«Las 20 principales», por Cirilo Arnandis

El Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries, Cirilo Arnandis, habla sobre las principales plagas de cuarentena que están llegando a España procedentes de países terceros

Cirilo Arnandis (*)

Una de las cuestiones que se está denunciando con más ímpetu desde el sector productor europeo, en especial en el caso de España, es la creciente y sistemática llegada de plagas de cuarentena procedentes de países terceros. El problema se agrava cuando toda posibilidad de tratamiento químico, e incluso biológica, queda prohibida, bien sea por las autoridades comunitarias o, como es nuestro caso, por las autoridades españolas. Y es que si no es Agricultura es Transición Ecológica quien sale a escena. Por increíble que parezca, es tan real como la vida misma. Y la consecuencia no es otra que la incredulidad y desesperación de los productores, al ver cómo sufren en sus rentas las consecuencias de un problema que no han provocado y del que los culpables poco quieren saber, más allá de legislar y sancionar sin asumir responsabilidades. 

La primera reflexión debería conducirnos a entender por qué llegan tantas plagas nuevas procedentes de países terceros, que aquí no tenemos. Se supone que existe, de una parte, una normativa elaborada por las instituciones comunitarias, que deben de aplicar los servicios de control en frontera de cada Estado miembro para detectar y evitar la llegada a Europa de estas plagas. De otra, se supone que estos mismos legisladores tienen la posibilidad de adoptar medidas si no ejemplarizantes, al menos disuasorias. De esta forma, aquel origen del cual se detecta un envío contaminado debería asumir una consecuencia que hiciera que no le viniera a cuenta tener una nueva detección. No en vano, estos países terceros disponen de una legislación que le permite tratar estas plagas con productos fitosanitarios que en Europa esta prohibidos. 

Así pues, la llegada de cada vez más plagas de cuarentena se puede deber a la poca diligencia de los productores en origen; a la mala gestión de los servicios de inspección, ya del país de origen o del de destino en la Unión Europea; a una legislación inadecuada que permite estos desmanes; a la mala aplicación de la normativa existente; o finalmente, a la ausencia de voluntad política en Europa para tomarse este tema en serio. Si cada uno de estos elementos tiene suficiente importancia para ser objeto de análisis, la cosa se complica cuando en la situación actual se suman los efectos de varios de ellos, e incluso de todos juntos a la vez. Bien es cierto que se han adoptado medidas puntuales, caso del cierre de la llegada de cítricos procedentes de Argentina, o el hecho del tratamiento en frío contra la falsa polilla, pero esto ha sido a fuerza de insistir e insistir. Se nos dice que medidas de este tipo van contra las normas del comercio internacional y la Organización Mundial del Comercio, la OMC, pero lo cierto es que a los envíos de productos españoles a países terceros se aplican protocolos leoninos, que los legisladores europeos tienen miedo a aplicar en el viejo continente. 

En la actualidad existe una relación de 400 plagas cuarentenarias, capaces de llegar, introducirse y establecerse en la Unión Europea

Contextualizado un tema sobre el que, no por conocido y sufrido, no hay que dejar de insistir, conviene exponer el proceso en el que se encuentra en estos momentos uno de los instrumentos normativos a disposición de Bruselas, el listado de plagas prioritarias en la Unión Europea. En la actualidad existe una relación de 400 plagas cuarentenarias, capaces de llegar, introducirse y establecerse en la Unión Europea. De ellas, con el fin de centrar los esfuerzos de prevención, se seleccionan 20 como “prioritarias”, al considerarse que tienen, potencialmente, un mayor impacto económico, social y medioambiental si se introducen y establecen en territorio comunitario. La importancia de la calificación de una plaga como “prioritaria” está en la preferencia a la hora de recibir financiación de la UE, tanto para su monitorización como para su erradicación en caso de detectar un brote. También obliga a los Estados miembros a tener aprobados planes nacionales de contingencia, a adoptar planes de acción en el supuesto de detectarse un brote, a realizar ejercicios de simulación y a vigilar su territorio todos los años para verificar su ausencia y llevar a cabo campañas de sensibilización pública.

En una primera valoración tendríamos que preguntarnos el porqué de catalogar sólo 20 plagas como prioritarias. La respuesta puede ser que no hay más que cumplan los requisitos exigidos, o que, como quiera que monitorizarlas y controlarlas supone financiación comunitaria, Bruselas no quiera soltar la mosca, nunca mejor dicho, y tener que aportar un mayor presupuesto a esta causa. Hay que llamar la atención sobre dos cuestiones importantes. La primera es que la climatología española, así como nuestro amplio abanico de producciones, favorecen un mayor y mejor asentamiento de plagas foráneas en comparación con otros países comunitarios. La segunda es que, si bien pueden existir distintas formas de llegada de un insecto o patógeno de países terceros, lo cierto es que en lo referente a nuestras producciones agrícolas el motivo radica en muchos casos en una inadecuada gestión de los sistemas de control. Así, si lo trasladamos a las personas, no se entendería que por más que existieran enfermedades con efecto potencialmente graves sobre la salud humana, sólo se le diera importancia con antelación a un número cerrado y tasado de ellas. Por otra parte, casi nunca se investiga si el sistema de control en frontera comunitario falla, por lo que se pudiera averiguar. 

Si nos ceñimos a la actualidad, a fecha de hoy las plagas declaradas como prioritarias son 20, a partir del Reglamento Delegado (UE) 2019/1702, de la Comisión, de 1 de agosto de 2019, por el que se completa el Reglamento (UE) 2016/2031, estableciendo una lista de plagas prioritarias. De esas 20, las hay forestales y agrícolas, entre las que destacan algunas tan temidas para nuestros cítricos y frutales como es el caso del el HLB (Candidatus Liberibacter spp., agente causal del huanglongbing o greening de los cítricos); moscas de la fruta no europeas (Anastrepha ludens, Bactrocera dorsalis o Bactrocera zonata); la falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta), esa que para evitar que acceda al mercado europea se ha aprobado la obligatoriedad del tratamiento en frío para determinadas producciones y orígenes; la mancha negra de los cítricos (Phyllosticta citricarpa); o coleópteros barrenadores como el Anoplophora chinensis. Todas nos suenan, por más profano que se sea en el sector, por su potencial efecto devastador en nuestros cultivos. A la monitorización y contención o erradicación en caso de declararse un brote de estas 20 plagas se destinan 8 millones de euros al año, una cifra irrisoria si la comparamos con el impacto económico potencial que podrían tener en caso de establecerse en territorio comunitario, que se estima en 216.000 millones de euros.

Para la selección de estas veinte plagas prioritarias actuales, se tuvo en cuenta el estudio de impacto realizado en 2019 por la EFSA y el JRC de la Comisión Europea. La EFSA es la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, agencia de la Unión Europea creada en 2002 para ofrecer asesoramiento científico a los gestores de riesgos de forma imparcial, así como para comunicar los riesgos asociados a la cadena alimentaria. Por otra parte, JRC son las siglas de “Joint Research Centre”, que en español significa Centro Común de Investigación, y que es el servicio de ciencia y conocimiento de la Comisión Europea que proporciona asesoramiento científico independiente y basado en datos para apoyar las políticas de la Unión Europea. Es decir, que sus opiniones vienen sustentadas de modo sólido en principios científicos, pese a lo cual, en su día, fue necesario insistir para que la Phyllosticta citricarpa (mancha negra de los cítricos) entrara en este listado, dado que en el primer borrador pretendían dejarla fuera de la lista. Una enfermedad que ha demostrado estar adaptada y tener un fuerte impacto en la cuenca mediterránea después de ver la evolución del brote de Túnez detectado en 2019. En cualquier caso, visto lo visto, es evidente que el número de plagas prioritarias está limitado a veinte, y no a aquellas cuyo potencial de devastación es evidente. Algo incomprensible, cuando en realidad deberíamos aumentar no solo el número de plagas prioritarias en función de su impacto potencial, si no también la dotación de fondos de crisis para aumentar la prevención, la detección temprana y las medidas de erradicación si fuera necesario aplicarlas.

Preocupa la publicación este año de una actualización de la clasificación de las plagas cuarentenarias de la Unión en función de su impacto económico, social y medioambiental potencial, con el fin de facilitar la identificación de las plagas prioritarias

Existe gran incertidumbre por saber qué número de plagas prioritarias van a aprobarse, cuantas serán de importancia agrícola, y qué plagas se incluirán en este listado

La preocupación actual parte del hecho de que el JRC ha publicado este año una actualización de la clasificación de las plagas cuarentenarias de la Unión en función de su impacto económico, social y medioambiental potencial, con el fin de facilitar la identificación de las plagas prioritarias. La intención es que este estudio actualizado sirva como base para elaborar un nuevo listado de plagas prioritarias. Lo cierto es que existe gran incertidumbre por saber qué número de plagas prioritarias van a aprobarse, cuantas serán de importancia agrícola, y qué plagas se incluirán en este listado. A la vista del nuevo informe, algunas de las plagas que hoy sí que son consideradas prioritarias, han bajado en el ranking, lo cual no quiere decir que no sean peligrosas, si no que han llegado otras todavía más peligrosas. A la vista de esta deriva, creo que ya es hora de que Bruselas, al más alto nivel, se tome este tema en serio.

(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agro-alimentàries

Acceso al artículo de opinión en la página 12 del ejemplar de Valencia Fruits. 

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