Se han visto afectadas explotaciones de frutales, cereales, forrajes y leguminosas

Campos de cultivo inundados por la crecida del río Ebro a su paso por la provincia de Zaragoza durante la pasada semana. / JO
Javier Ortega. Aragón.
La crecida del río Ebro de la pasada semana inundó centenares de hectáreas de cultivo a su paso por la provincia de Zaragoza. El alcance de los daños así como la extensión inundada no se conocerá hasta dentro de unos días cuando se retire totalmente el agua.
La avenida, inicialmente prevista como extraordinaria, se quedó en ordinaria alta con un caudal de entre 1.600 y 1.900 metros cúbicos por segundo y hasta ocho metros de altura. No ocasionó daños en cascos urbanos al resistir las motas, muros y diques de contención. En cambio, sí se vieron afectados caminos, acequias, carreteras, zonas deportivas y de recreo, entre otras infraestructuras, y tuvieron que ser desalojadas varias granjas de ganado.
Según UAGA, en general, se vieron afectadas sobre todo parcelas cultivadas de cereal de invierno (trigo y cebada), forrajes (alfalfa y veza), leguminosas (habas y guisantes) y frutales.
Las localidades de Novillas, Gallur, Alcalá, Pradilla, Cabañas y Boquiñeni, en la provincia de Zaragoza, fueron las primeras en recibir la riada. En Pradilla, donde el río alcanzó los ocho metros de altura, se anegaron campos de cultivo y zonas habitualmente inundables. En Novillas, donde tuvo que intervenir la UME, la crecida inundó entre 400 y 500 hectáreas, prácticamente la margen izquierda entera.
La crecida, que antes de adentrarse en tierras aragonesas causó inundaciones en las provincias de Burgos, Álava, Navarra y La Rioja, fue calificada como extraordinaria de alta frecuencia, es decir, que se puede producir cada pocos años.
En algunos casos, como en el municipio de Alagón, las tierras afectadas forman parte de un plan de inundación controlada para aliviar la fuerza del río en crecidas. El Plan Ebro Resilience ha realizado una inversión con fondos europeos para rebajar los diques, crear motas más bajas y construir canalizaciones y drenajes que alivien los efectos del agua.
Aguas abajo de la ciudad de Zaragoza, en la comarca de la Ribera Baja, la crecida inundó más de mil hectáreas, según las primeras estimaciones de los alcaldes de los pueblos afectados y de algunas organizaciones agrarias.
En Pina de Ebro se vieron afectadas 300 hectáreas y un ganadero tuvo que trasladar a sus alrededor de 400 ovejas a otra finca porque la crecida había llegado hasta la suya. En Villafranca de Ebro, el agua saltó una mota y tuvieron que ser evacuadas dos explotaciones ganaderas. En Quinto de Ebro, las afecciones al sector agrícola se estiman entre 500 y 800 h.
En Osera, en unas 140 hectáreas, que según fuentes municipales estaban recién sembradas, se perderá la cosecha tras varios días bajo el agua. Se estima que sembrar una hectárea tiene un coste de entre 350 y 400 euros, algo que se ha perdido automáticamente con la riada.
Los alcaldes de los pueblos ribereños insisten en la necesidad de drenar y limpiar el cauce del río para minimizar los efectos de las crecidas.
Contrastes
Las imágenes del río Ebro desbordándose en la provincia de Zaragoza contrastan con la persistente sequía que viven algunas zonas de Cataluña. El pasado domingo llegaron las lluvias y la nieve en cotas bajas, pero, según los expertos, no será suficiente para revertir la escasez.
De hecho, el Instituto de Investigación del Agua de la Universidad de Barcelona (UB) aseguraba la semana pasada que la actual sequía ha batido récords históricos y “es la más grave vivida en el área de Barcelona en 200 años”.
Javier Martín Vide, catedrático de la Facultad de Geografía e Historia de la UB y miembro del Instituto de Investigación del Agua, ha comparado la pluviometría de los tres últimos años en Barcelona (2021-2023) con la serie de anomalías de precipitación anual acumulada registrada en el Servicio Meteorológico de Cataluña. La conclusión ha sido que sólo a principios de los años veinte del siglo XIX se aprecian tres años seguidos con una anomalía pluviométrica igual o mayor que la registrada estos tres últimos. Por ello, ha afirmado que “el este de Cataluña debe afrontar la peor sequía de los últimos 200 años”. Asimismo, ha puesto de relieve que el nivel de agua en los nueve embalses de las cuencas internas de Cataluña ha caído por debajo del 15% y que es el menor porcentaje de agua embalsada de toda España.
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