El presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agroalimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre los seguros agrarios y las consecuencias de la desfavorable meteorología
Cirilo Arnandis (*)
Por si no lo sabían, por si no se habían dado cuenta, el pasado 28 de mayo se celebraron en nuestro país elecciones municipales, y en una serie de comunidades, también elecciones autonómicas. No cabe duda de que el hecho de poder votar de modo libre, directo y secreto es uno de los derechos fundamentales de nuestra sociedad. Quizás por el hecho de poder ejercerlo con toda normalidad, pasa desapercibido su valor real. Se haya votado a una opción u otra, se haya votado en blanco, o simplemente, por la razón que sea, no se haya ido al colegio electoral para depositar el voto en la urna, son diferentes los modos en que se puede ejercer este derecho, que tanto se anhela o se lucha por tener en aquellos lugares donde no existe, o donde no se puede ejercer con todas las garantías.
No es mi intención hacer un análisis de los resultados, pese a la libertad que ejerce esta tribuna para ello, pues en el momento de escribir estas líneas todavía no existe certeza de quién podrá gobernar en cada municipio o comunidad autónoma más allá de los indicios que nos ofrece el reparto de actas de concejal o de diputado. Para ese análisis, hay muchos mejor cualificados que yo, lo cual no es impedimento para poner en evidencia que nuestro sector no ha sido tenido en cuenta durante el desarrollo de esta campaña electoral. Ha sido más que evidente que el plebiscito se ha jugado a nivel de los grandes líderes de los principales partidos políticos, lo que ha impedido abordar las casuísticas locales y sectoriales, evidenciando que poco o nada les interesa el sector agrario y agroalimentario más allá de la disputa en algunos temas puntuales, caso del agua o de su ausencia, la sequía.
De entrada, sería bueno que quien tenga la responsabilidad gobernar como receptor de la confianza otorgada por los ciudadanos mediante el voto depositado en las urnas, sepa que el sector agrario de este país ha producido por un valor que supera los 63.000 millones de euros en el año 2022, necesitando para ello, y para el mismo ejercicio, la necesidad de uso de consumos intermedios por un valor de 34.900 millones de euros, además de aportar, proveniente de Europa y a través de la PAC, del orden de 6.000 millones más anuales. Y es que ese valor se da en el entorno rural, y no en el entorno urbano, que es donde se concentra la población, y como consecuencia de ello, el voto. En la actualidad, casi un tercio del censo español se da en el entorno de las ciudades de Madrid y Barcelona, y si sumamos el entorno de las ciudades de Valencia, Sevilla o Zaragoza, seguro que estaremos cerca de la mitad de la población española.
“A la vista de la deriva de la política comunitaria en materia agraria, bien se puede decir que el seguro agrario es el único sistema de resistencia que le queda al agricultor”
Y es que además de producir alimentos y dar de comer a esa sociedad urbana, el campo exporta, siendo el sector de las frutas y hortalizas el mejor ejemplo de ello. Así, también es bueno saber que nuestro sector supone un tercio de la producción agraria y casi 60% de la producción vegetal española. Su valor, adquiere una constante tendencia creciente en los últimos años, alcanzando un valor, en 2022 superior a los 21.000 millones de euros. Y es que, tras pasar esa producción por los almacenes de manipulación, sirvió para exportar más de 12 millones de toneladas por un valor próximo a los 16.000 millones de euros. Por el contrario, las importaciones españolas de frutas y hortalizas tan solo alcanzaron el valor de 3,8 millones de toneladas, con un valor de alrededor de 3.700 millones de euros. Las cuentas son muy favorables al sector.
“Desmantelados los sistemas de regulación de mercados, con unos presupuestos de la PAC donde cada vez con menos dinero hay que hacer más cosas, con unas políticas llamadas verdes, que lastran más la competitividad de los productores comunitarios en beneficio de los países terceros y con una cadena comercial donde el productor es el eslabón más débil, el seguro agrario se convierte en una especie de “último mohicano”, garante de las rentas de los productores”
No cabe duda de que este episodio electoral hubiera sido un gran escaparate para poner en valor el papel que ejerce el campo, además de ofrecer sinergias destinadas a esa prensa internacional que ha hecho un seguimiento próximo de nuestras elecciones. Pero como ya se ha dicho, en comparación con el mundo urbano, el mundo rural ofrece muchos menos votos, siendo este quizás el motivo por el cual el campo se está convirtiendo en una especie de “chico para todo” al servicio de la población urbana. Y es que es capaz de dar esas cifras y ofrecer servicios intangibles a la sociedad incluso en un contexto en el que se ha tenido de soportar, de manera concatenada, una pandemia, una crisis financiera, un contexto inflacionario con el consiguiente incremento de costes, además de una guerra como la de Ucrania. Y a pesar de todo ello se nos exige que los alimentos sean baratos. ¡La cuadratura del círculo, vamos!
Es en este contexto, en el que deberán ejercer su labor nuevos equipos políticos y directivos que se responsabilicen del área de Agricultura en las distintas comunidades autónomas, siendo los menos los que aparentemente repetirán con renovados ánimos de superación. De entrada, bueno sería que quienes lleguen lo hagan con un mínimo conocimiento del sector, pues ya se habría bastante ganado de entrada, si no el propio consejero o consejera, al menos que su equipo tenga un marcado tinte profesional. El sector es muy profesional, y merece algo más que animosos y voluntariosos políticos en lugares donde se adoptan decisiones importantes y trascendentes. Si seguimos soñando, más allá de las normales y consabidas discrepancias políticas, el campo, y en especial nuestro sector, no está para disputas y encontronazos entre políticos, que no aportan ningún valor. Más bien está para disfrutar de una cultura política colaborativa que aporte soluciones. El agua ha sido un claro ejemplo de lo primero, y lo digo desde un lugar en el que, pese a las escasas lluvias, se ha podido regar con normalidad. Es ahora tras las últimas lluvias, cuando hay que pensar qué hacer cuando llegue la próxima sequía, que llegará, para que no sigamos con la casa sin barrer.
“De ahí la necesidad de mantenerlo y reforzarlo, adaptándolo para que pueda ejercer la función real para la que fue concebido”
Pese a que los correspondientes Estatutos de Autonomía confieren a sus correspondientes regiones autonomía plena en materia de agricultura, y pese a que el Gobierno central es el interlocutor válido en el contexto internacional, lo cierto es que las decisiones importantes de la política agraria se adoptan en Bruselas. Allí, el Pacto Verde Europeo está sirviendo para beneficiar a las producciones provenientes de países terceros, hecho corroborado por los datos y por los informes de impacto elaborados, primero por el USDA, Departamento de Agricultura norteamericano, y posteriormente por la propia Comisión Europea. Digan lo que digan, Europa está apostando por no depender del exterior en materia energética como cuestión estratégica, pues las consecuencias derivadas de la Guerra de Ucrania así lo han evidenciado. Por el contrario, en materia agraria, se asfixia cada vez más al productor europeo, dejándolo sin armas, no ya ante la presencia de las plagas tradicionales locales, sino ante las que nos llegan, y cada vez más, procedentes de esos países terceros.
“Dentro del contexto del cambio climático, el seguro agrario se está caracterizando en los últimos tiempos por un alto grado de siniestralidad, lo que está comportando un alto nivel de indemnizaciones, con un elevado coste económico. La consecuencia última es que el equilibro del sistema, tal y como está concebido en este momento, puede quedar desajustado”
Prueba de lo que digo es el Reglamento sobre uso sostenible de productos fitosanitarios que se está debatiendo en estos momentos en Bruselas, y que ha tenido que introducir ciertas modificaciones para hacer posible la actividad agrícola. De modo teórico, esta norma pretende reducir el uso de productos fitosanitarios, cuando el productor es el primero que quiere hacerlo, pues supone un coste. Ello sin saber si hay, o no, productos sustitutivos o alternativas. Además, en las zonas calificadas como vulnerables, en su mayor medida por la presencia de nitratos, el hecho final es que no se puede tratar nada. En este caso, la europarlamentaria española Clara Aguilera, ponente de este tema en el Parlamento Europeo, ya ha anunciado posibles modificaciones que modulen el texto inicial. Y solo unas notas para Mercosur, que dará de lleno en la línea de flotación de la industria del zumo de naranja, además de la pretensión del ministerio de Consumo de promover el zumo “light”, que implica un tratamiento químico, por encima del zumo natural, que pese a contener sus azúcares naturales, éstos son de asimilación lenta.
La puesta en valor de la actual PAC, con más de mil folios en el BOE, supone todo un reto de adecuación del sector a los dictados de Bruselas. La implantación del cuaderno digital en un entorno envejecido como es el mundo rural no deja de ser un reto que va más allá de lo meramente tecnológico. La normativa sobre desperdicio alimentario, que se está negociando en este momento en el Senado, y que ha habido que matizar en relación con alguna de sus pretensiones iniciales como la de acabar con el hambre en el mundo con la fruta que no tenga condición para su comercialización en fresco, es una nueva idea de legislación ideológica que parte, en buena medida, del desconocimiento del sector.
Como vemos, queda mucho por hacer tanto aquí como en Europa. Se nos plantean un sinfín de retos que será necesario superarlos para seguir produciendo alimentos sanos y saludables y para seguir siendo líderes en Europa y en el mundo. Esperemos que la nueva hornada de políticos que lleguen no sea el resultado del excedente de cupo, sino más bien, todo lo contrario, políticos de altura que aporten soluciones al sector. El reto es apasionante y el sector lo merece.
(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries
Acceso en las páginas 4 del ejemplar de Valencia Fruits.
Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.