El Presidente Frutas y Hortalizas cooperatives Agroalimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre la situación agrícola en Marruecos

Marruecos ha anunciado que va subvencionar la producción de tomates, patatas y cebollas. / ARCHIVO
Cirilo Arnandis (*)
En estos momentos existen noticias de suficiente calado para que se centre en ellas la atención de modo casi exclusivo. Si prestamos atención a cualquier noticiario, ya sea televisión o radio, y también en buena manera la prensa escrita, el mayor tiempo de su desarrollo se ha prestado estos días al proceso de investidura del presidente del Gobierno de España en el ámbito nacional, y en el internacional, lamentablemente, a lo que acontece en los escenarios bélicos de Ucrania y la franja de Gaza. Por esta razón, parece que el resto de las noticias sean irrelevantes, pasando incluso desapercibidas, lo que facilita que temas de suficiente importancia, aunque lo sea tan solo al nivel de nuestro ámbito de actuación, se escapen de nuestra atención.
En lo referente a nuestro sector, de momento, parece ser que el patio pueda estar tranquilo, al menos en lo noticiable. Con un Gobierno de la nación en funciones durante los últimos meses, la prudencia en el ámbito político y legislativo ha sido la mejor opción. De otra parte, la meteorología y el clima han mermado producciones, lo que está facilitando que aquellos agricultores que tengan fruta de calidad puedan defender sus rentas mejor que en ejercicios anteriores. Finalmente, Bruselas sigue su marcha con temas sobre los que el sector ha sido capaz de trasladar su problemática a la sociedad, si bien parece que se convierten en mantras por recurrentes. Temas como la ausencia de reciprocidad en las exigencias productivas respecto de los países terceros, el preocupante nivel de detección de envíos contaminados con plagas de cuarentena, la reducción de productos fitosanitarios que dejan a los productores inermes, la próxima normativa sobre envases que afectará a nuestro sector, o el constante incremento de importaciones de frutas y hortalizas, junto con la disminución de su consumo, son temas que parece que ya no nos sorprendan por cotidianos. Y es que para convencer a Bruselas para que actúe hay que ser muy constante.
“El ministro de Agricultura y Pesca de Marruecos, el Sr. Mohamed Seddiki, anunciaba en una sesión de preguntas al ejecutivo en la Cámara de Representantes de aquel país, que el gobierno de Marruecos subvencionará por primera vez las cadenas de producción, en este caso, de tomates, patatas y cebollas”
En este escenario he podido leer una noticia que ha tenido una cierta difusión, pero con una trascendencia en la que nadie parece haber reparado. El ministro de Agricultura y Pesca de Marruecos, el Sr. Mohamed Seddiki, anunciaba en una sesión de preguntas al ejecutivo en la Cámara de Representantes de aquel país, que el gobierno de Marruecos subvencionará por primera vez las cadenas de producción, en este caso, de tomates, patatas y cebollas. El motivo aludido es que la actual campaña agrícola arrastra los efectos de cuatro años consecutivos de escasez de recursos hídricos, así como de los efectos derivados de la sequía, del incremento de los costes de las materias primas y del reciente temblor de tierras que sacudió diferentes provincias de las montañas del Atlas.
“Subvencionar las materias primas de producciones futuras no deja de ser un elemento dopante del mercado, pues afecta de lleno en la competitividad de quien recibe estas ayudas y penaliza, de modo más que sensible, a quien no disfruta de ellas. Es por ello que este tipo de ayudas no están contempladas en la normativa de los países socios de la UE, respetando los acuerdos adoptados en el seno de la Organización Mundial del Comercio, del cual Marruecos también es socio”
De modo más concreto, las ayudas anunciadas por el ministro marroquí del ramo, consistirían en subvencionar entre el 50 y el 70 del valor de la cadena de producción, en base al alto precio del valor de las semillas de estos productos. La idea es ayudar con el equivalente entre 3.600 y 6.300 euros por hectárea de producción de tomate, entre 720 y 1.300 euros por hectárea de producción de patatas, y entre 360 y 400 euros por hectárea de producción de cebollas. Además, está prevista también la movilización de 600.000 toneladas de fertilizantes fosfatados para la actual campaña agrícola, y se subvencionarán los abonos nitrogenados en un 50%, los cuales deben de importarse, con un montante previsto de 200 millones de euros. Otros fertilizantes tendrán un valor variable de la subvención.
“En la Unión Europea también existen socios comunitarios que han destinados fondos económicos para ayudar a los productores afectados, ya sea por los efectos del incremento de precios de los insumos derivados de la guerra de Ucrania y por aquellos consecuencia del cambio climáticos. La diferencia entre estos dos casos radica en el concepto de la ayuda y el destino de esta”
“Mientras en Europa el dinero lo ha recibido el productor para resarcirse de su descenso de renta por producciones ya pasadas, en el caso marroquí, se trata de ayudas a insumos que tienen como fin último el descenso de costes de producción de cosechas futuras, lo que redundará en una mayor competitividad del país, en especial respecto de otros países competidores”
El hecho que el Reino de Marruecos tenga previsto destinar fondos económicos para ayudar a sus agricultores con dificultades económicas derivadas de malas cosechas, no debería de ser un hecho noticiable y relevante más allá de la alegría que le puede suponer a quien los van a recibir. De hecho, en la Unión Europea también existen socios comunitarios que han destinados fondos económicos para ayudar a los productores afectados, ya sea por los efectos del incremento de precios de los insumos derivados de la guerra de Ucrania y por aquellos consecuencia del cambio climáticos. La diferencia entre estos dos casos radica en el concepto de la ayuda y el destino de esta. Así, mientras en Europa el dinero lo ha recibido el productor para resarcirse de su descenso de renta por producciones ya pasadas, en el caso marroquí, se trata de ayudas a insumos que tienen como fin último el descenso de costes de producción de cosechas futuras, lo que redundará en una mayor competitividad del país, en especial respecto de otros países competidores.
Desconozco si algunas de esas producciones van a ser exportadas o van a ser consumidas dentro del propio país, a fin de cuentas, pero tanto da, pues en un contexto todavía global, todos los mercados están interrelacionados de un modo u otro. Es como una especie de efecto mariposa. Subvencionar las materias primas de producciones futuras no deja de ser un elemento dopante del mercado, pues afecta de lleno en la competitividad de quien recibe estas ayudas y penaliza, de modo más que sensible, a quien no disfruta de ellas. Es por ello que este tipo de ayudas no están contempladas en la normativa de los países socios de la Unión Europea, respetando los acuerdos adoptados en el seno de la Organización Mundial del Comercio, del cual Marruecos también es socio. Y es que la OMC no está ya en primer plano de las noticias, pero en estos casos, tiene bastantes cosas que decir. Y si no, tan solo hay que recordar la amenaza de nuestros colegas sudafricanos de denunciar ante este foro la decisión de Bruselas de aplicar tratamiento en frío para naranjas procedentes de aquel origen.
Sabemos que Bruselas ha mantenido un gran respeto ante demandas, cuando no exigencias por motivo de enfados, que le ha solicitado Rabat. Marruecos, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en actor geoestratégico de primer orden. No ya por el tema del Sahara, sino por el papel que juega en relación con la inmigración, ya sea compartiendo frontera con la Unión Europa a través de Ceuta y Melilla o como último destino antes del acceso a la Europa continental, si no también por el papel que ha estado jugando al establecer relaciones con Israel pese a ser un país árabe, lo que le ha valido la consideración de Estados Unidos. No obstante, esta posición relevante en el tablero geoestratégico, ello no debe de ser impedimento para el cumplimiento de las normas y acuerdos internacionales.
Si Bruselas se muestra indiferente ante este hecho, así como quien no quiere la cosa, hoy son los tomates, patatas y cebollas, y mañana podrían ser otros productos. Sin ir más lejos, podemos leer, en distintos medios digitales, titulares en la línea de llamar la atención sobre el crecimiento de las importaciones españolas de frutas y hortalizas frescas. Algunos lo achacarán a cuestiones coyunturales, pero lo cierto es que romper tendencias en nuestro negocio es bastante complicado. Y es que, si ya sufrimos lo que se ha venido en llamar el dumping social, es decir, el nivel de salarios y condiciones laborales que se dan en la orilla sur del Mediterráneo, así como la ausencia de reciprocidad, bajo ningún concepto se puede consentir conceder nuevas ventajas competitivas, máxime cuando éstas puede que no estén o que no sean acordes a la normativa internacional, al generar ventajas competitivas de modo artificial.
Europa, en ese contexto de los acuerdos internacionales, ha ido más allá por cuestiones de diversa índole, derribando, si no totalmente al menos de modo efectivo, todas las barreras de índole económico que pudieran suponer algún problema en el acceso a su mercado. Mientras venir Europa es fácil, pues sus aranceles son ya algo residual o testimonial, a nosotros, acceder a otros mercados de países terceros, nos supone el tener que abonar aranceles, en unos casos, y estrictos controles sobre plagas en otros, que llegan incluso a superar lo técnicamente aconsejado, cuando no el sentido común. Los productores europeos nos hemos acostumbrado a competir, soportando incluso las ventajas competitivas de otros orígenes, caso del dumping social. De un tiempo a esta parte, no nos queda más remedio que observar con impotencia como los resultados de los controles fitosanitarios en la frontera comunitaria no hacen más que evidenciar el máximo riesgo que en este ámbito soportan nuestras producciones.
No sé si esta noticia tiene un contexto que desconocemos y por el cual no deberíamos preocuparnos, pero también es cierto, que si no se explica bien tendremos un nuevo motivo, y en esta ocasión, de grado superlativo, para estar más que preocupados. Hay que pedir explicaciones por muy Marruecos que sea, pues esas subvenciones podrían tener efectos desfavorables para los productores europeos, siendo eso es uno de los motivos contemplados por la Organización Mundial del Comercio para una resolución de conflictos.
(*) Presidente Frutas y Hortalizas cooperatives Agroalimentaries
Acceso al artículo de opinión de Cirilo Arnandis en la página 6 del ejemplar de Valencia Fruits.
Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.