Retos y oportunidades de la nueva normativa contra el desperdicio alimentario

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Ainia reúne en su sede de Paterna a los agentes de la cadena alimentaria para analizar los efectos de la entrada en vigor en 2023 de esta ley de prevención

Ainia organizó la “Jornada Desperdicio Cero” el pasado 2 de febrero. / NR

Nerea Rodríguez. Redacción.

El 30-50% de los alimentos comestibles producidos en la Unión Europea no llegan a ser consumidos. En Europa se producen 89 millones de toneladas de pérdidas y desperdicios, sin contar las mermas y descartes en producción primaria. En España se desperdician 7,7 millones de toneladas de comida al año. De aquí a 2030 se pretende reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial. Estos son algunos datos que arroja el desperdicio alimentario en Europa.

Siguiendo la estela de Francia e Italia, España ha puesto en marcha un proyecto de ley para reducir el desperdicio alimentario. Está previsto que su aprobación se oficialice a mediados de este 2023. 

La nueva ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario exigirá a todas las empresas de la cadena alimentaria el desarrollo de un Plan de Prevención, entre otras medidas, para la minimización y el aprovechamiento de los recursos. Estos requerimientos también supondrán una oportunidad para el upcycling y la reintroducción de subproductos en la cadena alimentaria.

Ante la inminencia de este cambio legislativo, Ainia organizó el 2 de febrero la “Jornada Desperdicio Cero: Oportunidades de la nueva legislación contra el desperdicio alimentario”. Para ello contó con la participación de más de 15 expertos procedentes de empresas, organizaciones y centro de investigación, representantes de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria: productores, fabricantes, distribuidores de productos alimentarios y representante de los consumidores. 

El objetivo de la jornada, según Cristina del Campo, directora general de Ainia y encargada de abrir este encuentro era “dar a conocer a los agentes del sector alimentario qué implicaciones tendrá el nuevo marco legislativo para las diferentes organizaciones, al tiempo que presentar las últimas soluciones tecnológicas desarrolladas por el centro de investigación, exponer casos de éxito de empresas de diversos sectores afectados por este cambio legislativo y favorecer la sinergia entre los asistentes”.

Una vez presentada la jornada, José María Ferrer, responsable del departamento de Derecho Alimentario de Ainia, explicó cómo afectará a la industria la Ley del desperdicio alimentario. En primer lugar, dio a conocer alguno de los argumentos que motivaron la ley, como que “casi un 30% de la superficie agrícola del mundo se usa anualmente para productos alimentos que se pierden o se desperdician” o que “el desperdicio de alimentos es responsable de la cuarta parte de las emisiones totales del sistema agroalimentario, lo que en términos absolutos representa en torno a una tonelada de CO2 per cápita al año”. 

Como toda norma, esta ley presenta ciertas obligaciones que tendrán que cumplir todos los agentes de la cadena alimentaria. Entre ellas, Ferrer avanzó la “obligación de aplicar a las pérdidas y el desperdicio alimentaria la jerarquía de prioridades: donación para consumo humano, transformación en productos alternativos, alimentación animal y piensos, subproductos de otras industrias y residuos”. 

Todos los agentes de la cadena alimentaria tienen la obligación también de “colaborar con las Administraciones para la cuantificación de los residuos alimentarios”. Así mismo “ninguna estipulación contractual podrá impedir expresamente la donación de alimentos”. Además, esta futura ley obligará al conjunto de la cadena a “elaborar y disponer de un Plan de aplicación para la prevención de las pérdidas y desperdicio alimentario”, esto es, su jerarquía de prioridades. 

También contempla el compromiso por parte de los agentes de fijar acuerdos o convenios para donar sus excedentes de alimentos a empresas, entidades de iniciativa social y otras organizaciones sin ánimo de lucro o bando de alimentos, excepto en los casos en los que resulte inviable y quede debidamente justificado. 

Siguiendo con las obligaciones de esta futura ley, hay un apartado específico para el canal Horeca, tal como relató el responsable del departamento de Derecho Alimentario de Ainia. En su caso, tiene la obligación de facilitar al consumidor que pueda llevarse, sin coste adicional, los alimentos que no haya consumido, así como informar de esta posibilidad de forma clara y visible en el propio establecimiento. Y disponer de envases de uso alimentario reutilizables o fácilmente reciclables. 

Esta ley cuenta además con el apartado “medidas de buenas prácticas” en la venta de alimentos al consumidor final. 

Tecnologías contra el desperdicio

Tras presentar las obligaciones que tendrá esta futura ley, la directora de Tecnologías de Ainia, Begoña Ruiz, expuso las tecnologías en las que está investigando el centro para reducir el desperdicio alimentario y ayudan a cumplir con lo reglado en esta próxima normativa nacional.

Las líneas de investigación en este ámbito se están llevando a cabo en cuatro vertientes: la producción primaria, la industria alimentaria, en la distribución y consumo y en la fase post-consumo. 

En la producción primaria, la línea de investigación se centra en: 

– La agricultura de precisión que trata de reducir las pérdidas a través de la detección temprana de enfermedades y plagas, determinación precisa de la fecha óptima de recolección y dosificación eficiente de insumos, entre otros. 

– Protección vegetal, para evitar la pérdida de productividad con bioproductos para prevención y tratamiento de plagas y enfermedades.

– Producción animal, para evitar contaminación de la carne por patógenos intestinales y mejora de la productividad con aditivos antimicrobianos específicos, probióticos, etc.

– Recogida robotiza de frutas en campo y aprovechamiento de los subproductos. 

Entre los proyectos a destacar dirigidos a la producción primaria, Begoña Ruíz presentó el proyecto Foodcollect I y II. Un vehículo robotizado con funcionalidades de navegación autónoma segura, percepción inteligente de fruta en suelo y manipulación de desperdicios. “Se trata de un proyecto que tiene como objetivo la optimización y mejora de la eficiencia y el rendimiento en el sector agrícola mediante un equipo robótico inteligente de recuperación de la fruta no recolectada”. 

En el ámbito de la industria alimentaria, las líneas de investigación de Ainia se concentran en:

– Reducir pérdidas por contaminación de lotes, buscando minimizar los riesgos microbiológicos, mediante la detección temprana de incidencias, cuerpos extraños, defectos en envasado o contaminación, entre otros.

– Mejora de procesos para incrementar eficiencia y reducir pérdidas

– Incremento de la vida útil mediante conservante ‘clean label’, envases mejorados, tecnologías de conservación…

– Diseño de productos y envases, adaptándolos a diferentes estilos de vida. Envases funcionales.

– Valorización de subproductos. Aprovechamiento de las pérdidas siguiendo la jerarquía establecida por la ley.

Uno de los proyectos destacado en este apartado fue el “Envasado en MAP”, que contribuye a la prevención del desperdicio alimentario. “El objetivo de estos envases es mediante protocolos de higienización pre y post cosecha y selección y validación de la composición gaseosa, incrementar la vida útil hasta 10 días”. 

Los envases activos, que “ejercen un control activo de componente del espacio de cabeza, realizan un control pasivo de la permeabilidad del material del envase, y son capaces de liberar o eliminar componentes como antioxidantes, conservantes, exudados…, son otro proyecto importante de nuestro centro de investigación”. 

La ponencia de la directora de Tecnologías de Ainia concluyó mencionando el Proyecto Valuós: “Valoración integral y continua de residuos agrícolas de la Comunidad Valencia para la obtención de ingredientes alimentarios funcionales”.

“Se trata de una estrategia de valoración integral que pretende cubrir la mayor parte del calendario anual, centrado en los cultivos relevantes de la Comunidad Valenciana como son los cítricos, la sandía o el kaki”. Tal como explicó Begoña Ruiz, el trabajo de investigación trata de, a partir de los residuos agrícolas, “obtener extractos ricos en pectina con distintas funcionales o fracciones ricas en fibra para elaborar productos como snacks, toppings (productos extruidos), postres lácteos bajos en azúcar o gominolas veganas. 

Mesas redondas

Después de exponer las directrices que contempla la nueva ley y presentar los proyectos de investigación del Ainia para contribuir a la prevención del desperdicio alimentario, era el turno de los diferentes agentes de la cadena para analizar los efectos de esta normativa.

Así pues, María Ángeles Fernández, investigadora del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA); Enrique Bellés, director general de la Federación de Cooperativas Agrícolas de la Comunitat Valenciana (FECOAV) y Rubén Tahiche Lacomba, director general de la empresa AVRAMAR fueron los encargados de profundizar en los retos del sector primario ante la ley del desperdicio.

Por su parte, la directora de comunicación de la Asociación de Distribuidores y Fabricantes (AECOC), Nuria Pedraza; la directora de Comunicación del Grupo Lactalis, Henar López y la directora de Innovación de Verdifresh, María Forcada fueron las invitadas para analizar los efectos de la ley del desperdicio en la industria alimentaria.

Y para hablar del papel que juegan la distribución, el canal HORECA y el consumidor, en la mesa redonda participaron el presidente de la Confederación de Empresarios de Hostelería de la Comunidad Valenciana (CONHOSTUR), Manuel Espinar; la directora de Comunicación de Consum, Teresa Bayarri; la directora de Economía Circular de Mercadona, Margarita Muñoz, y el secretario de la Unión de Consumidores de la Comunitat Valenciana (UCCV), Vicente Inglada.

Todos ellos valoraron esta futura Ley del desperdicio como necesaria por las cifras tan preocupantes y alarmantes que arroja. Una ley que es pionera en Europa y que puede abrir nuevas oportunidades de negocio para los agentes de la cadena agroalimentaria. 

Todos ellos, en mayor o en menor medida, cuentan con líneas de actuación en torno a este grave problema. Pero admitieron que una vez entre en vigor la Ley, prevenir o reducir el desperdicio se convertirá en una prioridad. Puede ser un buen catalizador para realizar cambios y crear nuevas líneas de actuación no contempladas hasta ahora.

Aún quedan meses de consultas y algunos aspectos por definir antes de que la Ley sea aprobada. La gran cuestión es ¿quién pagará todo esto?

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La jerarquía de prioridades establece las donaciones en primer lugar. / NR