Artículo de opinión de Eladio Aniorte Aparicio. Presidente de Jóvenes Agricultores Asaja Alicante
“El agua está en los ríos”, uno de los lemas más repetidos por Asaja Alicante, hoy cobra más sentido que nunca. Qué doloroso es ver cómo la mala gestión hídrica de este país, en esta ocasión la del Ebro, el río más caudaloso de España, se cobra vidas humanas, de animales, inunda cultivos y urbanizaciones, desaloja vecinos de los pueblos y sitia durante noches a ciudadanos incapaces de conciliar el sueño ante el temor de que el agua se lleve su vida por delante. La irresponsabilidad política ante de la reordenación de nuestros recursos hídricos ha vuelto a ir demasiado lejos.
Las comparaciones son odiosas, y más cuando se producen pérdidas humanas, pero, visto los datos, es imposible no establecer analogías de lo que ocurre a menos de 400 kilómetros del desastre. Mientras ellos se inundan, una extenuante sequía que se prolonga ya 5 años extermina nuestras tierras, nuestro futuro y el de nuestras familias. Sepan que en tan sólo una hora el Ebro está tirando al mar 200 hectómetros cúbicos, es decir, que, siendo el déficit anual de la cuenca del Segura de 650 hectómetros cúbicos, en poco más de tres horas tendríamos cubiertas las necesidades de agua de Alicante y Murcia durante todo un año. Pero no, nuestros políticos siguen empecinados en que la desaladora de Torrevieja produzca 80 míseros hectómetros cúbicos en un año a precio de oro que nadie puede pagar y con impactos medioambientales de los que nadie quiere hablar.
Me causa dolor de estómago que la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, aquella que hace unos días visitó Alicante para anunciar más millones para sacar por Torrevieja el agua que el Ebro tira al mar y desalinizarla, idea heredada de la terrorista del agua, Cristina Narbona, tenga la cara de haber estado este fin de semana en Zaragoza para anunciar acciones para evitar los daños que, según sus propias palabras textuales, “retiradamente” se producen con motivo de avenidas extraordinarias de los ríos, y no haya sido capaz de poner sobre la mesa lo que meteorológicamente este país pide a gritos, que es el Plan Hidrológico Nacional con la regulación e interconexión de cuencas.
¿Cuánto dinero se ha empleado en desplazar a efectivos como la Unidad Militar de Emergencias, bomberos, policías, transporte de maquinaria, construcción de muros de contención? La paradoja se repite un año más. En un radio de menos de 400 kilómetros se aprobará un decreto de ayudas por las inundaciones del Ebro y otro de sequía para compensar los daños por falta de agua en el Levante.
Además de los perjuicios que la crecida del Ebro va a causar, como ya lo hizo también en 2015, cuando se inundaron 22.000 hectáreas y murieron ahogadas 10.000 cabezas de ganado, sepan ustedes que el Ebro va a seguir desembalsando agua al mar durante más de seis meses. Un trasvase desde la cola del Ebro supone construir una tubería de 400 kilómetros, que incluso estamos dispuestos a pagarlo los agricultores, pero políticos y ecologistas o urbanitas siguen diciendo que esto es un atentado medioambiental. Lo que verdaderamente es un atentado es que en un país desarrollado como España en 50 años no se haya hecho una sola obra hidráulica encaminada a la interconexión y regulación de cuencas y cada vez que haya una escasez estructural o una inundación, repercuta a nivel social y económico de tal forma, lo que deja patente una vez más que lo que existe es un problema de gestión y gobernanza del recurso.
El miedo escénico de políticos irresponsables, resbaladizos y sin altura de miras como Rajoy, Tejerina, Puig, Page…, políticos de pacotilla y no de raza, sangre y corazón, incapaces de tomar una decisión de Estado tan urgente como necesaria, nos llevará a la ruina absoluta.
Necesitamos un Gobierno que entienda y defienda algo tan evidente como criminalizado por pura moda, que es que el agua está en los ríos y que es un recurso de primera necesidad que no puede causar ningún mal si está planificado y bien distribuido. No podemos resolver el problema del agua implorando el “Salve a María Santísima” en unas zonas para que llueva y en otras para que no se desborden los ríos ¡No es serio!
Queremos un Gobierno que garantice este recurso básico para la vida no solo al Levante, sino a todos los españoles, porque, como hemos comprobado, hoy en día no existe ninguna seguridad hídrica en ninguna Comunidad Autónoma de este país, bien sea por exceso o por defecto.