Artículo de opinión de Camino García Martínez de Morentin, Directora General de AEFA

Desde AEFA trabajan impulsando la innovación, la calidad y la divulgación técnica para que estas herramientas lleguen a todo el sector y contribuyan a una agricultura más eficiente y sostenible. / AEFA
Camino García Martínez de Morentin*
La agricultura mediterránea vive un momento de enorme complejidad. Cada campaña se enfrenta a condiciones climáticas más extremas, unido a restricciones hídricas crecientes, suelos cada vez más castigados y a un contexto económico y geopolítico incierto que ha encarecido y limitado el acceso a materias primas esenciales. Para seguir produciendo con estabilidad y mantener la rentabilidad, el sector necesita disponer de herramientas eficaces, seguras y adaptadas a esta nueva realidad.
En este escenario, los bioestimulantes se han convertido en una pieza fundamental en el sector agrícola. Según el Reglamento (UE) 2019/1009, son productos que estimulan los procesos naturales de la planta para mejorar la eficiencia en el uso de nutrientes, aumentar la tolerancia al estrés abiótico, mejorar la calidad del cultivo o facilitar el acceso a nutrientes inmovilizados en el suelo. Una definición técnica compleja que en la práctica se traduce en algo mucho más sencillo: ayudar a la planta a rendir mejor, incluso cuando las condiciones no acompañan.
Las condiciones ambientales extremas son uno de los factores más limitantes en la agricultura mediterránea. Sequía prolongada, olas de calor, heladas tardías, salinidad o suelos degradados ponen a prueba la capacidad de los cultivos para desarrollarse con normalidad, y es aquí donde los bioestimulantes entran en juego: ayudan a que la planta mantenga su actividad fisiológica en situaciones adversas, reducen el impacto del estrés abiótico y facilitan una recuperación más rápida.
En términos prácticos, esto significa que un cultivo más resiliente mantiene mejor su floración, cuaja con mayor estabilidad, conserva la estructura de frutos, mejora la calidad de los mismos e incluso evita pérdidas, y todo ello marca la diferencia para la viabilidad de la explotación agrícola.
Suelos vivos: cultivos más productivos con menos recursos
La sostenibilidad ya no es sólo una cuestión medioambiental; es una necesidad productiva. En un contexto en el que el agua disponible disminuye y los fertilizantes minerales están sujetos a ciertas restricciones, producir más con menos es imprescindible.
Los bioestimulantes permiten mejorar la eficiencia en la absorción de nutrientes, reducir pérdidas por lixiviación y optimizar el uso del agua. Además, favorecen la disponibilidad de nutrientes inmovilizados presentes en el suelo que la planta no puede aprovechar por sí misma. Todo ello contribuye a que cada recurso sea utilizado de una forma más eficaz, algo especialmente crítico en las zonas de regadío mediterráneas.
El suelo hace tiempo que no se considera simplemente un soporte para la agricultura, ahora tiene un papel estratégico y determinante en la productividad. Su degradación, su pérdida de estructura o la disminución de materia orgánica suponen una amenaza directa para la sostenibilidad agrícola. Muchos bioestimulantes actúan sobre la rizosfera, reactivando la microbiota, mejorando la estructura del suelo y aumentando su capacidad de retención hídrica. Un suelo vivo no sólo alimenta mejor al cultivo; también lo protege, lo equilibra y le permite expresar todo su potencial productivo a largo plazo.
Influencia del contexto internacional
Los últimos años han demostrado hasta qué punto la agricultura depende de factores globales que quedan fuera del control del agricultor: conflictos internacionales, precios de la energía, confinamientos, y tensiones en el mercado mundial de materias primas… Esta situación ha afectado especialmente al coste y disponibilidad de fertilizantes convencionales. Todo esto presenta una situación privilegiada para los bioestimulantes, que aportan una ventaja estratégica ya que reducen la dependencia de insumos externos (en ocasiones de países con acceso complicado), permiten mantener rendimientos estables con menores aportes, y contribuyen a un uso más racional de los recursos limitados.
La sostenibilidad, entendida también en un contexto económico, debe aportar al agricultor herramientas que reduzcan su vulnerabilidad ante cambios externos. La rentabilidad depende cada vez más de la capacidad del cultivo para mantenerse productivo y estable ante condiciones complicadas, y los bioestimulantes son una herramienta que ayuda a conseguirlo.
Innovación práctica aplicada a la agricultura
El sector de los bioestimulantes es uno de los más innovadores de la agricultura europea. España, y especialmente las empresas asociadas de AEFA, son un referente en investigación, desarrollo y exportación de biosoluciones. La inversión en innovación permite diseñar productos específicamente dirigidos a las condiciones mediterráneas: cultivos intensivos, falta de agua, suelos calizos, temperaturas extremas y ciclos productivos muy exigentes.
Una de las líneas de innovación más prometedoras es la línea de bioestimulantes microbianos, con capacidad para mejorar la disponibilidad de nutrientes, modular la microbiota del suelo y aumentar la resiliencia del cultivo, sin generar residuos, y bajo los más estrictos requerimientos que aseguran la seguridad de los productos para la salud humana, animal y del medio ambiente. Los microorganismos como bioestimulantes son una herramienta altamente tecnológica con un enorme potencial que será clave para los próximos años.
Confianza y evidencia científica: comprender para decidir
Un punto esencial, que es necesario poner en valor, es que los bioestimulantes que se comercializan legalmente en Europa han demostrado su eficacia mediante ensayos y analíticas exigidos por el Reglamento (UE) 2019/1009. Esto significa que detrás de cada producto con marcado CE hay estudios científicos, ensayos en campo, datos concluyentes corroborados por una validación realizada por un organismo independiente acreditado. La industria nacional trabaja con un alto nivel de exigencia, ensayos agronómicos rigurosos y unos estándares de seguridad muy estrictos. Todo esto asegura al agricultor que el producto que utiliza tiene una base científica sólida y que su resultado está probado, aportando un alto nivel de calidad y confianza.
Un bioestimulante funciona mejor cuando se utiliza adecuadamente. Por eso es clave que el agricultor conozca qué producto necesita en función de sus necesidades, del objetivo que persiga, y cuándo y cómo debe aplicarlo. Desde AEFA consideramos que es vital mejorar la comunicación, la formación y la transferencia de conocimiento, para que el agricultor pueda integrar estas herramientas de forma práctica y eficiente. Cuanto más entiende el agricultor el bioestimulante, más valor obtiene del producto. Y esa es la base de la sostenibilidad real.
Desde la asociación queremos además reiterar la necesidad de que los bioestimulantes se deben impulsar desde la administración nacional y europea, con políticas que potencien su uso, con ayudas que faciliten su implementación en las practicas tradicionales de los agricultores, y con un marco legislativo adecuado a la innovación que permita su acceso al mercado de manera ágil y eficiente. No es aceptable que la regulación sea el principal obstáculo de una industria líder a nivel mundial.
La agricultura del futuro necesita urgentemente herramientas que aumenten la resiliencia de los cultivos, optimicen y protejan los recursos naturales y garanticen la viabilidad económica de las explotaciones. Los bioestimulantes cumplen exactamente esas funciones. Son soluciones científicas, prácticas y orientadas a los problemas reales del campo. Ayudan a producir más y mejor, con menos recursos, y lo hacen respetando el suelo, el agua y el entorno, pilares fundamentales de la sostenibilidad.
Desde AEFA trabajamos impulsando la innovación, la calidad y la divulgación técnica para que estas herramientas lleguen a todo el sector y contribuyan a una agricultura más eficiente y sostenible.
(*) Directora General de AEFA
Acceso al artículo en la página 12 del dossier Producción Sostenible en el ejemplar de Valencia Fruits.
Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.




