El calor extremo y la falta de humedad retrasa la campaña de setas otoñal en España

La temporada micológica de otoño en España suele empezar en septiembre y prolongarse hasta diciembre; es entonces cuando se recolectan especies muy apreciadas en la gastronomía. / Archivo
Nerea Díaz. / Efeagro.
El otoño meteorológico ya ha arrancado, pero no la campaña más esperada para los recolectores de setas; la falta de precipitaciones y el calor han generado que el suelo no tenga suficiente humedad para la proliferación de hongos, un hecho que puede cambiar tras la llegada de la dana Alice.
La temporada micológica de otoño en España suele empezar en septiembre y prolongarse hasta diciembre; es entonces cuando se recolectan especies muy apreciadas en la gastronomía como boletus, níscalos, seta de cardo y llanegas, entre otras.
Una campaña irregular por zonas
El director del European Micological Institute -Instituto Micológico Europeo- (EMI), Fernando Martínez, ha explicado a Efeagro que la temporada de 2025 “está siendo muy irregular”; por ejemplo, en los Pirineos y algunas zonas del Cantábrico y el Levante hay una buena producción de hongos silvestres comestibles.
Sin embargo, en el norte y el centro de España aún no ha iniciado la campaña y las previsiones no son optimistas por las malas precipitaciones y la “escasa humedad en la capa superficial de los suelos forestales”, ha añadido
Según sus cálculos, más del 60% de la variabilidad en la producción otoñal se explica por las condiciones meteorológicas, mientras que el resto responde a factores bióticos.
Un hecho del que se cree responsable al cambio climático, y que está afectado a las comunidades de hongos silvestres con “alteraciones fenológicas y reemplazo de hábitats, hasta cambios en la composición de especies”.
Lloverá, pero de momento es insuficiente
Por su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones Micológicas de Castilla y León (Famcal), Enrique Fernández, ha hecho referencia a la dana que dejará caer precipitaciones este fin de semana, sin embargo “las lluvias van a ser muy escasas para lo que se necesita”.
Y es que para que un año micológico sea bueno “tiene que llover mucho en otoño y haber tormentas en verano” y por eso, actualmente, las perspectivas de este año para la temporada micológica “son muy malas”.
En particular, las lluvias han desaparecido durante casi cinco meses con temperaturas muy elevadas, por lo que ha dejado “muchísima sequedad en todos los ecosistemas” con un grado de humedad inexistente en los suelos, clave para la proliferación de hongos.
En el terreno gastronómico, los hongos más valorados socioeconómicamente son los salvajes, que “no se pueden cultivar prácticamente, excepto honrosas excepciones como la trufa negra”, ha puntualizado Fernández.
Sin embargo, esta carencia no sólo se notará en las mesas y también se dejará ver en la naturaleza pues, los hongos son una “parte importantísima de los ecosistemas” y el 99 % de las plantas dependen de ellos y micorrizan sus raíces.
Según Montserrat Ganado “todos están mirando al cielo y pendientes de las previsiones meteorológicas”, con la esperanza de que la campaña “va a arrancar en algún momento”, aunque cree que vendrá “tardía y quizás corta”
Una temporada tardía y quizás corta
La técnico del programa MicoCyL, Montserrat Ganado, ha asegurado que “todos están mirando al cielo y pendientes de las previsiones meteorológicas”, con la esperanza de que la campaña “va a arrancar en algún momento”, aunque cree que vendrá “tardía y quizás corta”.
El año pasado, expidieron 45.000 permisos bajo su programa, con 17 acotados y 300.000 hectáreas, momento en el que algunas zonas de Castilla y León ya estaban produciendo, pero ahora la cosa está “bastante mal”.
Sin embargo, mira con optimismo el futuro y afirma que “va a haber campaña”, aunque por el momento hay “pocos permisos”, pero cuando llueve “la gente se ánima, […] porque buscan la tranquilidad del monte y saber que van a un sitio en el que tienen permiso -para recolectar-“.
Así, los “seteros” aguardan el inicio de la campaña micológica, mirando al cielo esperando la lluvia, con el optimismo y la resiliencia que caracterizan a un sector que deja un impacto económico en las zonas de recolección y da un valor incalculable a la gastronomía española.