Entrevista a Toni París, representante de la Unió Lauradora en La Marina de Alicante

París explica que la falta de agua no afecta igual a toda la provincia. / GG
Gonzalo Gayo. Alicante.
Alicante se enfrenta a una campaña citrícola complicada. La escasez de agua, lacompetencia desleal con terceros países, los fondos de inversión que desestabilizan la dinámica natural del comercio agrícola y las políticas europeas perjudiciales para los productores son, según Toni París, los factores que están condenando a la agricultura española a su desaparición.
Valencia Fruits. ¿Cómo evoluciona la campaña citrícola en Alicante?
Toni París. La situación de la campaña citrícola en Alicante es preocupante. La campaña del limón está destrozada. En cuanto a las naranjas y las mandarinas, hasta Navidad iba bien, pero con la entrada de producto de Egipto y Turquía, la campaña se ha desmoronado, sobre todo en mandarina. La naranja está aguantando el precio pero con la clementina se están las cotizaciones ya han tirado a la baja. El pomelo, por su parte, es una guerra perdida este año. Los operadores europeos traen producto de países del arco mediterráneo hasta verano para luego comprar a Sudáfrica, de manera que no queda lugar para el producto español. Así no hay quien viva.
VF. ¿Cómo está afectando esto a la renta de los agricultores?
TP. Los agricultores se empobrecen cada vez más. Las cotizaciones en origen se hunden a nivel de campo mientras que en los lineales los precios se multiplican desmesuradamente. La ley de la cadena no está funcionando, y las grandes distribuidoras han impuesto su dictadura de precios: ellas ganan y nosotros nos arruinamos.
Por ejemplo, una mandarina de la variedad Ortanique se está vendiendo en el árbol por apenas 20 céntimos por kilo, lo que no cubre ni siquiera los costos de riego. Incluso variedades como la Nadorcott, que deberían tener una demanda más sólida, están viendo caer los precios a 38-40 céntimos por kilo, y no se espera una mejora en el corto plazo. Actualmente, los productores pierden por cada kilo un 30% de lo invertido en la producción.
VF. La entrada de cítricos de otros países también es responsable de este desajuste de precios. En este sentido, ¿qué piden a las administraciones? ¿Y a los consumidores?
TP. Queremos que se respeten los calendarios de entrada de productos de países terceros. Tenemos fechas de producción establecidas que hay que respetar. Y, por supuesto, pedimos que se apliquen las mismas condiciones a los productos importados que las que nos exigen en Europa, cumpliendo con las normativas fitosanitarias y laborales que nosotros respetamos y que estos países terceros suelen incumplir.
“Con los fondos de inversión, los exportadores han intensificado su participación en el mercado agrícola, lo que ha generado una posición de fuerza considerable en la negociación de precios, colocando al agricultor profesional en una posición de desventaja”
Es crucial que el consumidor esté informado sobre el origen y las condiciones de los productos que consume. No es aceptable que productos como las naranjas entren a Europa excediendo los límites máximos de residuos permitidos y que, además, se mezclen con productos locales sin que se informe adecuadamente en los estantes de los supermercados. La gran distribución no cumple con la transparencia necesaria.
VF. ¿Qué papel juegan en esta situación los fondos de inversión?
TP. Los fondos de inversión están presentes en casi todos los ámbitos y no es diferente en el sector agrícola. Al final, siempre son los “cuatro de siempre”. En los últimos años, hemos sido testigos de cómo los últimos almacenes de naranjas que quedaba han caído en manos de estos fondos. Así, si los exportadores ya controlaban el 60% de la producción de naranjas en sus propias fincas, han intensificado su participación en el mercado agrícola, lo que ha generado una posición de fuerza considerable en la negociación de precios, colocando al agricultor profesional en una posición de desventaja. Y son estas mismas empresas, las comercializadoras respaldadas por los fondos de inversión, las que no cumplen con los calendarios de entrada, pues han expandido sus operaciones —y producciones— a lugares como Egipto y Sudáfrica
VF. ¿Cuál es la situación actual del problema del agua en Alicante y cómo afecta tanto al norte como al sur de la región?
TP. En Alicante, la situación del agua varía entre el norte y el sur de la región. En el norte llevamos cuatro años con una pluviometría exquisita, lo que ha mantenido nuestros acuíferos en niveles adecuados y evitado su sobreexplotación, aunque el abandono de tierras ha contribuido a esta situación. Sin embargo, este invierno no ha llovido desde octubre, lo que indica un cambio de ciclo. Aunque podemos pasar la campaña actual con las reservas subterráneas, nos preocupa el próximo año. Por otro lado, en el sur de Alicante y Orihuela, donde se encuentran explotaciones agrícolas más grandes, apenas ha llovido y los recortes en los trasvases del Júcar han agravado la sobreexplotación de los pozos. Esta escasez de agua afecta no solo a los cultivos de cítricos, sino también a las hortalizas, como la alcachofa.
El problema se agrava por la falta de infraestructuras para reutilizar el agua, ya que las aguas residuales se siguen arrojando al mar en lugares como Denia y Ondara, en lugar de ser tratadas y reutilizadas para riego agrícola. Una situación que pone en riesgo tanto la disponibilidad de agua para la agricultura como para el turismo.
VF. En las últimas semanas, los agricultores de toda España se han lanzado a la calle para protestar por la crítica situación que atraviesan. A rasgos generales, ¿qué demandan?
TP. Lo que pedimos es muy sencillo: queremos claridad sobre si nuestro trabajo es valorado o no, si quieren que continuemos o no en la actividad. No podemos seguir siendo tratados con indiferencia. Es injusto que, cuando nos vemos obligados a invertir en la modernización de nuestra maquinaria y en mejorar nuestras instalaciones —endeudándonos hasta los dientes— venga un barco de fuera con limones a 19 céntimos, haciendo imposible competir y cubrir nuestros costes. Esta situación se repite año tras año, y nos sentimos atrapados en un callejón sin salida. Tenemos la sensación de que nuestra presencia molesta, y si es así, preferiríamos que nos lo dijeran claramente para poder tomar decisiones sobre nuestro futuro. Los tractores que se ven en nuestras protestas representan una inversión considerable, que a menudo se financia con préstamos a largo plazo. Es frustrante ver que no se discute sobre la soberanía alimentaria ni sobre la importancia del paisaje rural. Si continuamos por este camino, las cosas empeorarán para todos, excepto para esos “cuatro de siempre”. Lo que realmente necesitamos es que se establezca una visión a largo plazo para la agricultura, que se centre en construir un futuro sostenible para el sector. Es fundamental que se abra un diálogo sincero entre todas las partes involucradas, donde se busquen soluciones y se avance hacia un modelo agrícola más justo y equitativo.
Acceso a la entrevista en la página 22 y 23 del dossier de cítricos en el ejemplar de Valencia Fruits
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