La producción integrada, una alternativa sostenible

Gustavo Ferrada Navidad
Deterra líder multiproducto

En España son ya diez las comunidades que poseen un sello de certificación de producción integrada

Cataluña, Andalucia y Murcia son las comunidades con mayor peso en la producción integrada. / ARCHIVO

Elisa Benavent. Redacción.

Una mariquita roja rodeada de un círculo verde. Si aparece un dibujo así en los productos de los estantes de supermercados o tiendas de frutas y verduras, entonces es que ese producto ha sido elaborado a partir de las normas de la producción integrada en Cataluña.

Este sello es característico de un tipo de agricultura a medio camino entre la convencional y la ecológica y que, con el tiempo, se ha ido adaptando a las nuevas necesidades tanto de los agricultores como de los consumidores. Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) definen la producción integrada como un “sistema agrícola de obtención de vegetales que utiliza al máximo los recursos y mecanismos de producción naturales y asegura a largo plazo una agricultura sostenible, introduciendo métodos biológicos y químicos de control y otras técnicas que compatibilicen las exigencias de la sociedad, la protección del medioambiente y la productividad agrícola”.

Hay un incremento en el valor añadido de los productos agrícolas y una mejora en la rentabilidad

Esta alternativa a la agricultura convencional presenta numerosos beneficiosos tanto para el medioambiente como para el agricultor y el consumidor. Al optimizarse el uso del medio productivo y recursos naturales (suelo, agua…) y al reducirse el uso de fertilizantes y fitosanitarios, se consigue mantener la biodiversidad y conservar el medioambiente.

Asimismo, se reduce la erosión en el suelo y se mejora la fertilidad, además de que se protege y fomenta la flora y fauna autóctona. Para los agricultores y ganaderos, esto supone un incremento en el valor añadido de los productos agrícolas y una mejora en la rentabilidad de las explotaciones al reducir los costes. Por su parte, el consumidor obtiene productos con garantía de alta calidad, con un bajo contenido en plaguicidas y respetuosos con el medioambiente.

En el ámbito nacional, la producción integrada viene regulada por el Real Decreto 1201/2002, a partir del cual se regulan las normas de producción y requisitos generales que deben cumplir los operadores que se acojan a este tipo de producción, así como también la identificación de garantía para diferenciar los productos ante el consumidor. Actualmente, existen hasta 10 sellos diferentes según las comunidades autonómas, siendo las más importantes las de Cataluña, Andalucía o Murcia.

El consumidor obtiene productos con garantía de alta calidad, con un bajo contenido en plaguicidas y respetuosos con el medioambiente

Los últimos datos recogidos en 2015 posicionaban a Andalucía como la región con mayor superficie de producción integrada, con 554.389 hectáreas, seguida de Extremadura con 119.328 ha.

Cataluña

‘La marieta’ es la traducción de mariquita al catalán y el nombre con el que designan al logotipo que identifica los alimentos de producción integrada en Cataluña.

El sello es de uso exclusivo para los productores dados de alta en el registro del Consejo Catalán de Producción Integrada y solo se puede utilizar sobre productos recolectados, no en productos transformados que se deriven de ellos.

Desde la página web del Consejo Catalán de Producción Integrada aseguran que contribuyen en esa búsqueda de la sostenibilidad a través de cinco reglas básicas:

— Favorecer la biodiversidad en el campo: Medidas como la instalación de refugios para aves o insectos, el mantenimiento de la cubierta vegetal del sol, el uso de plantas con flores o el establecimiento de zonas de compensación ecológica son necesarias para los productores catalanes a la hora de fomentar la biodiversidad y procurar que haya una gran cantidad de fauna útil, como la mariquita, y que ayuda contra las plagas.

— Garantizar la trazabilidad: A través de un análisis y estudio de las parcelas y los productos obtenidos son conocedores de las “actuaciones que se han hecho en cada plantación: desde la fertilización hasta el riego, pasando por los métodos utilizados para tratar las plagas”.

— Priorizar los métodos de lucha biológica: La monitorización de las plantaciones resulta imprescindible a la hora de “realizar un correcto control de plagas”. Además, ingenieros técnicos o agrícolas determinan los métodos alternativos a la “lucha química” que se tengan que aplicar, dando como resultado que más del 60% de sus explotaciones empleen métodos biológicos para el control de plagas.

— Minimizar el consumo de agua: En el actual contexto de preservación del medioambiente, se hace necesario gestionar correctamente el agua y controlar la correcta distribución e idoneidad de los medios que se hacen servir con la finalidad de minimizar el consumo de este bien escaso.

— Certificación oficial garantizada: El Estudio Nacional de Acreditación (ENAC) es el encargado de certificar las más de 40.000 hectáreas de plantaciones de producción integrada en Cataluña y el Consejo Catalán de Producción Integrada contrata las entidades de control y certificación para garantizar el cumplimiento de la normativa.

Andalucía

Los datos presentados por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible sobre la superficie de producción integrada en Andalucía durante el año 2020 indican que, en total, fueron 519.400 las hectáreas dedicadas a este tipo de agricultura, siendo la provincia de Sevilla la que se sitúa en la primera posición con 192.774 ha, seguida de Jaén, Granada y Córdoba.

Por otra parte, según Asaja Sevilla, la Consejería de Agricultura de Andalucía ha desarrollado ya más de 24 reglamentos específicos de Producción Integrada para los cultivos de ajo, alfalfa, algodón, almendro, arándano, arroz, cereales de invierno, cítricos, espárrago verde, flor cortada, frambuesa y mora, fresa, así como otros como frutos de hueso, frutales de pepita, hortícolas, lechuga, leguminosas, olivar, oleaginosas, patata, remolacha, tomate industrial, vid y zanahoria.

El olivar y el arroz resultan ser los cultivos con mayor superficie dedicada a esta producción alternativa en Andalucía, con 393.183 ha (el 74,6% del total) y 34.969 ha respectivamente. Igualmente, los cultivos hortícolas protegidos en producción integrada cuentan con 5.024 productores en Andalucía.