El Pacto Verde abre el camino a la aplicación de la edición genómica vegetal

Gustavo Ferrada Navidad
Deterra líder multiproducto

El Pacto Verde puede ser la inyección para dar luz verde a la utilización de la edición genómica en la mejora de plantas

La edición genética consiste en un conjunto de herramientas que permiten trabajar sobre los genes que componen el ADN de una planta de forma muy selectiva y rápida, provocando cambios concretos en plazos muy cortos. / Archivo

Angélica Quintana. Efeagro.

El Pacto Verde, que persigue la seguridad alimentaria con una agricultura sostenible, puede ser la inyección para dar luz verde a la utilización de la edición genómica en la mejora de plantas.

La denominada edición genética consiste en un conjunto de herramientas que permiten trabajar sobre los genes que componen el ADN de una planta de forma muy selectiva y rápida, provocando cambios concretos en plazos muy cortos. Así lo explica la directora de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), Elena Sáenz, quien no duda en considerar herramientas de edición genómica como el Crispr-Cas9 como una de las mayores revoluciones que se han producido en la historia de la investigación biológica y biotecnológica.

“Con estas herramientas se puede activar o silenciar un gen, corregir una mutación o eliminar un trozo de un gen” y agilizar el proceso de conseguir una variedad agrícola mejorada “en apenas dos ciclos de planta, en vez de en años, como ahora ocurre”, ha detallado.

Como ejemplo, ha apuntado que con la edición genética se puede acelerar la obtención de variedades más productivas, resilientes a factores climatológicos adversos o mejor preparadas contra plagas y enfermedades, como arroz y cítricos resistentes a Xanthomonas.

Champiñones que no se oxidan

También, plantas con mejoras nutricionales (como tomates o arroz con mayor contenido de carotenoides), que aumentan la calidad de vida de los consumidores (como el trigo sin gluten apto para celiacos) o facilitan su venta, como los champiñones que no se oxidan al partirlos, que ya se comercializan en Estados Unidos, donde está permitido el uso de estas herramientas.

Las nuevas técnicas genómicas (NGT, en sus siglas en inglés) se diferencian de las utilizadas en los alimentos transgénicos (OMG), ya que en estos últimos se añade un gen ajeno al de la planta para formar una nueva variedad, según precisan desde la Asociación Española de Bioempresas (Asebio).

El responsable de la Comisión Agroalimentaria de Asebio, Richard Borreani, se ha mostrado convencido de que la agricultura europea puede impulsarse de forma considerable con la aplicación de las NGT y, a la vez, cumplir con los objetivos marcados por el Pacto Verde Europeo y sus estrategias De la granja a la mesa y Biodiversidad.

Los avances son continuos en edición genómica y “la legislación no es suficiente y debería de adaptarse si se quiere desarrollar la aplicación de herramientas como el Crispr para conseguir semillas más productivas y respetuosas con el medioambiente y el suelo, con menores necesidades hídricas e insumos“, ha indicado.

La Alianza para una agricultura sostenible (ALAS), en la que participan las asociaciones agrarias españolas Asaja, COAG, UPA, Cooperativas Agro-alimentarias, Fepex y AEAC, también ha demandado en su “Manifiesto por la agrociencia” que se establezca “un nuevo marco regulatorio” para las NGT.

Su aspiración es que los agricultores puedan utilizar variedades mejor adaptadas al cambio climático y puedan competir con las mismas herramientas y en igualdad de condiciones respecto a las producciones generadas en otras geografías.

Informe de la Comisión Europea

El pasado miércoles, la comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, presentó a los miembros del Consejo de Ministros de Agricultura y Pesca de la UE el estudio que hizo público el 29 de abril sobre las NGT, que entre otras conclusiones reconoce su potencial para alcanzar los objetivos del Pacto Verde.

Kyriakides, en su exposición, advirtió de que las técnicas de edición genómica “suscitan grandes preocupaciones a la sociedad“, a la vez que reconoció que su actual marco regulatorio —la directiva 2001/18 sobre transgénicos—, que ha cumplido 20 años, “no es el adecuado“.

Los ministros de agricultura de los países comunitarios se mostraron interesados en modificar su legislación y, aunque algunos recelaron de que se utilicen en ganadería, en líneas generales apostaron por que se haga una evaluación rigurosa de las ventajas y riesgos de su futura aplicación en la agricultura, con información clara para el consumidor.

El ministro Luis Planas, en su intervención, aseguró que España comparte las conclusiones del estudio y coincidió con su homóloga alemana, Julia Klöckner, en que se agilice todo el proceso, con planteamientos científicos y transparencia, para adecuar su legislación y precisar sus aplicaciones.

Y es que, como ha remarcado la directora de Anove, “no hay tiempo que perder para desbloquear su uso; obtener una nueva variedad vegetal no es sencillo y requiere más de diez años de I+D y 1,5 millones de euros, y 2030”, fecha en la que se quiere conseguir los primeros objetivos de las estrategias del Plan Verde, “está cerca”.