La superficie destinada a su cultivo se sitúa entre las 8.600 y 9.000 hectáreas, con una producción anual que oscila entre los 375 y 400 millones de kilogramos

El plátano de Canarias se cultiva exclusivamente en las islas con variedades locales del tipo Cavendish. / Plátano de Canarias
Valencia Fruits. Redacción.
Desde 1540, el plátano de Canarias ha sido parte indisociable del paisaje, las tradiciones y la economía de las islas. Con un modelo de producción fuertemente vinculado al territorio y a las pequeñas explotaciones familiares, esta fruta no sólo representa un símbolo cultural para el archipiélago, sino también una pieza clave en el engranaje hortofrutícola nacional y europeo.
La superficie destinada al cultivo de plátano en Canarias se sitúa entre las 8.600 y 9.000 hectáreas, con una producción anual que oscila entre los 375 y 400 millones de kilogramos. Estas cifras consolidan al plátano de Canarias como una de las principales producciones hortofrutícolas del país. Sólo en 2023, se alcanzaron los 440 millones de kilos vendidos, una cifra récord que lo posicionó como la fruta fresca más consumida en España.
Este crecimiento sostenido contrasta con la tendencia general del mercado: en los últimos 15 años, el consumo total de fruta ha descendido un 20% en España. Aun así, el plátano canario ha incrementado su presencia en los hogares, aumentando su categoría un 30% y alcanzando una penetración del 85,7%, lo que equivale a más de 16,2 millones de hogares consumidores.
En la categoría plátano-banana, este producto representa el 60% del volumen y aporta el 75% del valor, destacando como una referencia sólida para la distribución. En los primeros meses de 2025, su precio ha experimentado una subida notable, situándose un 87,6% por encima de la media de los últimos cinco años, un indicador del reconocimiento que tiene en el mercado y de la presión que sufre la cadena de valor.
El plátano de Canarias ha sabido conservar su carácter familiar y tradicional al tiempo que apuesta por la innovación
Evolución
El plátano de Canarias ha sabido conservar su carácter familiar y tradicional al tiempo que apuesta por la innovación. El modelo productivo está formado en su mayoría por pequeñas explotaciones, lo que refuerza su compromiso con la sostenibilidad, la biodiversidad y el entorno. La lucha integrada contra plagas, exigida por la directiva europea 2009/128/CE, y el fomento de prácticas biológicas son ejemplos del esfuerzo por equilibrar productividad y sostenibilidad.
Este plátano se cultiva exclusivamente en las islas con variedades locales del tipo Cavendish, adaptadas a las condiciones agroclimáticas del archipiélago. Su clima subtropical, con temperaturas suaves y vientos húmedos, permite un desarrollo más lento del fruto, de hasta seis meses en la planta, lo que se traduce en una textura más fina, un aroma intenso y un sabor dulce que lo diferencian claramente de otras bananas tropicales. Estas cualidades han sido reconocidas por la Unión Europea con el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), siendo el único plátano europeo con esta distinción. Además, cuenta con un código arancelario propio que refuerza su singularidad frente a la banana de importación.
La identidad de marca, ha convertido al plátano de Canarias en la fruta más reconocida por los consumidores españoles y le ha permitido conectar con un público más joven
Plátano de Canarias no compite en precio, sino en valor. Su estrategia comercial se centra en comunicar atributos como la calidad, el origen, la tradición y el compromiso medioambiental y social
Sus valores
Plátano de Canarias no compite en precio, sino en valor. Su estrategia comercial se centra en comunicar atributos como la calidad, el origen, la tradición y el compromiso medioambiental y social. Esta identidad de marca, consolidada durante décadas, lo ha convertido en la fruta más reconocida por los consumidores españoles y le ha permitido conectar con un público más joven mediante campañas que integran los valores de bienestar, innovación y sostenibilidad.
Más del 82% de los consumidores declaran preferir el plátano canario frente a la banana importada, y en más del 92% de los hogares españoles está presente de forma habitual. Su éxito comercial se traduce, además, en una fuerte presencia en medios, patrocinios y programas de promoción interior y exterior que refuerzan su notoriedad.
Pese a su éxito, el sector enfrenta tensiones estructurales importantes. En los últimos dos años, los costes de producción han aumentado un 25%, una carga que impacta directamente en la rentabilidad de los productores, especialmente en un cultivo donde la mano de obra tiene un peso clave. A esto se suma la exigencia de cumplir con criterios medioambientales y sociales que elevan los costes respecto a la competencia internacional.
Uno de los mayores retos radica en el desequilibrio comercial: la preferencia del consumidor por el plátano de Canarias ha llevado en ocasiones a que el producto soporte los márgenes más altos dentro de su categoría. Esta situación frena la rotación en los lineales, especialmente cuando coincide con picos de producción, lo que provoca caídas de precio en el mercado mayorista y presiona a los agricultores.
Por su parte, la banana importada ha ganado cuota de mercado en volumen gracias a una política de precios bajos, convirtiendo a España en el país de la UE donde este producto se vende más barato.
Sin embargo, los datos muestran que, cuando los márgenes se ajustan y el plátano canario puede competir en igualdad de condiciones, la respuesta del consumidor es clara y favorable al producto nacional.
Otro foco de tensión es la normativa de calidad vigente en la UE, que se basa en parámetros estéticos y obliga a un uso intensivo de tratamientos postcosecha, en contradicción con los principios medioambientales que promueve la propia política europea. Este desequilibrio normativo perjudica al productor local, que debe asumir mayores costes sin que estos se traduzcan necesariamente en una mejora objetiva de la calidad.
Es por eso que desde el sector se reclama una armonización real de las condiciones de producción entre los distintos orígenes que abastecen al mercado europeo, de forma que se valore más la calidad organoléptica y medioambiental frente al aspecto visual del fruto.
Producción ecológica
El plátano de Canarias cuenta también con producción certificada en ecológico, conforme al Reglamento (UE) 2018/848. Esta certificación garantiza el cumplimiento de los exigentes requisitos comunitarios en materia de agricultura ecológica, lo que refuerza su posicionamiento frente a bananas importadas que, si bien se comercializan como ‘bio’, se producen bajo normas nacionales menos rigurosas.
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