El precio del aceite en origen se hunde mientras la venta en el súper se dispara

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Fernández Cuqui
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Los precios que reciben en origen los productores de aceite de oliva se han hundido en las últimas semanas hasta niveles inéditos en seis años (2014), en claro contraste con el fuerte incremento de las ventas registrado en el supermercado por la pandemia

La venta de aceite de oliva en el supermercado se incrementó durante el primer trimestre en España. / EFEAGRO

Una parte del sector, la más cercana al campo, rezuma indignación y no descarta incluso la convocatoria de protestas en breve; la semana pasada un pequeño grupo formado por cerca de medio centenar de vehículos ya se manifestó sin previo aviso en Jaén.

El runrún alcanza ya tal volumen que el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, tiene su agenda completamente copada esta semana por el sector: se reunirá con una docena de asociaciones en cuatro días, empezando hoy mismo por las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, y las cooperativas.

Mientras tanto, grandes aceiteras como Deoleo, Dcoop o Acesur han confirmado lo evidente: que sus ventas han aumentado con fuerza en este arranque de 2020, impulsadas por las medidas de confinamiento adoptadas para frenar la covid-19, que llevaron al consumidor a hacer un tipo de compra enfocado a llenar la despensa, con el aceite como uno de los productos “estrella” de su cesta.

Concretamente, la venta de aceite de oliva en el supermercado se incrementó durante el primer trimestre en España, Estados Unidos e Italia un 19 %, un 23 % y un 7 %, respectivamente, según datos recogidos por las consultoras Nielsen e IRI.

Las cifras oficiales del panel que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reflejan subidas en el consumo de aceite en el hogar de hasta el 30 % en las semanas de confinamiento respecto al año anterior.

El virgen extra -el de mayor calidad- se paga hoy a poco más de 1,9 euros, según los observatorios de precios Pool Red e Infaoliva: para encontrar un precio tan bajo hay que remontarse a 2014, hace sólo dos años cotizaba al doble (3,8 euros) y en apenas un mes ha caído 20 céntimos.

Otra “rareza” es que el precio del virgen -segundo en el escalafón- y el lampante se han ido igualando, hasta los 1,6 euros.

“Al final lo que está pasando es que el virgen extra ya no es la punta de lanza que tira el precio hacia arriba. En el mercado nacional estamos viendo que los supermercados ya ni siquiera utilizan tanto el aceite para lanzar ‘ofertas gancho’ porque su precio siempre es bajo”, lamenta un agricultor andaluz.

¿Por qué no suben los precios si la demanda se dispara?

Del lado de la oferta -la otra variable a tener en cuenta-, la producción de esta campaña ha bajado más de un 30 % respecto al año anterior y se sitúa por debajo de la media de los últimos ejercicios, con algo menos de 1,2 millones de toneladas.

Por si fuera poco, entre diciembre y febrero se retiraron más de 200.000 toneladas de aceite del mercado con la pretensión de influir en los precios y elevarlos a través de la activación del almacenamiento privado, un sistema dependiente de Bruselas que sólo se utiliza de forma extraordinaria y que no ha surtido el efecto esperado.

En el sector hay división; mientras que desde las organizaciones agrarias denuncian que algunos se están “forrando” a costa de la “ruina” de los olivareros, envasadores y comercializadoras apuntan sobre todo a factores externos como el descenso de las exportaciones o la pérdida del canal de hostelería.

“Sí que es compatible que bajen los precios en origen pese al aumento de ventas en el súper. Primero, esa subida ya se ha acabado e incluso hay algo de retención. Segundo, perdimos la venta a bares y restaurantes, cerrados durante estos meses. Y, además, millones de turistas extranjeros no vendrán”, alega el responsable sectorial de Cooperativas Agro-alimentarias de España, Rafael Sánchez de Puerta.

En su opinión, también es clave el frenazo de las exportaciones (la categoría de aceite y grasas retrocedió un 4,4 % en el primer trimestre), provocado en parte por el arancel impuesto por Estados Unidos al aceite de origen español que llega importado.

Pero desde el campo discuten este impacto; olivareros hablan de “manipulación” de precios por parte de la industria y amenazan con movilizaciones.

La sectorial de cítricos de LA UNIÓ de Llauradors ha realizado balance de la actual campaña de cítricos 2019-2020 -ya a punto de concluir- y a pesar del sensible aumento en las cotizaciones percibidas por los productores (más de un 80% de media), sus ingresos sin embargo y debido al gran descenso de cosecha únicamente suben un 20% en la relación a la pasada. Se trata de una campaña que se podría calificar como “atípica” y con muchos “altibajos”.

El precio medio de la campaña actual ha sido de 0,41 euros/kg por los 0,23 €/kg de la pasada, lo que significa un 82% más. Por su parte, los ingresos de los citricultores esta campaña ascienden a 841,22 millones/euros, frente a los 701,55 de la anterior, que supone un incremento del 20%. Al final la diferencia entre la producción estimada en esta campaña en relación a la producción finalmente comercializada de la anterior es un 17% inferior.

El buen comportamiento en las cotizaciones además no es uniforme en todas las variedades y lo que más ha influido es el momento en el que se hizo el trato de compraventa. En este sentido cabe señalar que “cuando la campaña funciona mal y a la baja se le renegocian los precios a la baja a los productores, pero eso no sucede al alza si va bastante bien como en la actual”.

De manera general, en las variedades más tempranas los incrementos de precios sobre la pasada campaña han sido insignificantes y no compensaron la reducción de la producción, por ello los ingresos para los citricultores han resultado más bajos.

Las variedades tardías, sobre todo de naranjas, son las que han obtenido mayores incrementos de ingresos, aunque el productor finalmente no ha podido aprovecharse del todo, puesto que muchos tratos de compraventa se hicieron antes de las subidas de precio. La crisis sanitaria de la Covid-19 ha conllevado en este final de campaña un aumento del consumo tanto a nivel español como nivel europeo y el cierre de fronteras, junto a las dificultades comerciales en algunos países terceros (fundamentalmente Egipto y Turquía), han beneficiado a nuestras variedades tardías de mandarinas y naranjas.

En relación a las variedades con mayor producción en la Comunitat Valenciana, como son las del grupo de Navelinas y Clemenules, consideradas además por el comercio como comodities, aunque es cierto que han tenido incrementos de precio respecto a la pasada, no han sido suficientemente relevantes para compensar la reducción de producción y por tanto los ingresos de los productores en estas dos variedades son inferiores a los de la pasada. En este tipo de variedades de sobreproducción al productor le interesa producir cuantos más kilos mejor, pues se ha puesto de manifiesto que con unas reducciones de las producciones que pueden llegar al 50%, las subidas de precios no han resultado lo suficientemente importantes para compensarlas.