La base de los discursos gira en torno a la sostenibilidad, la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad

Todo parece indicar que la Comisión no quiere ceder ante el Consejo, convirtiendo las propuestas verdes en las protagonistas de todo este asunto. / ASAJA ALMERÍA
Valencia Fruits. Redacción.
Las negociaciones de la semana pasada pretendían asentar las bases de la nueva PAC de una manera casi definitiva, pero los cuatro días finalizaron dejando cierto sabor agridulce. Aunque las partes implicadas en la negociación -Comisión, Consejo y Parlamento Europeo- persisten en su esperanza de lograr acuerdos, la falta de claridad en los detalles inquieta al sector agrícola europeo y, en concreto, al agricultor de a pie. En otras palabras, nadie niega que las intenciones por parte de las instituciones sean buenas, pero a la teoría le hace falta una buena aplicación práctica y ahí donde se encuentra la raíz del problema. En cómo lograr alcanzar los objetivos que plantean con la nueva PAC.
Como en toda negociación, a cada parte involucrada se le asocia a un rol diferente. Tal y como el término “Trílogo” indica, participan tres partes negociadoras, quienes se sientan cara a cara a luchar intensamente por que su propuesta prevalezca sobre las demás. Una pugna en la que la Comisión debería ejercer de moderador, tendiendo ‘puentes’ entre los dos implicados restantes en la mesa de diálogo. Sin embargo, la realidad está muy lejos de convertirse en un reflejo de esto. El comisario polaco, Janusz Wojciechowski (ECR), se ha posicionado del lado del Parlamento Europeo debido a la influencia del todopoderoso vicepresidente, el socialsita Timmermans (S&D) sobre él.
Todo parece indicar que la Comisión no quiere ceder ante el Consejo, convirtiendo las propuestas verdes en las protagonistas de todo este asunto.
Complejidad de las negociaciones
La verdad es que este tipo de negociaciones, aparentemente complejas, se reducen a un simple juego de estrategia en el que los tres tratan de llegar a un consenso en medio de su propia propuesta. Es decir, convenciendo al otro de que sus ideas son mejores.
Sin embargo, como la propia palabra ‘consenso’ indica, todas las partes implicadas deben estar conformes, sino se trataría de una imposición. Además, todo se complica todavía más cuando el moderador, la Comisión, se posiciona del lado de uno de los enfrentados, es decir favoreciendo las posturas del Parlamento Europeo –donde por cierto no tenemos ni un solo eurodiputado español- y, en un dos contra uno, no hay mucho que hacer. Con la aparición de la influencia del vicepresidente Timmermans en las negociaciones, los ministros de agricultura de los Estados Miembros han presenciado como la balanza se desequilibraba en su contra.
Hacia una PAC más verde e impositiva
La base de los discursos gira en torno a la sostenibilidad, y la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, estos objetivos, además de ambiciosos, si no van aparejados de medidas realistas de aplicación, penalizarán al sector agrario europeo.
Todos están de acuerdo en que una transición ecológica es necesaria, pero se debe lograr sin sacrificar el potencial productor del sector agrícola. De hecho, la inclusión del Pacto Verde por parte de la Comisión Europea y, sobre todo, del vicepresidente Timmermans en la nueva PAC, es una iniciativa ante todo precipitada, al no haber publicado la evaluación del impacto en el sector, y autoritaria porque la autonomía de la que gozaban los Estados Miembros por medio de los Planes Nacionales desaparece al tener que ceñirse a ciertos parámetros verdes.
Por otro lado, existen muchas divergencias en otras cuestiones. Tenemos por un lado la conocida como dimensión social, propuesta por el Parlamento Europeo. Esta iniciativa de última hora nos preocupa debido a la carga burocrática que implicaría, además, sabemos que es una competencia nacional que debe legislar y supervisar cada Estado Miembro.
En cuanto a la definición de agricultor activo, se están planteando problemas a la hora de aplicarla. También, la inclusión de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas hace tambalear la financiación establecida en los dos pilares. La Comisión quiere incluir los ‘ecoesquemas’ en el primer pilar, iniciativa que el Consejo acepta con la condición de no dotarles de mucho peso dentro de las ayudas directas. Finalmente, el acuerdo llegó al 25% sin el permiso del Parlamento que estaba disconforme por el periodo de transición para aplicarlos.
Más allá de las propuestas más delicadas se ha querido establecer por parte del PE que los pagos redistributivos sean obligatorios, sin embargo, el Consejo ha propuesto su obligatoriedad y además, hablan de una cifra cercana al 10%.
En cuanto a los pagos acoplados se habla de que abarquen un 10% (incluyendo en la lista la aceituna de mesa y las patatas fécula) más 2% en cultivos proteicos.
En lo relativo a la OCM única el acuerdo está prácticamente cerrado, pero también se pide que se desarrolle una metodología para verificar que el dinero se invierte en medioambiente y que los Estados Miembros revisen sus Planes estratégicos para asegurar que se incluya la legislación del clima y medioambiente de la UE.
Hacia la recta final
Las negociaciones comienzan a ir a contrarreloj. Esta previsto que el acuerdo definitivo llegue en junio, durante los Trílogos de los días 24 y 25, ya que un consenso tardío podría retrasar la entrada en vigor de la nueva PAC prevista para 2023. Muchos factores están en juego, pero se debe tratar de buscar un equilibrio entre los pilares de la sostenibilidad (económico, ambiental, territorial y social).
La agricultura puede convertirse en el motor que propulse la transición hacia una nueva era en la UE y, por ello, hay que dejar todos los cabos bien atados.