Cirilo Arnandis: “Pronto empezamos a desdecirnos”

El presidente de Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre la aprobación de la Restauración de la Ley de la Naturaleza

Esta norma tan sólo será de aplicación en Europa, y no en los países terceros que exportan sus productos al mercado de la UE y en donde lo aquí prohibido y allí permitido se convierte en un factor de competitividad para los de allí. / MAPA

Cirilo Arnandis (*)

Tras las elecciones europeas del pasado día 9 de junio, y a la vista de los resultados, la maquinaria política de la Unión Europea ya se ha puesto en marcha, por lo que se van cumpliendo los plazos administrativos previstos. Así, esta es la hora en la que ya sabemos que Ursula von der Leyen va a repetir como presidenta de la Comisión Europea, y que dos nuevas figuras emergen en el plano político en Bruselas. De una parte, el portugués Antonio Costa, como presidente del Consejo, y en sustitución del belga Charles Michel, y de otra parte, la estonia Kaja Kallas como alta representante de la Unión Europea para la Política Exterior, en este caso sustituyendo a Josep Borrell. Todo según lo previsto, pues llegan a la cúpula política una representante de los conservadores, un representante de la izquierda, y una representante de los liberales, que además de ser contraria a Putin, proviene de uno de los países con mayor riesgo de amenaza por parte de Rusia. 

En este escenario tan previsible, y pese al enfado de la italiana Georgia Meloni y del húngaro Viktor Orbán, al entenderse relegados en el reparto de poder, lo que no teníamos previsto los agricultores europeos, y menos los españoles, es que en este periodo transitorio de fin de una legislatura y de comienzo de otra, se cerrara el proceso político de la conocida como Ley de Restauración de la Naturaleza. Ya estaba el tema caliente como para que, sin previo aviso, al menos para el sector productor, protagonista esencial en esta nueva norma, se haya aprobado esta nueva normativa. Este hecho llega justo en un momento en el que la hasta ahora aspirante a presidir la Comisión Europea, y a partir de ahora ejerciente, Ursula von der Leyen, se había cansado de decir, y volver a decir, que este tipo de norma no debía de promulgarse sin antes haber oído a los agricultores europeos. Igualmente, llega en un momento en el que desde Bruselas, y en cada Estado miembro, se están tomado medidas en la línea de relajar las exigencias medioambientales de la PAC.

Poco le ha durado la palabra a la señora Ursula von der Leyen, justo en un contexto en el que los resultados de las urnas reflejan un retroceso de los partidos verdes, así como la irrupción de 55 diputados de partidos pertenecientes a colectivos alternativos o a figuras que han cobrado relevancia en sus países a través de redes sociales, y que se caracterizan por tener un perfil radical o populista. De otra parte, es una evidencia el ascenso en la eurocámara de opciones políticas que se significan por su vocación antieuropeísta, y que pueden encontrar un territorio abonado a sus objetivos en el descontento derivado de actuaciones como la habida en la aprobación final de la norma sobre restauración de la naturaleza. Finalmente, dado que populares y socialdemócratas no sumaban la mayoría necesaria para que Ursula von der Leyen repita como presidenta de la Comisión, ha sido necesario el apoyo de los liberales, lo que ha obligado al líder de Los Verdes a mostrarse dispuesto a escuchar para no quedar marginado. 

Si nos tenemos que remitir a los resultados, y pese a que aparentemente no son tan positivos, la política verde de la anterior legislatura sigue en la cima de los objetivos de la nueva composición de las instituciones comunitarias. Como vemos, ha habido más que prisa en aprobar esta Ley de Restauración de la Naturaleza. Por otra parte, la continuidad del Pacto Verde Europeo es otro hecho ya anunciado políticamente por los nuevos inquilinos de las instituciones comunitarias. Conviene recordar que fueron estas políticas verdes, con el impacto que tenían en la renta de los productores, y la no exigencia a las producciones procedentes de países terceros, los motivos que sacaron a la calle a los agricultores de buena parte de los países socios de la Unión Europea. Así si la política en esta materia se ha anunciado continuista, lo que no puede ser continuista es la forma de aplicación, que no ha resultado eficaz, y el modo de decidir sin escuchar a los agricultores, protagonistas activos en la consecución de los objetivos de estas políticas.

“¿De qué va esto de la ley de Restauración de la Naturaleza? Se trata de una norma, con una serie de medidas, que tiene como objetivo restaurar, al menos, el 20% de las áreas terrestres y marítimas de la Unión Europea para el año 2030, y de todos los sistemas que necesitan restauración para el año 2050”

Pero, ¿de qué va esto de la ley de Restauración de la Naturaleza? Se trata de una norma, con una serie de medidas, que tiene como objetivo restaurar, al menos, el 20% de las áreas terrestres y marítimas de la Unión Europea para el año 2030, y de todos los sistemas que necesitan restauración para el año 2050. Más allá del titular, la norma será de aplicación también en tierras de uso agrícola, con la obligación de introducir elementos paisajísticos, reducir el pastoreo, reducir notablemente el uso de productos fitosanitarios y fertilizantes químicos y de estiércol animal, incluso el abandono de explotaciones para permitir que los ecosistemas desarrollen sus propias dinámicas. Descendiendo al plano de lo concreto, se trata de mejorar la biodiversidad en los ecosistemas agrícolas, con algunas medidas singulares que consigan incrementar el número de mariposas, o los elementos paisajísticos caso de setos, charcas o árboles aislados. En lo referente a los ríos habrá que ver qué pasa con los embalses y qué medidas se adoptan para corregir la disminución de polinizadores, además de estar obligados, a incrementar la población de aves comunes agrícolas, en base a la alimentación con semillas de las explotaciones.

“La norma habla, no ya de proteger, sino de restaurar, por lo que habrá que definir dónde. Si en los espacios protegidos con carácter particular, incluso en los que hay agricultura, o en el ámbito rural con carácter general”

“Todos estamos de acuerdo en que hay que proteger el entorno, y el agricultor siempre decimos que es el primer interesado pues vive en él, pero también tenemos claro que son los productores los principales protagonistas para conseguir los objetivos de esta norma. Y mal vamos si se publica una imposición y no un acuerdo entre los distintos agentes, llegando a puntos de equilibrio que permitan, además de respetar el entorno, poder vivir dignamente de nuestras cosechas”

La norma habla, no ya de proteger, sino de restaurar, por lo que habrá que definir dónde. Si en los espacios protegidos con carácter particular, incluso en los que hay agricultura, o en el ámbito rural con carácter general. Creo que todos estamos de acuerdo en que hay que proteger el entorno, y el agricultor siempre decimos que es el primer interesado pues vive en él, pero también tenemos claro que son los productores los principales protagonistas para conseguir los objetivos de esta norma. Y mal vamos si se publica una imposición y no un acuerdo entre los distintos agentes, llegando a puntos de equilibrio que permitan, además de respetar el entorno, poder vivir dignamente de nuestras cosechas. Y es que esta norma tan solo será de aplicación en Europa, y no en los países terceros que exportan sus productos al mercado de la Unión Europea, y en donde lo aquí prohibido y allí permitido, se convierte en un factor de competitividad para los de allí. Y es que ahora más que nunca cuando la nueva Comisión y el nuevo Parlamento deben de tomarse en serio el tema de la reciprocidad y de las cláusulas espejo, pues esta norma afecta de modo directo en la rentabilidad de nuestras explotaciones. Y ya se sabe que sin rentabilidad, no hay reclamo posible hacia la incorporación de jóvenes al campo.

Pese a que esta norma ya estaba pactada con los Estados, y de haber pasado el fielato del Parlamento europeo en el mes de febrero pasado, llama la atención, además de la celeridad, al no esperar a los nuevos políticos salidos de las urnas en las elecciones del pasado 9 de junio, la ausencia de un consenso amplio necesario para abordar políticas de este calado. Y es que para su aprobación se necesitaba el respaldo de países que alcance el 65% de la población de la Unión Europea, y en este caso, al valor alcanzado es el del 66,07% de la población. Hay quien pensará que dos tercios es respaldo más que suficiente, pero también hay que decir que este respaldo es el de los políticos en representación de cada Estado socio de la Unión Europea, y que si bien, este procedimiento es lógico, lícito y legal, también sería bueno saber cuál es el respaldo de quienes deben de poner en marcha las medidas aprobadas y de soportar las consecuencias que de ello se derivan. A tenor de las manifestaciones en distintos medios de comunicación, parece que en el ámbito de los agricultores europeos no existe un nivel de respaldo tan alto.

Cabe decir que votaron en contra de esta norma, por distintos motivos, Italia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Finlandia y Suecia, además de la abstención de Bélgica. Como vemos, la oposición a lo aprobado se da en países y gobiernos de todo tipo. El cambio, a última hora, del voto de Austria en favor del sí, ha sido lo que ha permitido que esta norma se pueda aprobar definitivamente. Fue la ministra de Medioambiente de aquel país, la ecologista Leonore Gewessler, quien entendió estar legalmente habilitada a cambiar el sentido del voto de su gobierno a partir de un cambio de los equilibrios políticos a nivel federal en su país. Volvemos a lo lícito y legal. Fue la señora Gewessler, contenta con su hazaña, quien manifestó a su llegada al Consejo que “dentro de 20 ó 30 años, cuando le enseñe la belleza de mi país a mis nietas, y me pregunte qué hiciste tú, les diré que todo lo que pude para preservarla”. De igual manera, es seguro que no le dirá nada a sus nietas sobre el hecho de que una legislación no pactada puede conllevar pobreza de los agricultores europeos y deslocalización de la actividad agrícola, en base, en buena parte, a distintas exigencias medioambientales y de trabajo de quien gana competitividad por este motivo. 

(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries.

Acceso al artículo de opinión en la página 6 del ejemplar de Valencia Fruits. 

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