas medioambientales voluntarias.
En relación con las intervenciones sectoriales, caso de los mencionados Programas Operativos de Frutas y Hortalizas, pasan a perder identidad propia, formando parte de un menú colectivo con el resto de sectores agrarios. Se introduce la cofinanciación del Estado miembro, siendo este quien decide el porcentaje de ayuda del fondo único, de cofinanciación y de aportación de la propia OP. Así pues, se acaba el presupuesto sin techo actual, existiendo la posibilidad de medidas y ayudas distintas en función del país donde esté instalada la organización de productores, siendo esta, la evidencia más clara de la defunción de la letra C, común, de la PAC. Al menos, la medida de los Programas Operativos es obligatoria para los Estados miembros, debiéndose de basarse su actuación en la actividad de las OPs como hasta ahora. Vamos a ver de qué presupuesto disponemos en España para los Programas Operativos, y si es necesario tener que poner en valor eso de que las OPs deben de ser creadas a iniciativa de los propios productores, estando controladas democráticamente por estos.
Lo cierto es que estas dos propuestas han conseguido unanimidad en el rechazo. El Parlamento Europeo, un buen número de Gobiernos, y la sociedad civil, incluidos los agricultores, han mostrado su malestar sobre lo anunciado, ya que se desmantela la PAC que se diluye en un “Fondo Único” con otro tipo de medidas, amenaza el funcionamiento del mercado único, se minora el presupuesto agrícola considerablemente y se apuesta por mayor cofinanciación de los Estados renacionalizando esta política, entre otras cuestiones. Al final, parece que de la PAC queda tan solo en el conocido como “pago único”, o pagos desacoplados, desapareciendo todo tipo de referencia al buen funcionamiento del mercado, que es, a fin de cuentas, lo que puede generar rentas dignas para el campo.
Como es evidente, la propuesta no nos gusta, pese a que en la última negociación, sobre la propuesta inicial de la Comisión, todavía hubo rebajas. Nuestro trabajo ahora consiste en trasladar ese descontento a nuestros representantes políticos, a todos los niveles, y en sumar las voluntades de todos los actores del sector, para defender un modelo de PAC y un sistema de Programas Operativos de Frutas y Hortalizas similar al actual, lo que redundaría en beneficio para aquellos que producimos alimentos de calidad al tiempo que generamos empleo y riqueza en el medio rural y, por extensión, para el conjunto de la ciudadanía europea.