Según la directora general de Aefa “los últimos años están resultando complicados para todos en general y, por extensión, para el mundo agrícola” y “los bioestimulantes se han encontrado con los mismos problemas que el resto de insumos”
Camino García Martínez de Moretín (*)
Los últimos años están resultando complicados para todos en general y, por extensión, para el mundo agrícola. Dentro de este, los bioestimulantes se han encontrado con los mismos problemas que el resto de insumos y han hecho frente, entre otros inconvenientes, a un estado de alarma, restricciones de movilidad, escasez de materias primas, subidas en los precios de la energía y complicaciones en el transporte. A todo ello se le han añadido recientemente los problemas derivados del conflicto entre Rusia y Ucrania, que suponen problemas importantes en las exportaciones e importaciones.
Pese a ello, el esfuerzo y buen hacer de una industria que no ha parado de trabajar durante estos complicados años ha hecho que, según los datos aportados por EBIC (European Biostimulants Council) el valor del sector de los biostimulantes a nivel mundial se estimase en unos 3.600 millones de dólares en 2021, con un crecimiento anual de mercado previsto de un 10-12% en los próximos cinco años. Para completar estos datos, la industria europea es referente y líder en el desarrollo de estos productos, con España a la cabeza, gracias en gran medida a las empresas englobadas en AEFA (Asociacion Española de Fabricantes de Agronutrientes).
Pese a todos los inconvenientes mencionados, el principal problema al que se enfrentan los fabricantes de bioestimulantes desde sus inicios es la ausencia de un marco legislativo que acompañe a estos productos. Aunque es complicado de entender para los que no estén familiarizados con las peculiaridades del sector, los productos fertilizantes para poder comercializarse necesitan cumplir con la legislación nacional o europea. Por tanto, si no existe una normativa que los defina, no pueden ponerse en el mercado y así productos que las empresas llevan desarrollando durante muchos años, tecnológicos e innovadores, seguros para el medioambiente y para la salud humana, eficaces y demandados por los agricultores, han tenido muy complicado comercializarse en el mercado europeo.
Contexto legislativo
En la Unión Europea, en lo relativo a los abonos, hasta ahora el Reglamento UE 2003/2003 únicamente regulaba la comercialización de fertilizantes inorgánicos, inhibidores y enmiendas, sin existir ninguna normativa que abarcase productos orgánicos, órgano-minerales o productos más novedosos como los bioestimulantes o los microorganismos. Por tanto, la única manera de comercializar estos productos era acogerse a las legislaciones nacionales de cada uno de los Estados miembros: las empresas debían estudiar las normativas de los 27 países de la UE, examinar si sus productos estaban incluidos en sus legislaciones, adaptar los productos a los requisitos exigidos y obtener los registros necesarios en cada uno de ellos, con la inversión económica y de personal especializado que ello pudiese implicar. Todo este proceso supone que la mayor parte de las empresas que no disponen de una gran estructura, no se planteen ni siquiera la posibilidad de llevar sus productos a otros países de la Unión Europea.
“Todo esto está previsto que cambie a partir del próximo 16 de julio, cuando entre en aplicación el nuevo Reglamento de Productos Fertilizantes, el Reglamento UE 2019/1009”
Nuevo panorama: Reglamento Europeo de Fertilizantes
Publicado en 2019, y planteado en sus inicios como parte del Plan de Acción de la UE para la Economía Circular, el Reglamento UE 2019/1009 permitirá la libre circulación de los nuevos fertilizantes UE dentro de la Unión Europea. En él se establecen unos requisitos comunes de seguridad, calidad y etiquetado, y se permite una armonización opcional, es decir, que el fabricante pueda escoger si comercializar sus productos de acuerdo a las normas nacionales o bien acogerse al marcado CE. El enfoque de esta norma es completamente diferente a otros reglamentos anteriores; los productos se clasifican según su función en 7 categorías funcionales o CFP (CFP1: Abono o fertilizante -inorgánico, órgano-mineral y orgánico-, CFP2: Enmiendas caliza, CFP3: Enmiendas del suelo, CFP4: Sustratos de cultivo, CFP5: Inhibidores, CFP6: Bioestimulantes de plantas y CFP7: Mezcla de productos fertilizantes), para su formulación deben utilizarse las categorías de materiales componentes definidas en el anexo II, cumpliendo los requisitos de etiquetado del anexo III y teniendo que pasar una rigurosa evaluación que confirme el cumplimiento de todas las exigencias del Reglamento que será más o menos estricta dependiendo del riesgo que implique el producto.
Uno de los principales objetivos de esta nueva normativa es la utilización de residuos y subproductos de otras industrias y el desarrollo de productos tecnológicos e innovadores. Debido a ello, una de las novedades que trae el Reglamento y que eran más demandadas por el sector es que, por primera vez, se aporta una definición y se incluyen como producto fertilizante UE los Bioestimulantes, que se clasifican según su origen en microbianos o no microbianos.
Pese a ser una normativa necesaria y muy demandada por el sector, en la que se lleva trabajando mucho tiempo y que representa un primer paso muy importante, aún es insuficiente y no cumple con las expectativas de la industria de los bioestimulantes. Algunas de las principales preocupaciones de los fabricantes, pendientes aún de solucionar a pocos días de la entrada en aplicación del Reglamento, son varios.
“La industria de los bioestimulantes espera que el nuevo Reglamento vaya adaptándose lo antes posible a las necesidades de un sector muy comprometido con los retos que se plantean en la agricultura moderna”
En primer lugar, la falta de organismos notificados en España, necesarios para conceder el marcado CE a los nuevos fertilizantes UE (a día de hoy solo hay 5 acreditados para toda Europa). A esto se le suma la corta lista de microorganismos permitidos para formular bioestimulantes (el Reglamento solo autoriza la utilización de cuatro, mientras las normativas nacionales recogen más tipos). También hay que contar con la falta de información sobre los subproductos de origen animal que podrán utilizarse como componentes en la CMC 10 (productos de demostrada seguridad y perfectamente implantados en el mercado como las proteínas hidrolizadas de origen animal).
En este contexto, la industria de los bioestimulantes espera, apoyándose en el trabajo que están realizando las administraciones y las asociaciones nacionales y europeas, que el nuevo Reglamento vaya adaptándose lo antes posible a las necesidades de un sector muy comprometido con los retos que se plantean en la agricultura moderna.
“Los bioestimulantes se posicionan con fuerza como una alternativa real que cumple con requerimientos de sostenibilidad y que conlleva efectos reales positivos en el rendimiento y calidad de los cultivos”
Momento clave para los bioestimulantes
Las políticas europeas y nacionales apuestan por la sostenibilidad, la protección del medioambiente, la economía circular y la utilización de residuos, se imponen limitaciones en zonas vulnerables, se prevé la reducción del uso de fitosanitarios químicos y fertilizantes convencionales, y nos encontramos ante la necesidad y obligación de un importante cambio en el uso y manejo de los recursos naturales.
Los bioestimulantes, habitualmente compuestos de origen natural y sin residuos, se posicionan con fuerza como una alternativa real que cumple con requerimientos de sostenibilidad y que conlleva efectos reales positivos en el rendimiento y calidad de los cultivos, y la libre circulación que va a ser posible a partir del 16 de julio con la entrada en aplicación del Reglamento 2019/1009, momento en el que se abre un nuevo horizonte para la industria europea.
Los asociados de AEFA llevan muchos años apostando por la innovación, incorporado la tecnología y la investigación un sector muy tradicional. Las novedades y avances legislativos, el papel de las asociaciones nacionales y europeas trabajando en común, el incremento de ayudas y becas que impulsan la investigación de nuevos productos, (aunque aún insuficientes) que sirven de apoyo a las empresas del sector en sus altas inversiones de recursos en el desarrollo de nuevos productos , y la cada vez mayor demanda del agricultor y del consumidor final, aseguran que el desarrollo del sector de los bioestimulantes va a continuar avanzando en los próximos años.