Artículo de opinión de Alejandro Tena, director del IVIA

Alejandro Tena reflexiona sobre la evolución en el manejo del cultivo de kaki. / IVIA
Alejandro Tena(*)
El 90% de los kakis que producimos en España crecen en la comarca de La Ribera Alta en Valencia. Somos la referencia en Europa. Sin embargo, la producción de kakis en esta comarca ha disminuido los últimos años debido a dos causas: la mayor incidencia de fenómenos meteorológicos adversos, como la sequía de 2023-24 o la DANA de octubre de 2024, y la gran abundancia de plagas.
Durante mi última etapa como investigador en el grupo de entomología del IVIA pudimos identificar una pequeña avispilla, de menos de un milímetro, con potencial para regular las poblaciones de una de las principales plagas que afecta al kaki, el cotonet del kaki. En los últimos años, hemos trabajado, junto con el Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana, para criar y liberar esta avispilla, como ya lo hemos hecho para controlar otras especies de cotonets.
Desafortunadamente, nuestro trabajo ha sido en vano porque el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico no ha autorizado la cría y suelta de la avispilla. La razón: esta avispilla, que lleva más de 40 años en la cuenca mediterránea, se considera exótica y, por lo tanto, puede crear problemas al medioambiente. Problemas que no ha creado durante 40 años. Así que a nuestros agricultores y agriculturas sólo les queda tratar repetidamente con insecticidas para poder controlar al cotonet, en lugar de liberar la avispilla.
Con la historia de esta pequeña avispilla quiero ilustrar la importancia que tienen la investigación y la política para que nuestros agricultores y agriculturas tengan soluciones prácticas y económicas que son respetuosas con el medioambiente.
Desde el IVIA vamos a continuar trabajando para buscar soluciones a los problemas a los que se enfrenta nuestra agricultura, siempre pensando en lo mejor para la agricultura y el medioambiente. Vamos a trabajar para encontrar nuevos métodos biológicos y biotecnológicos que mejoren el control de plagas y enfermedades, disminuyendo así el uso de plaguicidas. Vamos a acompañar al sector agrario valenciano en la búsqueda de cultivos alternativos, así como de nuevas variedades y patrones de cítricos, kaki y aguacate que se adapten a las altas temperaturas y bajas precipitaciones que estamos sufriendo como consecuencia del cambio climático. Vamos a potenciar el uso de sensores para optimizar el uso del agua y fertilizantes y el de drones y satélites para la detección temprana de diversas fitopatologías. Vamos a trabajar para disminuir el desperdicio de alimentos mejorando los métodos de postcosecha. Vamos a diseñar y probar nuestra estructuras y dietas para mejorar el bienestar y alimentación animal en nuestras explotaciones ganaderas.
Para alcanzar estos objetivos, tenemos la suerte de contar con la ayuda del sector agrario valenciano y del resto de instituciones públicas que, como el IVIA, trabajan para adaptar nuestra agricultura a los nuevos retos. Todos estos cambios permitirán diversificar los ingresos y fortalecer los ecosistemas valencianos. Sin embargo, todos estos desarrollos sólo se podrán implementar si no encuentran barreras regulatorias, con escaso respaldo técnico, como le ha ocurrido a la avispilla del kaki.
(*) Director del IVIA
Acceso a la entrevista en la página 18 del dossier Producción Sostenible en el ejemplar de Valencia Fruits.
Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.




