La sequía echa a perder 1.700 hectáreas de cultivos del Bajo Guadalquivir

DECCO PEPITA

Desde COAG, Diego Bellido explica que, a estas alturas del año, deberían estar sembradas para ser recolectadas unas 1.200 hectáreas de crucíferas

El calor de este verano sigue haciendo estragos en los cultivos. / Gaspar Ruiz-Canela

Efeagro.

Hasta 1.700 hectáreas de distintos cultivos se han perdido en plantaciones del Bajo Guadalquivir localizadas en Lebrija (Sevilla) debido a la sequía, como ha denunciado el responsable nacional de transformados de COAG, Diego Bellido.

En declaraciones en una de las plantaciones afectadas, Bellido ha explicado que, a estas alturas del año, deberían estar sembradas para ser recolectadas unas 1.200 hectáreas de crucíferas (coliflor y brócoli), 150 de alcachofas, unas 200 de cebolla y 150 de zanahoria, “pero en total hay unas 200 sumando todos los cultivos”, y de esa cantidad “ya hay 50 totalmente abandonadas”.

El calor “ha hecho estragos” en los cultivos, que “no se han desarrollado igual, son de mala calidad y el producto no es atractivo para el mercado”

Para el portavoz de COAG, el calor “ha hecho estragos” en los cultivos, que “no se han desarrollado igual, son de mala calidad y el producto no es atractivo para el mercado”.

Además, en algunas plantas ha florecido, “y no es atractivo para el mercado ni óptimo para la industria, con lo que es una tormenta perfecta la que estamos sufriendo”, ya que solo la campaña de algodón se ha salvado, pero “ahora comienza una campaña inexistente de crucíferas”.

La situación provocará “que aumenten los datos del desempleo mucho más de lo que hay”

La situación provocará “que aumenten los datos del desempleo mucho más de lo que hay”, y un “problema grave para el mercado como consumidor y para nosotros los agricultores”.

Jesús Romero, uno de los agricultores afectados, ha dicho que este cultivo en concreto hay que “despertarlo en verano”, para que salga adelante con las primeras lluvias, pero la sequía ha provocado “que la alcachofa llegue abierta, y no la quieren en el mercado”, y queda la opción “de quitarle todo a las plantaciones”, en un cultivo de tres años “que creo que no va a sobrevivir”.