La floración anticipada augura buena cosecha, y aunque falta ver cómo evoluciona el cuajado, la producción puede alcanzar hasta 50.000 toneladas

El siguiente paso es crear una marca de calidad para la cereza de las comarcas de Calatayud y Aranda. / ARCHIVO
Javier Ortega. Aragón.
Aragón es la primera comunidad autónoma productora de cerezas con una media anual de casi 50.000 toneladas que representan el 41% de la producción total nacional.
Debido al inusual calor del inverno, este año la floración se ha adelantado tal como se ha podido observar en las diversas rutas turísticas organizadas en las tres provincias aragonesas para ver los cerezos en flor. Esto hace presagiar una buena cosecha a la espera de ver cómo evolucione el cuajado o puedan afectar posibles inclemencias como heladas tardías o las abundantes lluvias caídas últimamente.
Al sector le preocupan los precios, los altos costes de producción o las dificultades para encontrar mano de obra y su alojamiento.
Otro problema se refiere a los seguros agrarios que, según UAGA, “los han subido y además han sacado de la cobertura al rajado de la cereza”, es decir que el agricultor no cobrará indemnizaciones por este concepto en caso de lluvias.
Asimismo, dicha organización agraria ha señalado que Agroseguro no permite a los fruticultores de la comarca de Calatayud, que han dado partes de siniestro en los últimos años, contratar el seguro de cereza para cubrir los daños por helada y lluvia.
Sólo pueden contratar el módulo para pedrisco y riesgos excepcionales, como viento huracanado o inundación.
La cereza en aragón
La cereza supone el 24% del total de la fruta dulce de Aragón, con unas 13.253 hectáreas dedicadas a su cultivo entre las 4.115 de secano y 9.138 de regadío. Las principales comarcas productoras son Calatayud, Valdejalón, Ribera Baja del Ebro, Bajo Cinca, Aranda, Campo de Cariñena, Campo de Daroca, Cinca Medio y Bajo Aragón-Caspe.
En Aragón se cultivan más de un centenar de variedades de cerezas que favorecen una maduración escalonada y permiten extender el periodo de recolección desde el mes de mayo hasta los primeros días de agosto. Las más importantes son Lapins, Frisco, Nimba, Red Pacific, Sweet Ariana, además es interesante resaltar dos variedades antiguas por su importancia cualitativa, Burlat y Napoleón.
La principal diferencia entre ellas es el tiempo de recolección. La temporada arranca en primavera y se extiende hasta el verano, alcanzando su máximo esplendor entre mayo y junio.
Las más tempranas son las cerezas de la comarca del Bajo Aragón–Caspe, concretamente en los términos de Caspe, Maella, Mequinenza o Chiprana. Con unas 1.328 hectáreas dedicadas al cultivo, la producción media de cereza temprana de Caspe, de las variedades Burlat y Carly, suele ser de entre 8.000 y 10.000 kilos por hectárea.
A continuación viene la campaña de la zona de Fraga, las comarcas de Bajo Cinca, Cinca Medio y La Litera.
Un poco más tarde se recolectan las de Valdejalón y por último las producidas en la comarca de Calatayud, en los valles de los ríos Jalón, Jiloca y el Manubles.
Marca de calidad
Con cerca de 3.300 hectáreas, distribuidas en más de 20 términos municipales, 63 operadores entre productores y comercializadores, las comarcas de Calatayud y del Aranda son las principales zonas productoras de cerezas de Aragón.
La cosecha anual suele estar entre nueve y diez millones de kilos. Agricultores, cooperativas, empresas, con el apoyo del Gobierno de Aragón, han impulsado la creación de una marca de calidad diferenciada para la cereza bajo la figura de Identificación Geográfica Protegida (IGP) o Denominación de Origen Protegida (DOP).
Lidera la iniciativa la Asociación para la Promoción de la Cereza de la Comunidad de Calatayud y la comarca del Aranda. En la última reunión que mantuvo con el sector, el consejero de Agricultura, Javier Rincón, comprometía el apoyo del Ejecutivo aragonés para crear un sello de calidad, indicando que la financiación no será un problema.
Se trata de una cereza que se cultiva en altura y con unas características organolépticas especiales que la diferencian del resto. Tienen un calibre superior, destacan por su tamaño y apariencia, óptimos niveles de azúcar y su firmeza, que las convierte en un producto ideal para el mercado nacional e internacional.
La recolección de esta cereza es más tardía, un factor que resulta decisivo en los mercados en los que se vende, porque también condiciona el precio al que se vende.
La cereza no sólo es un motor económico en dichas comarcas, sino también un símbolo del compromiso con el desarrollo local y la excelencia en el sector agrícola.
Entienden que una Marca de Calidad será clave para asegurar el crecimiento y el reconocimiento de la cereza de Calatayud en los mercados internacionales. De hecho, están seguros que este paso garantizará que el esfuerzo y la dedicación de los agricultores de la zona se traduzcan en una mayor visibilidad y prestigio para su producto estrella.
Vocación exportadora
Buena parte de la cereza de Aragón se exporta principalmente a países de la Unión Europea como a Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Países Bajos. Algo menos a países del golfo Pérsico y Hong Kong, con la mirada puesta en China.
Un claro ejemplo de vocación exportadora lo encontramos en las cerezas de la localidad zaragozana de Mequinenza, en la comarca del Bajo Aragón-Caspe. Con un millón de kilos de producción, las variedades más tempranas se destinan al mercado nacional, ya que su transporte resulta complejo por lo delicado del fruto, mientras que las tardías, más resistentes, se exportan a mercados del centro y norte de Europa.
El objetivo que se han fijado los productores, a medio plazo, es llegar a los mercados asiáticos y en concreto a China, donde esta fruta es muy apreciada por los consumidores.
Las ferias de la cereza
Alrededor de la cereza han surgido actividades como ferias, jornadas gastronómicas o rutas turísticas para contemplar la floración de los cerezos. En la Almunia de Doña Godina la iniciativa se llama La Villa en Rosa
Además de Bolea (Huesca), cuentan con feria de la cereza Albalate del Arzobispo, en la provincia de Teruel, y las localidades zaragozanas de El Frasno y Ricla.
En Ricla hay 30 sociedades dedicadas a esta producción y se llegan a comercializar al año entre ocho y diez millones de kilos de cerezas de los que entre el 50% y el 60% se exportan o van al gourmet.
El cultivo artesanal de Bolea llegar a cosechar unos 50.000 kilos cada año. Asimismo, la cereza supone el 90% de la economía de la pequeña localidad zaragozana de El Frasno y en su cultivo trabajan en torno a 45 agricultores.
Llegada de temporeros
Las primeras cerezas en salir al mercado son las tempranas del Bajo Aragón-Caspe, donde ya se preparan para la llegada de entre 3.000 y 4.000 temporeros que se necesitarán durante la campaña de recogida de la fruta. Caspe es el municipio que más temporeros acoge y su población, que supera los 10.000 habitantes, aumenta en un 30% en tan solo unos pocos días.
Para gestionar este volumen poblacional, las instituciones y entidades implicadas ya han comenzado a planificar los recursos con la Mesa de Trabajo convocada por el ayuntamiento de Caspe, con la colaboración de la Comarca, celebrada hace unas fechas.
El dispositivo para la campaña cuenta con puntos de acogida de los trabajadores, una zona de duchas y donación de alimentos en las instalaciones de Cruz Roja atendida por personal contratado por el ayuntamiento de Caspe, y una pareja de agentes sociales, empleados por la Comarca.
Su función consiste en detectar las necesidades o problemáticas de los temporeros para transmitirlas a los trabajadores sociales. Asimismo, la institución comarcal diseña y coloca numerosos carteles informativos tanto con las ayudas y servicios disponibles como con mensajes a favor de la convivencia.
Acceso a la noticia en la página 6 del dossier de Cereza en el ejemplar de Valencia Fruits.
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